Prehistoria

Pastores de hace más de 7.000 años en el Pirineo aragonés

Los trabajos arqueológicos realizados en la cueva de Els Trocs, en San Feliu de Veri-Bisaurri (Huesca), han permitido documentar en el Pirineo aragonés la primera trashumancia de Europa. 

Uno de los hallazgos más sorprendentes en la cueva de Els Trocs es la parte anterior del cráneo de un niño, de unos 6 años, que los arqueólogos llaman, familiarmente, la ‘máscara’
Uno de los hallazgos más sorprendentes en la cueva de Els Trocs es la parte anterior del cráneo de un niño, de unos 6 años, que los arqueólogos llaman, familiarmente, la ‘máscara’
Héctor Arcusa, equipo de Els Trocs

“Un pequeño grupo familiar, que se desplazaba junto a su modesto rebaño en busca de los fértiles pastos de montaña, tal vez en un año extremadamente árido y seco, fue víctima de una emboscada en la que buena parte de sus componentes fueron asesinados con ensañamiento, mientras que las mujeres más jóvenes, probablemente, fueron raptadas. Quizá, este pudo ser el origen de la historia de Els Trocs y con él el de nuestra investigación", relata Manuel Rojo, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid y codirector, junto con José Ignacio Royo, arqueólogo de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón –además de un amplio equipo transdisciplinar, formado por un nutrido grupo de especialistas en distintas áreas de conocimiento–, de las excavaciones del yacimiento arqueológico de la cueva de Els Trocs, situada a más de 1.500 m de altitud, en las cercanías de la localidad de San Feliu de Veri, en el término municipal oscense de Bisaurri.

Una investigación, que han tenido gran repercusión internacional y que ha despertado el interés de la comunidad científica y de prestigiosas publicaciones como el ‘Journal of Archaeological Science’, ‘Nature’, ‘Quaternary International’ y más recientemente ‘Plos One’. Y con razón, ya que han constatado que aquellos hombres y mujeres que ocuparon la cueva pirenaica, de manera recurrente y estacional, durante más de 2.000 años –desde el Neolítico Antiguo (finales del VI milenio cal. BC) hasta el Neolítico Final (finales del IV milenio cal. BC)–, practicaban como actividad económica de subsistencia el pastoreo del ovino, "con un sistema de explotación muy especializado para la época, que comportaba movimientos del ganado desde las tierras de la Depresión del Ebro hasta las montañas pirenaicas; es decir, que hablamos ya de una incipiente ganadería trashumante", explica Manuel Rojo. Y estas, son las primeras y más antiguas evidencias documentadas en Europa, en un momento muy temprano, que el carbono 14 ha datado en unos 7.300 años, aproximadamente. Estos más de 2.000 años de actividad en la cueva, han dejado más de medio centenar de dataciones radiocarbónicas sobre muestras de vida corta –huesos humanos, fauna (ovicaprinos, bóvidos y suidos) y semillas– y otros restos, en una secuencia estratigráfica muy bien conservada y de extraordinaria riqueza, que ha permitido documentar la vida de nuestros antecesores del Neolítico.

Detalle de la ‘máscara’ hallada en la cueva
Detalle de la ‘máscara’ hallada en la cueva
Héctor Arcusa, equipo de Els Trocs

Un hallazgo sorprendente

Uno de los hallazgos más sorprendentes de este yacimiento, se encontró junto a un nutrido conjunto de restos de fauna: la parte anterior del cráneo de un niño de unos 6 años, que, familiarmente, los arqueólogos han denominado como la ‘máscara’. "Precisando un poco más las circunstancias de su hallazgo –puntualiza Rojo–, se encontró apoyada en un bloque de piedra de mediano tamaño que, a su vez, cubría el esqueleto completo de un feto de cordero, de entre 121 y 125 días de gestación –la media normal de gestación es de 150 días–". Ambos hallazgos se han datado, pero los restos del niño son, aproximadamente, unos 300 años más antiguos que los del feto de cordero, pese a que se encontraban por encima en la estratigrafía. "Esto, nos permite plantear que, quizá, la ‘máscara’ del niño estuvo deambulando por el interior de la cueva durante varias centurias, sirviendo como eje de diversas prácticas ceremoniales, en recuerdo o conmemoración de la muerte violenta de sus antepasados, cuyos restos se depositaron allí, y que fueron víctimas del proceso de reconocimiento, ocupación y aprovechamiento de unos recursos tan valiosos para la subsistencia como eran los pastos de montaña", argumenta el investigador. 

