El físico aragonés que da nombre a tres cráteres lunares y se quedó a las puertas del Nobel

Huesca ha rendido homenaje al científico de Zaragoza Miguel Catalán en el centenario de su descubrimiento sobre los átomos.

Miguel Catalán en el laboratorio del Instituto de Óptica del CSIC.
Miguel Catalán en el laboratorio del Instituto de Óptica del CSIC.
Archivo Miguel Catalán. Fundación Ramón Menéndez Pidal.

Aragón tuvo a un físico a un paso de recibir el Nobel. No lo ganó, porque la Guerra y la represión política posterior lo apartaron 10 años de la investigación, pero su trabajo como investigador le valió quedar inmortalizado en el mundo aeroespacial bautizando con su nombre nada menos que tres cráteres de la Luna. Miguel Catalán Sañudo (Zaragoza, 1894- Madrid, 1957), descubrió hace cien años los multipletes en los espectros de átomos complejos, un hallazgo que suena a chino a los profanos, pero que el colectivo científico valora como un gran paso en el conocimiento de la estructura interna del átomo y de la estructura de la materia, de gran interés también en astrofísica, de ahí que su nombre trascendiera el planeta Tierra, aunque este honor le llegó varios años después de su muerte.

Este martes recibió un homenaje en el Instituto de Estudios Altoaragoneses de Huesca por su contribución a la ciencia. "Fue una persona extraordinaria", recuerda Gabriel Barceló Rico-Avello, alumno suyo de Bachiller y uno de los especialistas que participó en la mesa redonda para conmemorar el centenario del descubrimiento. Escribió una biografía suya y desde hace ya treinta años viene realizando un proyecto de investigación científica en dinámica rotacional, basado en ideas de él.

Grupo de cráteres lunares que lleva el nombre de Miguel Catalán.
Grupo de cráteres lunares que lleva el nombre de Miguel Catalán.
NASA

Gabriel Barceló recuerda que con 20 años, Catalán, cuya familia procedía de San Martín del Río (Teruel), dio clases en un instituto en Huesca, en 1914 y 1915. Se doctoró en Madrid y su carrera pronto se proyectó al extranjero. Recibió una beca para ir a Londres, donde realizó estudios de espectografía, para determinar, a partir de la luz emitida por una muestra de manganeso, la estructura del átomo, que en ese momento se desconocía. El descubrimiento lo hizo una noche que se quedó trabajando hasta altas horas de la madrugada. Él lo explicaba en sus clases como "si un músico oyera una partitura y pudiera interpretar cómo estaba construido ese instrumento".    

Catalán fue elegido representante español en el Comité de la Unión Internacional de Física Pura y Aplicada en 1924; en 1926 recibió el premio de la Real Academia de Ciencias de España; y en 1930, el premio internacional Pelfort. "Era tal su fama que los americanos, al conocer lo que había hecho en Londres, hablaron con el Gobierno español. Investigaron dónde trabajaba y consideraron que los laboratorios eran insuficientes. Hicieron un acuerdo con el Gobierno en los años 20 para que tuviera un mejor laboratorio, que se inauguró en 1933", explica su biógrafo.

Este currículo no pareció suficiente porque después de la Guerra Civil fue represaliado y apartado de su cátedra de Física Atómica y de la investigación. "Perdimos un premio Nóbel porque se le impidió investigar, y eso hizo que paralizase sus trabajos. Pasaron 14 años hasta que pudo de nuevo trabajar en Estados Unidos", señala Barceló. Una de sus actividades fue la astrofísica, donde se dedicó a determinar el espectro de los distintos planetas y estrellas del universo.   

La encargada de moderar el acto en el Instituto de Estudios Altoaragoneses fue Pilar Catalán Rodríguez, sobrina suya, catedrática de Botánica y profesora de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Zaragoza en Huesca, así como responsable de Ciencias Naturales del IEA. "Él formó su equipo y estuvo investigando hasta la Guerra. Le pilló en Segovia y ya no pudo viajar a Madrid", recuerda. Cuando acabó la contienda le pasaron factura sus relaciones. Su mujer era hija de Menéndez Pidal, fundadora de una escuela y seguidora del pensamiento de la Institución Libre de Enseñanza. "Le bloquearon todos los caminos. Le quitaron la cátedra, le prohibieron investigar y dar clases en la Universidad. También le retiraron el pasaporte, de forma que no se pudo ir, aunque le habían ofrecido trabajo en Estados Unidos", explica su sobrina. Durante unos años se dedicó a dar clases de Física y Química en el colegio de su mujer y a trabajar en algunas empresas.

Leyendo con calma en la casa familiar de Ramón Menéndez Pidal.
Leyendo con calma en la casa familiar de Ramón Menéndez Pidal.
Archivo Miguel Catalán. Fundación Ramón Menéndez Pidal.

En 1947 fue rehabilitado y le devolvieron la cátedra, pero no le permitieron investigar. Se fue a Estados Unidos, donde retomó los contactos. "Había perdido 10 años", cuenta Pilar Catalán, quien recuerda la brecha que supuso la Guerra y la potsguerra. "Uno de sus doctorando se marchó al frente con el espectro del hierro para ir sacando las líneas. Miguel esperaba los resultados, pero nunca se los mandó porque lo mataron". En 1952 fue nombrado asesor de la Joint Commission for Spectroscopy, organismo regulador internacional y en 1955 pasó a ser miembro de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. 

Con este homenaje del IEA se ha querido contribuir a resaltar la importancia del  investigador y maestro que fue Miguel Catalán, autor de más de 70 artículos científicos. Ya se le recordó en Zaragoza con diversos actos en 2019, en el 125 aniversario de su nacimiento. 

Pilar Catalán, a la izquierda, junto a los ponentes en la mesa redonda con la que el IAE le rindió un homenaje.
Pilar Catalán, a la izquierda, junto a los ponentes en la mesa redonda con la que el IAE le rindió un homenaje.
Pablo Segura

En la mesa redonda en Huesca, además de Gabriel Barceló, participaron Carlos González Larraga, coordinador de Formación en Tecnologías del Aprendizaje y el Conocimiento en el IES Miguel Catalán de Zaragoza, y Belén Villacampa, comisaria de la exposición inaugurada en 2019 en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza y que pudo verse igualmente en el campus de Huesca. Esta investigadora del Instituto de Nanociencia y Materiales de Aragón y profesora de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura y de la Facultad de Ciencias se sintió atraída por la figura de Miguel Catalán hace varios años. Presentó en la bienal de la Real Sociedad Española de Física una ponencia sobre las mujeres investigadoras en los laboratorios de Catalán y ha colaborado en televisión y prensa escrita para darlo a conocer al público en general.

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