Pastelería Tricas cierra y pone fin a 103 años de la historia más dulce de Huesca

El propietario y pastelero, Manuel Tricas Benito, se jubila y, después de tres generaciones, el negocio familiar se ha quedado sin sucesores.   

Manuel Tricas Benito posa en el interior de la pastelería donde ha transcurrido su vida.
Manuel Tricas Benito posa en el interior de la pastelería donde ha transcurrido su vida.
Javier Navarro

La campanilla suena cada vez que se abre la puerta de cristal. Su tintineo continuará hasta este domingo 4 de diciembre y después enmudecerá para siempre. Pastelería Tricas cierra y pone fin a una historia que empezó hace 103 años en este mismo lugar, el número 65 del Coso Bajo de Huesca. Manuel Tricas Benito, propietario y maestro pastelero, se jubila y no hay sucesión para el negocio, ni en la familia ni fuera de ella. Él sabía que la despedida iba a costar, pero no pensaba que iba a ser tan conmovedora. 

Los clientes entran. Algunos ya saben que este año no tendrán en la mesa de Navidad ninguna de las 15 variedades de turrones de Tricas. Otros se sorprenden al ver las vitrinas prácticamente vacías. Muchos piden dulces para congelar. En la trastienda, junto a una mesa de camilla y un escritorio de hechura antigua, Manuel cuenta que ha llegado el momento. Se jubila y reconoce que le resulta difícil cerrar este capítulo de su vida porque el obrador y la tienda, además de su trabajo, son parte esencial de su biografía, de las de sus padres y de la de sus abuelos. 

Pascual y Julia se establecieron en el Coso Bajo de Huesca en 1919 para fabricar caramelos, grageas y peladillas que vendían en el pequeño establecimiento y distribuían por toda la provincia y por parte de las de Navarra y Zaragoza. De aquella  época se conservan las máquinas y un maletín con compartimentos donde los comerciantes llevaban el muestrario de los dulces. También las fotografías que decoran una de las paredes de la pastelería. 

"Toda la industria del caramelo quedó acaparada en pocas manos, en empresas más fuertes, y se decidió reorientar la actividad hacia la pastelería, que aunque ya se tocaba, no era lo primordial", explica Manuel Tricas. Fue su padre, de quien lleva el nombre, quien en los años cincuenta del siglo pasado le dio el giro definitivo al negocio, que permaneció y permanece en su emplazamiento original, en la casa donde también estaba la vivienda familiar y el horno.     

"Creo que estaba un poco predestinado porque vivíamos en la misma casa donde estaba la tienda y el obrador y eso, de alguna manera, te marca"

Allí creció el nieto de Pascual y Julia. El aroma de los hojaldres, las cremas y el chocolate fue modelando una vocación que incluso él desconocía. "Estudié Filosofía pero decidí quedarme en el negocio familiar", comenta. "Creo que estaba un poco predestinado porque vivíamos en la misma casa donde estaba la tienda y el obrador y eso, de alguna manera, te marca", confiesa. En todo caso, precisa que fue "una decisión completamente libre" y que a su padre le hizo mucha ilusión que siguiera la tradición familiar". Su hermana eligió dedicarse a otra cosa.

A finales de los años setenta, Manuel Tricas se colocó el delantal y empezó a elaborar pasteles, tartas y pastas... "Mi principal maestro fue mi padre, un gran pastelero y después hice cursillos en Barcelona, Lérida, Zaragoza…", explica. Cuenta que en el momento en su hija se decantó por otra profesión supo que "no habría continuidad, por lo menos dentro de la familia, sucesores directos". Él forma parte de la junta del gremio de pasteleros de Huesca y en el sector (donde afirma que "hay nivelazo") ya se sabía hace unos meses que iba a cerrar cuando llegara el día de jubilarse. "Aún no teniendo intención de traspaso porque es mi casa y están mis cosas, tampoco ha venido alguien a interesarse por el negocio", señala. 