"Nuestra hipótesis interpretativa, apunta hacia un cambio o fin de ciclo de uso de la cueva, con la excavación de dos grandes hoyos, su colmatación con depósitos intencionados y el aprovechamiento del sedimento excavado para, en cierta medida, ‘ocultar’ los huesos humanos y otras evidencias de las prácticas llevadas a cabo allí, mediante el levantamiento de una especie de túmulo de arcilla anaranjada. A partir de ese momento –desde mediados del V hasta finales del IV milenio cal. BC–, la cueva dejaría de ser un lugar donde se llevaban a cabo, principalmente, prácticas de naturaleza rito-ceremonial, para convertirse en un espacio de hábitat y refugio estacional recurrente de distintos grupos de pastores trashumantes", asegura el arqueólogo, que incide, además, en que el tipo de hallazgos y estructuras documentadas –nivel de regularización para salvar el desnivel natural de la cueva, un pavimento pétreo, numerosas estructuras de combustión, tipo hogar, abundantes echadizos puntuales de ceniza en una misma zona de cernadal…– encajan, más bien, con ocupaciones recurrentes de corta duración y carácter esporádico, quizás estacionales, en las que se buscaba calentar y secar el espacio en la medida de lo posible, así como mantenerlo limpio, para hacerlo mínimamente habitable.

El equipo de investigación, en su camino trashumante, con un rebaño de ovejas, hacia el Pirineo aragonés.
El equipo de investigación, en su camino trashumante, con un rebaño de ovejas, hacia el Pirineo aragonés
Héctor Arcusa, equipo de Els Trocs

La memoria del camino

"Esta hipótesis interpretativa, se completa con los resultados que obtuvimos de nuestro proyecto ‘La Memoria del Camino (Medelca)’, gracias al cual, pudimos acompañar a un rebaño de ovejas, durante varias etapas de su trashumancia, que iban superando progresivamente, según consumían los recursos vegetales de cada zona", cuenta Rojo. En este viaje, pudieron comprobar que, a partir del Paso de las Aras (1.904 m), localizado en la falda del monte del Turbón, comienzan los auténticos y exquisitos pastos de montaña. "Es en este sector –matiza–, donde se ubica Els Trocs y, además, a los pies de la colina de la cueva se extiende la Selvaplana, donde el pasto exuberante permanece sin madurar durante todo el mes de julio". Ya en el mes de agosto, los rebaños tienen que desplazarse, a más de 2.000 m, a los altos valles y praderas pirenaicas, para poder encontrar herbáceas con toda su riqueza. "Por tanto –aclara–, es probable que los grupos de pastores que visitaron Els Trocs, lo hicieran cada temporada para realizar cortas estancias en un buen refugio, junto a los pastos de primavera, antes de proseguir su recorrido trashumante, y a finales de verano volver a bajar por las mismas veredas o cabañeras". Sin olvidar, que la propia ubicación de la cueva, en pleno Pirineo a 1.530 m, "haría difícil que sus ocupantes pudieran vivir en su entorno de forma permanente". Con frecuencia, recuerda Rojo, las primeras nieves del invierno cierran el acceso por el puerto Coll de Fadas (1.471 msnm) y cubren toda la región con un denso manto blanco, que impide a los animales alimentarse con el pasto de las praderas o, incluso, ramonear entre los arbustos.

