Talan los cipreses del patio del Museo de Huesca por su mal estado y riesgo de caída

Patrimonio ha autorizado la intervención porque la situación de los árboles planteaba peligro tanto para el edificio, declarado BIC (Bien de Interés Cultural), como para los visitantes. 

Este lunes se está finalizando la tala de los cipreses del patio del Museo de Huesca.
Este lunes se está finalizando la tala de los cipreses del patio del Museo de Huesca.
Heraldo.es

Quienes estos días visitan el Museo de Huesca, en el centro histórico de la capital oscense, se han visto sorprendidos por la desaparición de los cipreses que crecían en el patio octogonal. La tala de los árboles de gran porte comenzó hace dos semanas, tras obtener autorización de la Comisión Provincial de Patrimonio, según han informado desde el Gobierno de Aragón. Las mismas fuentes han indicado que, además, hay un decreto de la Alcaldía del año pasado que autorizaba esta operación.

Hace unos años dos de los cipreses se cayeron por tormentas, y el pasado año ya hubo que talar uno, debido a su mal estado de conservación y riesgo de caída. "La mala situación del arbolado, alguno con una inclinación evidente, plantea una situación peligrosa tanto para el edificio, declarado BIC (Bien de Interés Cultural), como para los visitantes", han explicado desde el Departamento de Cultura. "Por otra parte, el gran porte de los mismos está provocando efectos asociados no deseados de salubridad, estéticos y de daños para el resto del edificio", han añadido. Tras su apeado se llevará a cabo una sustitución por especies arbóreas o arbustivas. 

La tala, no obstante, está siendo objeto de críticas por parte de algunos colectivos patrimonialistas, como Apudepa, y de particulares. Los técnicos han indicado que la intervención está motivada porque los árboles presentaban fallos en los sistemas radiculares, dado que es una implantación bastante actual, de 1970, por una mala implantación de vivero y sobre una pradera irrigada. Asimismo, han señalado que el año pasado ya se talaron dos ejemplares que estaban en alto riesgo de fractura.  Dada la situación del entorno así como el numerosos visitantes que transitan este espacio y el valor histórico de la edificación, se consideró que era necesario renovar este arbolado con una nueva implantación de árboles. 

El edificio fue obra del arquitecto oscense Francisco José de Artiga en 1690 y se ubicó adherido al Palacio de los Reyes de Aragón. La sobriedad del conjunto se rompe al acceder a su patio interior con vegetación, porticado y también de diseño octogonal, con arcos carnapeles sobre columnas toscanas.  .

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