¿Qué hace un teniente de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Huesca escribiendo un libro sobre terrorismo internacional?

Soy criminólogo, máster en estudios sobre terrorismo y profesional con 20 años de experiencia. Además, trabajé cinco años en una unidad especial que solo se dedica al terrorismo internacional. Aun así, huyo de la palabra experto y más en un fenómeno tan complejo. Al hacer mi trabajo de fin de carrera decidí hacer este libro porque no había literatura científica sobre su modus operandi.

Los ataques del 11-S desataron la llamada guerra contra el terrorismo. ¿Fue una buena estrategia?

Para mí, fue error geopolítico y geoestratégico de Estados Unidos con algunas decisiones amparadas por la ONU como la invasión de Afganistán, y otras no, como Irak, que fue generador del Daesh, una escisión de Al Qaeda. El terrorismo debe combatirse por la vía policial, no con guerras.

Usted no da soluciones en su libro para ponerle fin. Entonces, ¿cómo hay que luchar contra él?

Es muy versátil, se sabe adaptar. Lleva vivo más de 30 años y más que va a durar. ¿Qué tenemos que hacer? Desde luego tener una colaboración muy fluida con países árabes y del Magreb porque la información es fundamental. También estar atentos a fenómenos que otros países como Francia o Bélgica están sufriendo con segundas o terceras generaciones de nacimiento pero que no se sienten integrados. Debemos intentar que se sientan ciudadanos de primera porque si no, pueden sentirse desplazados y abrazar el terrorismo, como está pasando.

¿Corremos el riesgo de vivir este fenómeno como algo ajeno?

Para nosotros, los occidentales, pasa muy inadvertido pero el terrorismo internacional está golpeando casi todas las semanas aunque los atentados ocurren en Filipinas, el Magreb, el Sahel... Y lo que pase allí también nos tiene que importar porque afecta y mucho a la seguridad en España. Aquí, el ciudadano no se siente especialmente concernido como cuando teníamos el terrorismo autóctono de ETA o del Grapo, pero debemos ponernos más las pilas porque hay colectivos que han descubierto el terrorismo ‘low cost’ y que con un cuchillo, una moto o una furgoneta pueden causar una masacre como ocurrió en las ramblas de Barcelona o el paseo de los Ingleses en Niza.

¿Hay que vivir con miedo?

España es uno de los países más seguros del mundo pero eso hay que seguir abonándolo, no viene de la nada sino que hay un trabajo muy serio en la sombra.

Hay muchas series, sobre todo americanas, pero quizá mucha gente no entienda la diferencia entre criminalista y criminólogo.

‘CSI’ es criminalística, es decir, la recogida de muestras como sangre, ADN, la vaina de un disparo, un cabello... Pero un criminólogo es un investigador social que aprovecha todas las fuentes para analizar una escena y dar un perfil para saber si se trata de un criminal bisoño o con experiencia, su probabilidad de reincidencia...

¿Cómo puede ayudar la criminología a entender esta amenaza?

Porque es una ciencia multifocal que bebe de la sociología, de la psicología criminal, de la medicina forense, del derecho... La figura del criminólogo en otros países es respetadísima, como la Unidad de Análisis de la Conducta del FBI, pero en España estamos un poco más retrasados y es muy desconocida aún. Espero que dentro de poco le den el lugar que se merece porque tiene mucho que decir en el fenómeno del terrorismo.

¿No se les tiene en cuenta?

En las Fuerzas de Seguridad del Estado hay profesionales, pero hay que potenciar esta figura mucho más. En los juicios, normalmente los jueces y fiscales tienen una bolsa de peritos y suelen recurrir socorridamente a psiquiatras y psicólogos. Ahora están empezando a llamar a criminólogos porque también recibimos formación en el ámbito de la psiquiatría forense y la psicología criminal.