En ocasiones, los trabajos de excavación en la cueva de Els Trocs se han desarrollado en penosas y duras condiciones, provocadas por la humedad.
En ocasiones, los trabajos de excavación en la cueva de Els Trocs se han desarrollado en penosas y duras condiciones, provocadas por la humedad
Héctor Arcusa, equipo de Els Trocs

"Tampoco nos parece arriesgado –insiste– plantear que los grupos que ocuparon la cueva durante más de dos mil años eran pastores, aunque solo sea por el hecho de que, de los más de 20.000 restos de fauna recuperados, aproximadamente, unos 15.000 han podido identificarse como macro y meso mamíferos, y entre ellos, el 86-91% corresponden a especies domésticas. Entre estas últimas, destacan los ovicaprinos (74-86%). Parece evidente, por tanto, que una de las principales prácticas subsistenciales de los ocupantes de Els Trocs fue la ganadería lanar, fundamentalmente de ovejas". Con las evidencias registradas en la cueva, puede incluso llegar a plantearse que desarrollaron una estrategia de especialización pastoril, que fue optimizándose con el paso del tiempo. "Se observan ciertos cambios diacrónicos en la gestión de los rebaños, como el caso de los perfiles de mortalidad, que indican una tendencia creciente hacia el sacrificio de ejemplares de mayor edad, probablemente con el propósito de mantener rebaños mayores y aumentar su productividad", añade Manuel Rojo.

Estos grupos de pastores fueron ensayando y mejorando un modelo de explotación, en el que los animales pasarían buena parte del año en el llano y, desde finales de la primavera o principios del verano, hasta inicios del otoño, se moverían buscando los pastos de montaña. Según el investigador, estos desplazamientos altitudinales de larga distancia podrían considerarse, por tanto, "como el origen de las prácticas trashumantes, sin olvidar que el concepto ‘trashumancia’ lleva implícitos unos determinados parámetros socioeconómicos propios de la época medieval". Aun así, el nivel de especialización de la actividad pastoril que alcanzaron estos grupos y las prácticas que fueron implementando podrían haber sido, en su opinión, "las responsables de buena parte de la neolitización de estos espacios de alta montaña".

La investigadora Cristina Tejedor, trabajando sobre el terreno en el yacimiento.
La investigadora Cristina Tejedor, trabajando sobre el terreno en el yacimiento
Héctor Arcusa, equipo de Els Trocs

De las tierras del Ebro al Pirineo

Pero, ¿quiénes fueron estos hombres y mujeres que ocuparon la cueva? ¿De dónde procedían? Según se desprende de las investigaciones, los grupos que visitaron recurrentemente Els Trocs controlarían y desarrollarían sus actividades subsistenciales en un amplio espacio geográfico que, aproximadamente, abarcaría la vertiente sur de los Pirineos, desde la cordillera axial hasta la Depresión del Ebro. Existen dos pasos naturales que los pastores neolíticos debieron de tomar para acceder a los ricos pastos de verano del macizo central pirenaico. Pasos que, todavía hoy, son fundamentales para los pastores y sus rebaños en su ambulante camino estival: el paso de La Muria, al oeste, y el de las Aras, al este del macizo del Turbón. Ambas veredas transcurren por al entorno inmediato de Els Trocs, donde, además, se encuentran dos surgencias salinas naturales, la Era de La Muria y la Fonsalada de Espés, "que habrían sido fundamentales para el alimento y la supervivencia de los rebaños en época prehistórica". "Tras su estancia en este entorno –puntualiza Rojo–, aprovechando las praderas de la Selvaplana, los rebaños partirían hacia los pastos, a más de dos mil metros, donde permanecerían durante el mes de agosto e inicios de septiembre, tomando dos posibles caminos: hacia el Valle de Benasque, o bien hacia Viella y el Valle de Arán a través del Aneto. A su vuelta, de nuevo se detendrían en la Selvaplana, refugiándose en la cueva de Els Trocs, antes de abandonar las elevaciones pirenaicas y regresar a sus asentamientos en las tierras bajas del Ebro".

