El cierre de la Joyería Suiza agudiza el declive de la histórica calle San Orencio de Huesca
En esta céntrica vía en la que ya se trabajaba el hierro hace más de ocho siglos de historia son más los locales comerciales cerrados que los abiertos.
La calle San Orencio de Huesca, que recibe el nombre del padre del patrón de la ciudad -San Lorenzo- y que da acceso directo a la basílica que lleva el nombre de este último, lo que la convierte en epicentro de las fiestas, agoniza. El reciente cierre de la Joyería Relojería Suiza después de 40 años ha venido a acrecentar su ya alarmante declive.
Fernando Mompradé, propietario de la pescadería del mismo nombre que abre sus puestas en esta misma céntrica calle, lamenta esta nueva bajada de persiana definitiva. "Hace tiempo, San Orencio era un fluir constante de peatones (y de coches), con todos sus locales abiertos al público, con sus aceras barridas diariamente y sus escaparates iluminados a la tarde. Nada de eso queda", denuncia.
Y es que en esta vía de poco más de 50 metros pero histórica -ya en el siglo XIII era conocida por el trabajo que se hacía con el hierro y, además, en el número 2 nació el ilustre geólogo Lucas Mallada, pionero de la paleontología en España- solo quedan abiertos cuatro negocios: una pescadería, una tienda de arreglos de ropa, una hamburguesería 'premium' y una tienda de productos artesanos gourmet.
La cruz de la moneda son los otros seis locales que están cerrados, algunos de ellos ofreciendo además una imagen de total abandono en pleno centro de Huesca: un bar clausurado por deficiencias estructurales del edificio, una administración de lotería que se trasladó el año pasado a los Porches de Galicia; una tienda de ropa que sustituyó a una herboristería; otra de menaje de hogar; un comercio de artículos eróticos; y ahora el de la Joyería Relojería Suiza.
"El hecho es que antes cerraba alguien y al poco abría otro con otra idea, con otro proyecto. Ahora nadie se arriesga, nadie emprende. Todos quieren ser funcionarios, ejecutivos o 'influencers'. No hay gente que quiera aprender oficios y luchar con incertidumbre pero de forma autónoma. El resultado es, miles de historias y sobre todo miles de momentos de vida que se están perdiendo. Y es muy muy muy triste", denuncia Mompradé.