Un trabajo "muy sacrificado"

Tricas comenta que "son tiempos difíciles y esta es una faena muy sacrificada". Según afirma, se trabaja todos los días del año, en sábado, domingo, Navidades, Semana Santa…. La tienda solo ha estado cerrada durante el confinamiento y tras su reapertura recuperó la actividad normal: "Estoy contento con la marcha de la pastelería -indica-. Alguna ha cerrado y nosotros seguimos... Algo estaremos haciendo bien para que siga así".    

Detrás del mostrador, la dependienta explica a los clientes cuánto tiempo puede conservarse el pastel de manzana. Bajo el cristal, las pastas dobles con chocolate y mermelada siguen alineadas en las bandejas. "Normalmente estamos tres personas, Raquel, de cara al público, y  Enrique Paco, que está conmigo en el obrador", precisa Manuel. "Lleva aquí más tiempo que yo, porque empezó a los 14 años con mi padre , y nos vamos a jubilar a la vez", relata.

Una clienta mira el escaparate de Tricas tras adquirir varios productos en la pastelería.
Una clienta mira el escaparate de Tricas tras adquirir varios productos en la pastelería.
Javier Navarro

En Tricas todo esta bueno, pero especialmente las cocas. "Hacemos una de nata que es un hojaldre que lleva mazapán de yema, yema tostada, nata, frutos secos y chocolate, y también hacemos la de fruta", apunta el pastelero, que no puede ocultar su emoción mientras habla. "Me da mucha pena, es tremendo", acota mientras en el establecimiento se escucha a una niña hablar con su madre sobre un dulce. "Siempre he mantenido muy buena relación con la clientela porque, entre otras cosas, es muy fiel y nos conocemos pero me está desbordando la reacción de la gente, el cariño con el que te desean lo mejor y la contrariedad con la que te dicen de que ya no van a poder comprar más aquí", detalla. Afirma que ya ha derramado alguna lágrima "porque la reacción de la gente es tan entrañable... Y todo son recuerdos, es mi vida".

Según Manuel Tricas, el gusto de los oscenses a la hora del postre no ha cambiado en exceso en todos estos año: "Yo hago una pastelería bastante clásica, que tiene muy buena aceptación y a la que he ido incorporando las novedades". Sí destaca que "ahora la gente huye de los productos más dulces y quiere algo más ligero y liviano, no tan contundente como lo que se hacía antes". Estos días, trata de ajustar la materia prima de la que dispone con  el incremento de la demanda por parte de los clientes, "que al enterarse del cierre vienen y pide producto para congelar".

Además de estar en el obrador, el pastelero también atiende a los clientes. Entre las cajas de bombones y los botes de caramelo ha sido espectador privilegiado de los cambios sufridos en el centro de la ciudad.  "Es una pena, el cierre de los locales, a lo que yo contribuyo en esta ocasión....", se lamenta. También manifiesta que ahora ve el Coso más  átono, con menos vida, menos actividad… "Hay gente que pasea, va y viene pero no es el vitalismo de antes, especialmente en este tramo porque porque en el Coso Alto hay más movimiento", asevera.

Manuel Tricas delante de la pared donde están las fotografías de sus abuelos y sus padres en la pastelería.
Manuel Tricas delante de la pared donde están las fotografías de sus abuelos y sus padres en la pastelería.
Javier Navarro

Tricas no tiene proyectos inmediatos para el local que quedará vacío, ni para la casa, que llega hasta la calle La Palma. Tampoco para el tiempo del que va a disponer en breve. Comenta que descansará y reinventará su vida, "aunque será complicado porque he puesto mucho empeño en esto...". Bien lo saben su mujer, María Pilar, y su hija, Ana, "que han sido las primeras sufridoras de la vida que he llevado". Dice que su esposa "siempre ha estado a mi lado, ha entendido mi profesión sin tener que ver con ella" y cuenta que, a pesar de la inevitable nostalgia que le acompaña ahora va "a despejar la cabeza y a aprovechar los momentos que hasta ahora no he tenido para hacer cosas que quería hacer". 

Pastelería Tricas cierra este domingo porque "no quiero empezar la campaña del turrón y dejarla a medias". Sí habrá hasta ese día las elaboraciones clásicas de la casa, pasteles, cocas, tartas, pastas…

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