Un pequeño grupo familiar

Para el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid, adentrarse en un territorio desconocido y hostil, con buena parte de los recursos subsistenciales de que dispone un grupo, debería implicar, y más aún en épocas pasadas, un trabajo de previo reconocimiento y cierto control del espacio para evitar acontecimientos inesperados, que pudieran mermar dichos recursos, como por ejemplo el ganado. Históricamente, está constatado que esta actividad ganadera trashumante nunca resultó fácil ni exenta de peligros. Tal vez, por eso, nuestro pequeño grupo familiar, que ocupó la cueva de Els Trocs hace miles de años, encontró una muerte de forma tan violenta. "Los análisis bio-antropológicos –concluye Manuel Rojo– indican que se trata de los restos de nueve individuos: cuatro niños, de entre 5-6 años, y cinco adultos –cuatro hombres y una mujer–. Formaban parte de un grupo familiar, ya que el estudio genético ha revelado que uno de los adultos, de unos 30 años, era padre de uno de los pequeños, mientras que existe un grado de parentesco muy próximo entre el resto de adultos. Los otros tres niños compartían un ascendente maternal común, no identificado dentro del grupo analizado. La única mujer presente era de avanzada edad, unos 50 años. Muchos de los huesos de este conjunto muestran evidencias de haber sido expuestos a una extrema violencia. Especialmente cruel es el caso del cráneo de la mujer, que presenta la huella de un flechazo en el occipital, aplastamiento de parte del temporal izquierdo y dos fracturas traumáticas con objeto contundente, que ocasionaron la rotura de los huesos de la nariz".

Ubicación de la cueva de Els Trocs a los pies del Pirineo Axial. Al fondo pico Gallinero y, entre la niebla, macizo del Poset. A la derecha entrada y acceso a la cueva con la vagoneta de minero para la retirada del sedimento y rocas
Ubicación de la cueva de Els Trocs a los pies del Pirineo Axial. Al fondo pico Gallinero y, entre la niebla, macizo del Poset. A la derecha entrada y acceso a la cueva con la vagoneta de minero para la retirada del sedimento y rocas
Héctor Arcusa, equipo de Els Trocs

Un yacimiento referente en Europa

Tras la lamentable destrucción del yacimiento neolítico de la cueva de Chaves (Casbas de Huesca), en 2007, convertido en un pesebre para animales estabulados, "Els Trocs es uno de los mejores yacimientos de Europa y se ha convertido en referente, junto con las excavaciones que se están realizando en otros yacimientos del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, con los que guarda una estrecha relación", apunta José Ignacio Royo, arqueólogo de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón y codirector de las prospecciones arqueológicas de Els Trocs, que, en su opinión, están aportando un enorme conocimiento sobre la colonización de las tierras altas del Pirineo en épocas muy tempranas. "Gentes que vivían en invierno en las tierras bajas, en el llano oscense, subían en primavera con sus rebaños a las zonas altas del Pirineo, todos los años y durante dos milenios. Y esto, de forma incipiente, pero continuada y muy bien organizada, ¡ya se hacía hace 7.000 años!", exclama el arqueólogo aragonés.

"Por primera vez en Europa –continúa–, se constata una gestión ganadera integral –cuándo tenían que mover los rebaños, cuándo parían las ovejas, cuándo se sacrifican...–, que permite documentar que ya había trashumancia. Y todos estos descubrimientos tienen un interés tremendo, por ejemplo, para los compañeros del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), que se implicaron, entusiasmados, desde el primer momento. Precisamente, una de las investigaciones en curso, junto con el CSIC y el propio Manuel Rojo, es el estudio de la genética de las ovejas y de los uros, que se han encontrado el Els Trocs, que va a dar unos resultados excepcionales"

