Restos de la cueva de Chaves revelan que los ganaderos del Neolítico ya planificaban el ciclo reproductivo de las ovejas

El Grupo Primeros Pobladores y Patrimonio Arqueológico del Valle del Ebro (P3A), liderado por la catedrática de Prehistoria Pilar Utrilla de la Universidad de Zaragoza, participan en esta investigación.

Cueva de Chaves, yacimiento arqueológico de más de 7.500 años de antigüedad estudiado en este trabajo.
Cueva de Chaves, yacimiento arqueológico de más de 7.500 años de antigüedad estudiado en este trabajo.
Universidad de Zaragoza

El estudio de los restos de animales encontrados en el yacimiento de la cueva de Chaves, de Casbas de Huesca, en el que han participado investigadores de la Universidad de Zaragoza, ha permitido obtener datos inéditos sobre el control reproductivo y alimentario de los primeros rebaños de ovejas domésticas durante el Neolítico en el occidente mediterráneo. La modificación del ciclo natural de nacimientos afectó su fisiología para prolongar su periodo fértil.

Los resultados, excepcionales por mostrar por vez primera y de forma integrada cómo se alimentaban y reproducían los primeros rebaños de ovejas domésticas en la Península Ibérica, constituyen en la actualidad el primer referente sobre la modificación de los ritmos estacionales de reproducción de las ovejas con la finalidad de adaptarlas a las necesidades humanas.

El proyecto integra aproximaciones técnicas basadas en los análisis de isótopos estables y del microdesgaste dentario de restos de fauna arqueológicos de más de 7.500 años de antigüedad, recuperados en el yacimiento neolítico de la cueva de Chaves, ubicada en la zona del Pirineo central. En la investigación han participado investigadores de la Universidad de Zaragoza, del Museo de Historia Natural de París y del Instituto Catalán de Paleocología Humana y Evolución Social (Tarragona), que ha sido coordinada desde el Laboratorio de Arqueozoología del Departamento de Prehistoria de la UAB.

La oveja es una especie que no se domesticó de forma autóctona en la Península Ibérica. Su agriotipo, Ovis orientalis, se localiza en la zona del Levante oriental. “Lo sorprendente es la velocidad con la que se integra a la estrategia ganadera y su gran importancia económica en los primeros momentos del Neolítico. Se trata de una adopción rápida y exitosa, hecho que demuestra que los mecanismos de adaptación tanto al nuevo ambiente como a su nueva función económica eran bien conocidos y controlados por parte de las comunidades humanas. Las presiones selectivas aplicadas sobre la especie, ahora artificiales, perseguían objetivos concretos y estaban bien definidas de antemano. Estas nuevas evidencias implican un punto de inflexión importante en la investigación sobre la domesticación animal y los orígenes de la ganadería. Esto ha sido posible gracias al nuevo enfoque seguido en este trabajo, centrado en explorar los cambios en los regímenes reproductivos y alimentarios de estos primeros rebaños”, manifiesta Alejandro Sierra, primer autor del artículo recientemente publicado en la revista Journal Archaeological Science: Reports.

Este prehistoriador realizó su tesis doctoral sobre los restos de fauna de Chaves dentro del Grupo Primeros Pobladores del Valle del Ebro, hoy P3A -integrado entonces en el Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA Unizar)-, mediante una beca FPI al proyecto de investigaciónHAR2014-59042-P “Transiciones climáticas y adaptaciones sociales en la Prehistoria de la cuenca del Ebro”. Fue codirigido por las doctoras Lourdes Montes (Unizar) y María Saña (UAB) obteniendo sobresaliente cum laude y mención europea.

La investigación se ha centrado en el estudio de la gestión ganadera de las ovejas de la cueva neolítica de Chaves (5600-5300 A.N.E.) en el Prepirineo aragonés, yacimiento “espectacular por la calidad y número de restos recuperados. En la fauna de los niveles neolíticos sus 12.754 restos reconocibles, triplican como mínimo a los encontrados en otros yacimientos neolíticos de la Península, con ovejas y cabras domésticas como especies más numerosas y con la más alta presencia de cerdo de los yacimientos neolíticos, lo que daría indicio de su estabulación y del carácter de poblado estable que se le asigna a la ocupación, dentro de la gran cueva que cuenta con 3000 metros cuadrados habitables”, afirma Pilar Utrilla, catedrática de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza y directora de las intervenciones arqueológicas, investigadora principal del grupo P3A 'Primeros pobladores y Patrimonio Arqueológico del Valle del Ebro' del Instituto Universitario de Investigación en Patrimonio y Humanidades (IPH Unizar).

