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Juicio a un cura por violar a un niño en la catequesis: "Me dijo que era un juego"

El sacerdote, que prestaba servicio en Monzón y fue secularizado por otros abusos a menores, niega los hechos y los atribuye a "una caza de brujas".

El acusado, durante la vista oral en la Audiencia Provincial de Huesca.
El acusado, durante la vista oral en la Audiencia Provincial de Huesca.
M. J. V.

La Fiscalía de Huesca pide 15 años de prisión para un exsacerdote de Monzón por agresión sexual continuada a un niño de 8 años en la catequesis. La víctima, que ahora tiene 20, ha relatado el calvario por el que pasó, durante la vista oral celebrada este jueves en la Audiencia Provincial. "Mientras me penetraba me decía que era un juego y que yo era un cordero de Dios bastante bueno", ha declarado el joven, que hasta 2019 no se atrevió a denunciar unos hechos ocurridos entre octubre de 2010 y mayo de 2011, cuando se preparaba para la Comunión.

Amadeo E. fue apartado del sacerdocio en 2012, y no por esta denuncia, sino por otras acusaciones anteriores, ya que el menor no se atrevió a revelar lo ocurrido hasta años después. Según ha explicado la fiscal del caso, por iniciativa del obispo de Barbastro-Monzón, se le abrió un expediente de derecho canónico para su secularización por prácticas homosexuales y abusos a menores de 18 años cuando era párroco. El caso acabó con su expulsión de la Iglesia, aunque él ha declarado hoy que nunca se deja de ser sacerdote. También fue durante mucho tiempo profesor de Religión del instituto Mor de Fuentes. 

La víctima del presunto delito de agresión continuada ha relatado hoy, protegido tras un biombo, a pocos metros de su presunto agresor, que era el cura que lo bautizó, al que veía en la iglesia cuando iba los domingos a misa con su familia y que fue profesor de sus padres en el instituto. "Estábamos en clase de catequesis, él llamó a la puerta y dijo si podía salir. Me llevó al baño, había poca luz", ha explicado.  Una vez allí, echó el pestillo. 

Ha testificado que lo desnudó, le tocó los genitales, le empujó la cabeza para realizarle una felación y lo violó. "Estaba asustado, pero él me decía que estuviera tranquilo, que era un juego". En una ocasión, ha continuado, "me puso la mano en la boca para que no gritara y una de las veces que grité, me pegó". El chico no ha podido determinar el número de veces, pero asegura que más de una. "Era siempre así".

Al volver a la clase de catequesis no dijo nada, pero aún hoy recuerda el dolor intenso que sintió, hasta hacerlo sangrar. Después lo limpiaba en el lavabo. "Hasta los 12 no supe que no era un juego". Como había rumores sobre el cura, cuando fue apartado del sacerdocio, incluso sus padres llegaron a preguntarle si le había hecho algo, pero lo negó. 

Finalmente, a los 15 años, explotó y lo contó en casa. Pero no fue hasta el 2019 cuando decidieron presentar la denuncia en el juzgado de Monzón. Para entonces, Amadeo E. ya no era sacerdote. 

El acusado, que llevaba 15 años en la parroquia y era delegado de catequesis, ha negado los hechos de principio a fin. "Nunca he sacado a un chico del grupo de catequesis", ha declarado, y atribuye el expediente del obispado a los enemigos que tenía dentro de la parroquia, por celos de otros curas, calumnias y "el misterio del mal". "Ahora hay una caza de brujas, está muy de moda", ha dicho al referirse a las acusaciones de pederastia. 

Poco después de los hechos, en septiembre de 2011, lo trasladaron. Él ha asegurado que fue un ascenso. "Me mandaron a la mejor parroquia de Barbastro. Había sido  declarado montisonense del año, había levantado una iglesia y el hogar Madre Ráfols, y alentado muchas vocaciones". Pero ha reconocido que no había buena relación con el obispo y que sufrió una depresión. 

Una de las controversias ha girado en torno a la vestimenta del cura. Según la víctima, llevaba una sotana morada y blanca. Sin embargo, el acusado ha justificado que nunca la portó cuando acudió al hogar donde se realizaba la catequesis porque la  casulla morada solo se viste en el Adviento  y la Cuaresma en las celebraciones litúrgicas.

Como testigos han declarado los padres del menor. Según la madre, después de aquello el niño cambió. Tenía diagnosticado desde pequeño un trastorno de atención, y a esto se añadió, tras los presuntos abusos, una epilepsia. Los médicos, ha explicado, no han visto daños cerebrales y lo relacionan con la agresión, por el estrés y la presión sufridos. 

Además, siendo un adolescente, empezó a autolesionarse. "Fuimos a tres psicólogos". La madre ha justificado el retraso en denunciar porque cuando lo confesó, ya con 15 años, le dieron prioridad a la atención psicológica y él quería mantenerlo en la intimidad. Era una época difícil, se aisló. "Luego dijo que quería denunciar para que no siguiera haciendo daño a nadie". 

Según ha explicado el padre, cuando se enteró de la verdad, se puso en contacto con el obispo, pero este le dijo que no le podía contar nada del sacerdote y que ya no pertenecía a la Iglesia. Sobre el estado actual de su hijo, ha dicho que no lo ha superado. 

La catequista que daba clases a la víctima ha negado que el sacerdote alguna vez hubiera ido a buscar al niño a la clase. "Estaban bajo mi supervisión y nunca nadie se llevó a un niño del aula". Admite que oyó rumores sobre el cura "pero la gente lo quería y nunca he visto nada". También han declarado el sacerdote con el que compartía la parroquia y la voluntaria encargada del hogar de mayores ubicado en la misma planta que las aulas de catequesis. 

El juicio no ha quedado visto para sentencia. Se reanudará el próximo 26 de septiembre con la testifical de los peritos, entre ellos la psicóloga que trató al joven tras revelar los hechos. La Fiscalía solicita 15 años de prisión por un delito continuado de agresión sexual, 10 años de libertad vigilada y prohibición de aproximarse a la víctima durante 25 años. La acusación particular pide el mismo castigo, mientras que la defensa niega los hechos.   

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