El guardia civil apuñaló a su compañero en Huesca "porque pensaba que me echaba radiaciones y me envenenaba en mi casa"

El procesado dice sentirse víctima de acoso laboral y de un "complot" por parte de la Benemérita. Solo pide perdón a la hija del cabo por haberle asestado otros cuatro navajazos. 

El guardia civil procesado por apuñalar a su compañero y a su hija en plena calle en Huesca.
El guardia civil procesado por apuñalar a su compañero y a su hija en plena calle en Huesca.
Verónica Lacasa

La Audiencia Provincial ha iniciado este martes el juicio contra José Luis E. E., un guardia civil que apuñaló gravemente a un compañero -cabo de Tráfico- con hasta 13 navajazos y a su hija, con cuatro más, en plena calle en Huesca. La Fiscalía solicita para el acusado 20 años de prisión presuntos delitos de tentativa de asesinato y lesiones, mientras que la acusación particular, ejercida por Carmen Cifuentes y Enrique Trebolle, eleva la petición hasta 25 años.

El acusado, que también era vecino de la víctima, ha relatado que el 2 de mayo de 2020 fue a comprar a un hipermercado cercano y luego dejó las bolsas en el coche para ir a dar un paseo. Y cuando caminaba por la avenida de Martínez de Velasco vio a la víctima y a su hija, que estaban paseando al perro, y al llegar a su altura sacó una navaja y le apuñaló en el cuello. A partir de allí ha asegurado no recordar nada más de los hechos.  

A preguntas del fiscal, ha justificado que agredió a la víctima "por miedo y en defensa propia porque me vino a la cabeza en ese momento que me estaba echando radiaciones y me estaba envenenando con ácido sulfúrico en mi propia casa, y estaba hasta las narices", ha explicado. Y es que el procesado, que estaba de baja psicológica (una de las cinco que había estado encadenando desde el año 2004), ha afirmando sentirse desde hace años víctima de acoso laboral y de un "complot" por parte de la Guardia Civil tras haber denunciado unas irregularidades en las cámaras de los calabozos del cuartel para que no se viera a los detenidos. También ha acusado al agredido, al que ha tildado de "rastrero", de estar "compinchado" con sus jefes. "Querían volverme loco y que me fuera del cuerpo voluntariamente", ha subrayado, aunque ha confesado que el día de los hechos "ya no sabía qué era verdad o mentira". Y es que pese a tener pautada medicación, ha indicado que llevaba un año sin tomar antisicóticos que le habían prescrito.

José Luis E. E., defendido por la letrada Arantxa Guarga, ha negado que quisiera matar a su compañero "porque entonces lo hubiera degollado o le hubiera mutilado los dos ojos, pero no lo hice, solo quería hacerle daño", ha declarado. Además, ha explicado que apuñaló a su hija en su intento de apartarla para seguir agrediéndole a él. "Si me arrepiento de algo es de haber apuñalado a la chica porque no tiene culpa de nada y le pido disculpas", ha manifestado. Además, ha asegurado que, una vez transcurridos casi dos años de los hechos, cree que "habría actuado de otra manera, quizá denunciándole aunque nadie me creyera o yéndome a vivir a casa de mis padres". 

El cabo agredido: "Estaba viendo que se me iba a la vida"

En esta primera sesión también han declarado el cabo de la Guardia Civil agredido y su hija, que en el momento de los hechos tenía 16 años. Ambos han relatado que aquella tarde salieron de casa sobre las 20.15 para ir a dar un paso hacia el centro de Huesca y cuando solo habían caminado 200 metros tras salir de su domicilio, la chica vio de reojo que se acercaba por detrás un hombre y le pidió a su padre que apartara al perro para dejarle pasar. "Y entonces empecé a notar unas salvajes y brutales puñaladas en la nuca y en el cuello y unos dolores tremendos mientras me decía 'Hola, cabrón. ¿Qué tal? ¿Cómo estás?", ha recordado el guardia, que entonces se giró y vio a su compañero y vecino. Este le asestó más navajazos cerca de la oreja y en la garganta "y ya se me nubló la vista y caí al suelo inconsciente". Allí siguió cosiéndole a puñaladas "sin poder defenderme", ha reiterado. "Estaba viendo que la vida se me iba y perdí el conocimiento", ha indicado. Una enfermera que pasaba por allí le taponó las heridas y tras estabilizarle, fue trasladado en ambulancia al Hospital San Jorge. "Esto nos ha partido la vida. No he vuelto a trabajar y estoy pendiente de que me den la baja definitiva del cuerpo por la pérdida de cualidades psicofísicas", ha añadido. 

Su hija ha ratificado que fue un ataque "por sorpresa". "Se abalanzó sobre la espalda de mi padre y le empezó a apuñalar", ha insistido. La chica ha asegurado que intentó meterse entre el agresor y su padre para evitar que siguiera asestándole puñaladas "pero me empujó y me tiró dos veces al suelo mientras me amenazaba con la navaja para que no me acercara", ha afirmado. Sin embargo, en un momento dejó de agredirle "y vino hacia mí, me cogió de la cintura muy fuerte sin que pudiera moverme y me empezó a apuñalar por la espalda diciéndome que me iba a matar sin que pudiera defenderme", ha recalcado. "Era perfectamente consciente de lo que hacía", ha opinado.

La mujer del cabo, por su parte, ha explicado que aquel día, unas horas antes de la agresión, escuchó por el patio de luces que el acusado estuvo hablando con unos vecinos a los que ellos habían denunciado por ruidos y amenazas "y él les decía que esto no podía seguir así, que esto iba a acabar mal". Y ha coincidido con su marido y su hija en que estos hechos "nos han destrozado la vida".

La Fiscalía reclama una indemnización de 150.000 euros para el padre, que estuvo 215 días de baja, y de 60.000 para su hija, que tardó en curar de las lesiones 15 días. Ambos siguen todavía tratamiento psicológico y toda la familia vive en el cuartel, a donde se mudaron por motivos de seguridad.

La actuación de dos jóvenes logró detener la agresión

Aunque hubo varios testigos de los hechos, la agresión no se detuvo hasta que intervinieron dos jóvenes. Uno de ellos golpeó levemente con la rueda de su bici al acusado, momento en que detuvo la agresión. Antes, ha relatado, vio al agresor cómo levantaba a la víctima del suelo cuando estaba ya inconsciente y le apuñalaba tres veces. También vio cómo le clavaba dos veces la navaja a la chica, que estaba unos dos o tres metros de distancia de su padre. "Era imposible que se pudieran defender", ha manifestado. Otro joven se acercó también y entre ambos le maniataron con una comba y le quitaron la navaja que se había guardado en el bolsillo. 

También han testificado agentes de la Policía Nacional, que encontraron en el domicilio del acusado unos cuadernos en los que plasmó "ideas paranoides" durante los años 2019 y 2020 hablando de que pensaba que le seguían y le envenenaban. Además, tenía tapada la ventilación de su casa con aluminio  y había unas pesas que utilizaba supuestamente para frenar posibles radiaciones. Todos han coincidido en la frialdad del acusado ya que cuando fue detenido manifestó una "tranquilidad absoluta" y solo estuvo preocupado por una bolsa en la que llevaba 2.000 euros y que debió perder durante la agresión.

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