Mandíbulas de oveja estudiadas procedentes de la cueva de Chaves.
Mandíbulas de oveja estudiadas procedentes de la cueva de Chaves.
Alejandro Sierra

Destrucción del yacimiento

No obstante, la catedrática Pilar Utrilla lamenta que en el 2007 “el depósito arqueológico neolítico de la Cueva de Chaves fuera destruido como consecuencia de una obra ordenada por el propietario del coto de caza, Victorino Alonso, según sentencia judicial”. Y añade que no es la primera vez que la enorme riqueza en ovicápridos de este yacimiento proporciona la materia prima de investigación, tal como ocurrió con la filogenia y evolución de la Capra pyrenaica, (Ureña et al. 2011) constituyendo Chaves el 90% del material estudiado y Atapuerca el resto'.

La alteración de los ritmos estacionales de reproducción del ganado supuso un gran hito para las sociedades prehistóricas, posibilitando la obtención de carne y leche durante todo el año, aspecto que tuvo importantes implicaciones en la alimentación, en la economía y en la organización social de las primeras comunidades agrícolas, sentando las bases de las estrategias ganaderas que han perdurado hasta la actualidad. Hasta hace relativamente poco tiempo se caracterizaba a la ganadería neolítica como de incipiente, si bien las nuevas posibilidades analíticas basadas en la biogeoquímica que se han aplicado en este trabajo han permitido contrastar la práctica de estrategias ganaderas plenamente consolidadas ya desde los momentos iniciales del Neolítico”, comenta María Saña, profesora del Departamento de Prehistoria de la UAB y coordinadora del proyecto.

Los resultados obtenidos para el yacimiento de Chaves muestran que en la Península Ibérica los nacimientos de ovejas se producían también en las estaciones de otoño/invierno, lo que se considera hoy en día como paridera "fuera de estación óptima", aspecto que contrasta significativamente con los regímenes ganaderos documentados en otras regiones de Europa durante el Neolítico, con nacimientos principalmente en primavera. 

La modificación del ciclo natural de nacimientos de la oveja salvaje afectó la fisiología de los animales de esta especie, prolongando su periodo fértil. Fue el resultado de un control humano más intenso y continuado, alterando las interacciones entre hembras y machos, estrategia de cría que persiguió una mayor predictibilidad en la producción ganadera. “El parto otoñal durante el Neolítico antiguo en la cueva de Chaves confirmaría la antigüedad de esta práctica en la cuenca mediterránea occidental, implicando la combinación de la capacidad biológica de las ovejas, los conocimientos zootécnicos de los agricultores y las condiciones ambientales favorables”, afirma Marie Balasse, investigadora en el Museo de Historia Natural de París.

El estudio demuestra, además, que este mayor control y presión selectiva humana influyó también en la alimentación y las pautas de movilidad de la especie. La aplicación por primera de vez de manera combinada de los análisis de microdesgaste dentario y de isotopos estables de C13 y O18 sobre muestras secuenciales de bioapatita del esmalte de segundos y terceros molares mandibulares, ha permitido conocer que la alimentación de los rebaños de ovejas de Chaves no era muy variada, ni entre los mismos animales, ni a lo largo del ciclo anual.

Los resultados del microdesgaste muestran que las ovejas neolíticas tenían una alimentación más controlada que la de los animales salvajes que vivían en el mismo entorno y que se alimentaban en medios con buena cobertura vegetal, que apenas habrían sufrido aún el impacto humano. Las ovejas pastarían en las inmediaciones de la cueva durante la mayor parte del año, siendo alimentadas probablemente también con forraje. 

La constatación de la aportación de forraje extraordinario constituye también una novedad. “Los resultados sobre la dieta de las ovejas de la Cueva de Chaves son sorprendentes respecto a lo que estábamos esperando, documentándose regímenes con tendencia a intensivos y pautas diferenciales en la dieta entre los animales juveniles y adultos del rebaño, característica que puede relacionarse con un estrecho control sobre la producción ganadera durante estos momentos iniciales del Neolítico” declara Florent Rivals, profesor de investigación ICREA en el IPHES.

“Los resultados obtenidos sobre la reproducción y la dieta en las ovejas de Chaves son claves para el conocimiento de los sistemas económicos de las primeras sociedades ganaderas de la Península Ibérica. La nueva metodología aplicada en este trabajo pasará a ser sin duda fundamental para el estudio de la gestión animal en la Prehistoria”, concluye Alejandro Sierra.

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