El cura de Monzón juzgado por violar a un niño en la catequesis fue apartado por pornografía y abusos

La vista oral contra el ya exsacerdote evidencia las graves secuelas que arrastra la presunta víctima, entonces de 8 años y hoy de 20.

Amadeo E. junto a su abogado, en el Palacio de Justicia de Huesca.
Amadeo E. (a la izquierda) junto a su abogado, este martes en el Palacio de Justicia de Huesca.
Verónica Lacasa

La Audiencia Provincial de Huesca ha celebrado este martes la última sesión del juicio contra un exsacerdote, párroco de Monzón durante 15 años y antiguo profesor de Religión en el instituto Mor de Fuentes, acusado de la violación de un niño de 8 años que acudía a la catequesis en el Hogar Madre Rafols, un centro de mayores situado en la planta baja de la iglesia de San José. 

Amadeo E. fue apartado de la Iglesia después de que la diócesis de Barbastro-Monzón le abriera un expediente de secularización y laicidad. El proceso interno estuvo motivado por denuncias de los propios compañeros del religioso sobre comportamientos inadecuados con otros menores, aunque coincidió en el tiempo con los hechos objeto del juicio. 

Según han revelado las acusaciones, el expediente tenía que ver con abusos sexuales, homosexualidad y pornografía, "que él acató y al que no se opuso", ha dicho el abogado de la acusación particular, que lo considera una prueba relevante en el caso, aunque el sacerdote lo atribuya a "una caza de brujas contra él".

La primera sesión del juicio se celebró el 29 de junio y este martes se ha reanudado con el testimonio de los peritos, que han dado credibilidad al testimonio de la víctima, ahora de 20 años. Las acusaciones piden para el procesado 15 años de prisión por agresión sexual continuada con las agravantes de abuso de superioridad y especial vulnerabilidad del menor dada su corta edad en el momento de los hechos, ocurridos entre octubre de 2010 y mayo de 2011, cuando se preparaba para la Primera Comunión.

Según mantiene la acusación, el cura lo sacaba de la clase de la catequista y lo llevaba al baño para someterlo a felaciones y penetraciones anales, le tapaba la boca para que no gritara y en una ocasión le llegó a abofetear. "Mientras me penetraba me decía que era un juego y que yo era un cordero de Dios bastante bueno", testificó la víctima en la primera sesión del juicio. 

El chico no fue consciente de que era algo más que un juego hasta los 12 años, cuando empezó a tomar conciencia de su sexualidad y de lo que realmente hacía pasado, y hasta los 15 no se atrevió a confesárselo a sus padres, quienes priorizaron su deseo de no hacerlo público y el tratamiento psicológico. Por fin, en 2019, decidió denunciar.

La Fiscalía ha cuestionado el testimonio de otro sacerdote, la catequista y una voluntaria del hogar de ancianos, que hablaron a favor de Amadeo E. y dijeron no tener constancia del expediente, culpando del mismo a personas "que lo querían mal". Según la acusación pública, se prevalió de que era un niño vulnerable y tímido y de que estaba "al cuidado de una catequista que solo tenía una visión buena del cura". Estaba rodeado de personas, ha añadido, "que nunca sospecharían de que era autor de unos hechos tan execrables". 

Los peritos dan credibilidad a la víctima

Hoy han declarado cuatro psicólogas, una privada, otra de la Oficina de Atención a las Víctimas de Huesca y dos del Instituto de Medicina Legal de Aragón. Todas han coincidido en dar credibilidad al testimonio de la víctima, "coherente de principio a fin", "sin un relato aprendido", porque en esencia ha repetido siempre lo mismo. También están de acuerdo en que sufre un claro cuadro de estrés postraumático motivado por lo ocurrido en su infancia.

Según las especialistas, las agresiones se repitieron, aunque solo recuerda una. El niño desarrolló una fobia al color morado, encarnado en la casulla del cura, lleva años recibiendo tratamiento, ha tenido problemas de adaptación y aislamiento, sufre un sentimiento de culpa ("siente que pudo haber hecho algo más para defenderse") y es una persona vulnerable y frágil. "Ese episodio se ha ido insertando en su vida y él se veía como una persona rota para siempre". La epilepsia que se le detectó posteriormente incluso puede estar relacionada con la situación de estrés. 

"Ha habido un antes y un después en la vida de joven que hoy tiene 20 años", ha señalado la fiscal en sus conclusiones. Ha hablado de una doble victimización, en el momento de los hechos y posteriormente, cuando ha tenido que soportar largos tratamientos médicos para paliar las secuelas psíquicas. 

Por su parte, la acusación particular ha insistido en la credibilidad de la víctima, avalada por los peritos, mientras cree que el acusado faltó a la verdad y hasta negó que conociera al menor. Según el abogado de la familia, los trastornos psíquicos le han obligado a "peregrinar por diferentes centros médicos". 

Sin embargo, la defensa opina que la victimización está en "condenar a alguien sin pruebas" porque no se ha acreditado su culpabilidad y pide la absolución. "No se puede condenar solo con el relato de la presunta víctima". El letrado de Amadeo E. ve imposible que vistiera la casulla morada en la iglesia, saliera a la calle, entrara en el cercano hogar de Madre Rafols y pasando por delante del hogar de ancianos acudiera al aula de catequesis, señalara a un niño, "como si fuera un mercado de esclavos", que la catequista se lo entregará "sin objeción" y se lo llevara a un lavabo público donde podía entrar cualquiera.

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