Un libro se adentra en la historia y secretos de la Catedral de Huesca

El historiador Antonio Naval Más revela aspectos que aún quedan por contar de uno de los edificios más emblemáticos de la capital altoaragonesa.

El profesor Antonio Naval.
El profesor Antonio Naval.
Javier Blasco/EFE

La historia, el esplendor y los secretos que todavía esconde la Catedral de Huesca llenan las páginas de un libro escrito y editado por el historiador Antonio Naval Más que refiere los innumerables avatares que dieron forma a un edificio monumental que todavía se alza por encima de los del resto de la ciudad.

¡La Catedral de Huesca' es el tercer libro dedicado por el historiador a este conjunto monumental, tras otros dos que se adentran en el prácticamente desconocido entorno catedralicio, uno de los pocos del país no devorados por la presión urbana ni desmontados pieza a pieza para su venta como material de obra.

Naval Más asegura haber intentado aportar "algo nuevo" en el completo estudio realizado de todos los elementos arquitectónicos y artísticos contenidos, desde los más evidentes y visibles hasta los imperceptibles, desaparecidos o situados fuera de los espacios habituales por los que transita el público.

Uno de los aspectos sobre los que llama la atención es la "depuración" que sufrió la decoración del interior del templo tras la Guerra Civil para tratar de adecuar el contenido a los preceptos de sencillez y de claridad del mensaje del Concilio Vaticano II.

Durante las décadas siguientes a la contienda, se eliminaron pinturas barrocas de cierto valor debido a la desvalorización de este estilo artístico en esos años, y se quitaron, para eliminar elementos decorativos que se interponían entre los fieles y los religiosos, una verja interior y la valiosa sillería del coro.

"Se pretendió fomentar la participación de los fieles en los ritos y que la doctrina fuese lo más clara posible, y por eso se descartaron la sillería, la verja, piezas de los retablos de las capillas interiores y el arte barroco por el único delito de ser barroco", subraya el historiador.

Naval destaca que el libro estudia aspectos nuevos que no habían sido estudiados hasta ahora, como una cenefa labrada en la piedra que rodea a gran altura todo el interior de la catedral, con imágenes de contenido moralizantes que no se pueden ver desde el suelo de piedra.

Algunos de estos elementos se depositaron en los almacenes de la catedral, otros, como la verja interior, viajaron a otras zonas, y algunos de interés desaparecieron durante las obras que llevaron a cabo empresas de la construcción en el interior del templo, entre otros una vidriera antigua.

En cualquier caso, Antonio Naval asegura que la Catedral de Huesca merece una visita más allá de un simple paseo turístico, porque, a su juicio, "se trata no sólo de ver sino de mirar" todos los tesoros que contiene.

Pero el historiador es consciente de que hay una "catedral oculta" que no está al alcance todo todos, como las criptas que se encuentran bajo los ábsides laterales o la "extraordinaria" escalera de caracol que lleva a la pequeña capilla del Sacramento que se ubica tras el retablo mayor.

Una escalera, señala el historiador, que se constituye en sí misma en "una escultura a la que el espectador puede acceder".

¿Una cripta?

Al margen de los elementos almacenados u ocultos al público en general, Naval asegura estar convencido de la existencia de una gran cripta bajo el ábside central del templo, cuya entrada, sin embargo, no se ha encontrado a pesar de las búsquedas realizadas.

Su convicción parte del trabajo de geo-radar realizado por un equipo de la Universidad Complutense, que llevó a cabo un escaneo de toda la catedral.

Antonio Naval sospecha que el escultor aragonés Damián Forment rellenó y selló la cripta central cuando esculpió, en el primer tercio del siglo XVI, el monumental retablo central, ante la posibilidad de que su peso, alrededor de 230 toneladas, hundiera el suelo del altar mayor.

El historiador es también consciente de la necesidad de acometer un programa de obras de rehabilitación de todos los elementos arquitectónicos del entorno catedralicio.

A su juicio, "es maravilloso y admirable que no se utilizase este entorno como cantera para material de construcción, y lo cierto es que es extraño se haya conservado todo", entre otros elementos dos inusuales arcos visigodos.

Por esta razón, considera necesario reanudar las escuelas taller que se llevaron a cabo años atrás con el apoyo de las instituciones en algunos puntos de este entorno. 

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