Excavación tras excavación, Els Trocs se ha convertido en un fabuloso filón de datos para comprender el proceso de neolitizacion de las tierra altas del Pirineo aragonés. Ya se ha excavado el 50% de la cueva "y tenemos muchos materiales estudiados, para empezar a obtener resultados importantes de las investigaciones", destaca Royo, que hace especial hincapié en lo complicado que resulta trabajar en este tipo de yacimientos por la gran cantidad de material que aportan. "El porcentaje por metro cúbico de material encontrado –añade–, la convierte en una de las cuevas más ricas de España en cuanto a densidad de hallazgos". Para hacernos una idea, explica que la cueva "funciona como un auténtico frigorífico natural", lo que ha permitido que los huesos encontrados «salgan en un estado de conservación excelente", que ha llamado poderosamente la atención de científicos es investigadores internacionales.

Lecho original del fondo de la cueva con gran concentración de restos humanos, de animales y cerámica
Lecho original del fondo de la cueva con gran concentración de restos humanos, de animales y cerámica
Héctor Arcusa, equipo de Els Trocs

Una experiencia extraordinaria e irrepetible

Royo no puede evitar echar las vista atrás y califica de "extraordinaria e irrepetible" esta experiencia, que comenzó en 2009, cuando en unas prospecciones que se estaban realizando para la ampliación de las pistas de esquí de Cerler, el también arqueólogo aragonés y miembro del actual equipo de investigación de Els Trocs, Héctor Arcusa, localizó el yacimiento. "Arcusa me mostró algunos materiales encontrados; enseguida me di cuenta de que aquello era algo importante y me puse en contacto con Manuel Rojo", recuerda. A partir de ese momento, las campañas de excavación se sucedieron de manera ininterrumpida hasta 2016 y volvieron a retomarse entre 2018 y 2019. El yacimiento se halla protegido físicamente desde 2010, cuando la DGA se hizo cargo del cerramiento y protección de la cueva. "Con mejor o peor fortuna, en cuanto a la financiación –aclara Royo–, el Gobierno de Aragón ha apoyado este proyecto desde el primer momento y ya estamos trabajando en su declaración como Bien de Interés Cultural, ya que es una pieza importante del patrimonio aragonés".

En los trabajos de investigación han participado especialistas de distintos ámbitos como Leonor Peña (CSIC, estudios paleoambientales), Kurtz Alt (Universidad de Mainz, Paleoantropología y ADN), Marta Moreno (CSIC, estudio de la fauna), Rafael Garrido Pena (Complutense de Madrid, documentación y estratigrafía), Cristina Tejedor e Íñigo García (estratigrafía, materiales y documentación) o Héctor Arcusa (fotogrametría digital, cerámicas e infraestructuras). Centros de investigación aragoneses del CSIC, CITA e INIA han aportado también sus científicos y conocimientos.

Inventariar y clasificar las piezas, en el laboratorio, es un arduo trabajo
Inventariar y clasificar las piezas, en el laboratorio, es un arduo trabajo
Héctor Arcusa, equipo de Els Trocs

Ahora, toca analizar y avanzar en el intenso y arduo trabajo de laboratorio, para que este dé sus frutos. "Hay decenas de miles de piezas por inventariar y estudiar. Y eso lleva años de investigación. Solo para publicar el último artículo en la revista científica ‘Plos One’, han sido necesarios más de dos años de trabajo", afirma Royo, que subraya el gran valor que entraña recuperar la cultura pastoril, que no está escrita, porque los pastores no escriben nada, y su legado pasa e generación en generación de forma oral. "A nosotros –dice–, solo nos ha quedado la cultura material y con ella tenemos que reconstruir cómo vivían, cómo pensaban".

El arqueólogo zanja la cuestión con una frase que escuchó a un pastor de Fortanete (Teruel), en un programa de televisión sobre la trashumancia desde la costa mediterránea al Maestrazgo turolense, y que recuerda que le llegó al alma: "Cada vez que muere un pastor es como si se quemara un biblioteca".

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