El bucardo, el hombre clástico y maravillas del Museo Rerum Natura de Huesca

El IES Ramón y Cajal de la capital oscense ha inaugurado una sala dedicada a la historia natural con más de 500 piezas. Algunas de ellas datan de las colecicones iniciadas por el instituto en 1845 y otras son anteriores. 

Estaban distribuidas y casi olvidadas en lo más alto de la estanterías del laboratorio y de otras aulas del IES Ramón y Cajal de Huesca, que esta misma semana ha recibido la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, otorgada por el ministerio de Educación a lo 56 institutos centenarios de España "por su contribución al progreso del país y el impulso a la educación pública de calidad". El centro de la capital oscense se creó en 1845 y heredó todo el patrimonio de la antigua universidad Sertoriana, desparecida ese mismo año. Ese legado no consistió solo en documentos, muebles y libros sino que también había minerales, fósiles, huesos humanos y animales disecados. 

El gabinete de historia natural del recién creado instituto provincial estaba obligado a disponer de una colección de elementos naturales y a ampliarla con ejemplare autóctonos. Es por ello que al iniciarse el siglo XX, el centro de enseñanza empezó a recibir por parte de las familias de los alumnos todo tipo de aportaciones destinadas a aumentar esa exposición, que permitirá a sus hijos poder estudiar con más precisión y detalle, desde el cráneo de un conejo hasta una maqueta del ojo humano.  

Más de 500 piezas que el tiempo relegó para dar paso a las ilustraciones en color, los moldes de plástico y las recreaciones de internet han reaparecido limpias, catalogadas y perfectas para recordar a los alumnos del IES Ramón y Cajal y los de otros centros que quieran acercarse cómo estudiaban sus abuelos.

Durante los últimos años, han sido varios los profesores y directores que han trabajado para que este miércoles se inaugurara el Museo Rerum Natura, es decir, de la naturaleza de las cosas. Hasta el 30 de junio estará, además abierto al público los jueves de 11.45 a 12.45. "Para el curso que viene hemos hablado con el Ayuntamiento de la posibilidad de alcanzar un acuerdo para que esta exposición pueda incluirse en algunos de los circuitos turísticos municipales", ha explicado José Ramón Serra, director del instituto.    

La profesora Teresa Tiñena, del Departamento de Biología y Geología, ha explicado que pueden admirarse animales disecados (algunos en tarros de formol), minerales, maquetas anatómicas...Todas las piezas estaban ya en el centro en 2019, cuando se empezó a dar forma al museo.  Aves, conejos, un jabalí, pequeños mamíferos, una foca, un tiburón martillo, reptiles, esqueletos de peces... configuran algo que recuerda a lo que fueron los gabinetes de las maravillas y que, sobre todo, parece una de aquellas salas donde los estudiantes de principios y mediados del siglo XX entraban a hurtadillas para ver cosas vedadas a la mayoría de la población.  

"Una emoción es algo que acaba en curiosidad y la curiosidad es lo que hace aprender a la gente"

Entre los elementos hay varios destacados. "Tenemos un bucardo aragonés, que quedó extinto en el 2002, un rutilo de Horcajuelo, que es un mineral que descrito por primera vez en la historia en 1803 en Horcajuelo (Madrid); un urogallo , especie en peligro de extinción  que en Aragón parece que está abocada al fracaso…", ha detallado la docente. También se cuenta con instrumentos médicos relacionados con la herencia de la Universidad Sertoriana y un hombre clástico, una maqueta humana a tamaño casi real de papel maché. "Es desmontable y se utilizaba para estudiar anatomía a principios del siglo XIX", detalla.

El único hombre completo 

El que puede verse en el nuevo museo es de la casa Auzoux (París) y fue adquirido durante el curso 1875-1876, cuando era catedrático de Historia Natural Serafín Casa Abad, . Según consta en la explicación que lo acompaña, este modelo, desmontable en piezas independiente, existía en  muchos institutos de España pero es el único que se conserva completo en la actualidad. 

Frente al aséptico mundo de las pantallas donde nada es secreto, que también facilitan la labor educativa, la profesora Tiñena considera que "cualquier cosa que sea salir del aula y entrar en un espacio nuevo, es algo que motiva". "Si lo que los alumnos vienen a ver es un museo con esqueletos, animales disecados, buitres con las alas abiertas… se produce una emoción, que al final es lo que buscamos cuando educamos", ha afirmado. "Y no tiene que ser necesariamente positiva, porque una impresión es algo que acaba en curiosidad y la curiosidad es lo que hace aprender a la gente", ha apostillado.

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