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El acusado por asesinar de 84 cuchilladas a su exmujer en Monzón se escuda en que "unas voces me decían que la matara"

Fiscalía, acusación particular y acción popular (DGA) sostienen que el procesado fue plenamente consciente de sus actos. La defensa, mientras, alega que "no controló sus impulsos por un trastorno metal transitorio".

Mamadou D. se enfrenta a un jurado popular por matar de 84 cuchilladas a su ex pareja, Rokhaya, en Monzón en presencia de sus hijos de de 4 y 8 años.
Mamadou Diagne se enfrenta a un jurado popular por matar de 84 cuchilladas a su ex pareja, Rokhaya, en Monzón en presencia de sus hijos de de 4 y 8 años.
Roger Navarro

Mamadou Diagne mató de 84 cuchilladas a su ex mujer, Rokhaya Diop, delante de sus dos hijos, de 4 y 8 años, en Monzón el 25 de noviembre de 2018 "porque unas voces me decían que la matara". Así lo ha manifestado en la primera sesión del juicio con jurado que celebra esta semana la Audiencia Provincial de Huesca y en el que se enfrenta a una petición de 25 años de cárcel y una indemnización de 300.000 euros para los dos menores de esta pareja senagalesa por un presunto delito de asesinato con los agravantes de parentesco y de género. Ambos niños están recibiendo tratamiento psicológico por estos hechos y se encuentran bajo la tutela temporal del hermano de la víctima.

Tanto la acusación particular como la acción popular, ejercida por el Gobierno de Aragón, se han sumado a la petición de la Fiscalía, mientras que la defensa plantea una eximente por trastorno mental transitorio y, alternativamente, una eximente incompleta con atenuante de obcecación, solicitando su puesta en libertad y su ingreso en un centro psiquiátrico durante 10 años.

El acusado y la víctima se casaron en 2009 y cuatro años después Rokhaya presentó una denuncia por violencia de género en el Juzgado de Monzón que se archivó. En 2017 se separaron porque, según él, "el matrimonio solo funcionó bien un año, cuando consiguió los papeles todo cambió y se acabó". Pese a ello, unos meses antes de los hechos volvieron a convivir juntos. Y eso que Mamadou Diagne ha asegurado que llevaba "uno o dos años" oyendo "voces" en su cabeza que "cada día" le repetían "mátala, mátala" porque le estaba "engañando".

Ha relatado que aquel fin de semana se llevó a sus dos hijos a Binéfar pero el domingo 25 de noviembre su exmujer le pidió que los trajera de nuevo a Monzón a hacer los deberes. Cuando llegó a casa, sobre las 13.00, recuerda que empezaron una discusión por unos zapatos "y luego pasó lo que pasó", ha afirmado. Y es que ha insistido en que no se acuerda haber ido a la cocina a coger un cuchillo de 17 centímetros con los que la agredió repetidamente en varios órganos vitales hasta causarle la muerte. A preguntas de su abogada, ha señalado que "nunca" quiso matar a Rokhaya y que gracias al tratamiento psiquiátrico que está siguiendo en prisión ha notado "mejoría". Ha admitido que del momento de los hechos solo recuerda a su hija mayor preguntándole: "Papá, ¿qué haces?"

Precisamente el jurado ha podido escuchar una grabación de la estremecedora declaración que hizo en su día la hija de 8 años ante una psicóloga forense del Instituto de Medicina Legal de Aragón. La niña ha confirmado que sus padres discutían a veces y que vio a su padre acuchillar a su madre. Le dijo que parara, pero no le hizo caso por lo que fue a pedir ayuda a una tía que vivía en el mismo edificio. 

Ante el jurado popular, la fiscal ha justificado su petición de condena por un delito de asesinato porque el acusado apuñaló 84 veces a la víctima, "que no tuvo ninguna posibilidad de defenderse ni de huir de su domicilio", ha subrayado. Además, considera que Mamadou D. tenía plena capacidad para "entender y querer hacer lo que hizo". También la acusación particular ha reclamado la máxima condena de 25 años de cárcel por matar "deliberadamente" y agravar su dolor con 95 cuchilladas "gratuitas" y ha advertido al jurado que el acusado "tiene derecho a mentir". Mientras, el letrado de la DGA ha recalcado que el procesado fue "plenamente consciente" de su agresión.

Por su parte, la defensa ha atribuido los hechos a un "trastorno mental transitorio que mermó sus capacidades intelectuales y que le impidió controlar sus impulsos y actos". Una afirmación que, según la letrada, corroboran "varios informes médicos".

Amigos, vecinos y familiares declaran como testigos

También han declarado varios vecinos, amigos y familiares en calidad de testigos. Todos ellos han coincidido en que sabían que tenían "problemas" de pareja aunque "nunca" oyeron peleas, gritos "ni una palabras más alta que otra" en el domicilio de Monzón. Además, algunos de ellos han confirmado que Rokhaya les había pedido dinero en varias ocasiones para pagar las facturas y el alquiler del piso "porque su marido no le ayudaba". 

Dos de los testigos, parientes del acusado, han admitido que Mamadou Diagne les había comentado en alguna ocasión que oía "voces" en su cabeza. Mientras, otra testigo ha asegurado que la víctima le contó que su exmarido le había amenazado de muerte. 

Un amigo de la pareja fue uno de los primeros en llegar al domicilio, antes incluso de que lo hiciera la Policía. Ha relatado que el propio Mamadou le abrió la puerta y le acompañó al lugar donde su mujer estaba muerta tendida en el suelo. "Le pregunté si había sido capaz de hacer esto, se lo repetí tres veces, pero no me contestó. Pero cuando le dije que con lo que había hecho, había matado a toda tu familia y me dijo que no dijera esto. Y entonces me dijo que Rokhaya le había comentado que a él le quedaban cuatro días de vida por una cosa que le habían hecho en su corazón y él le contestó que él no iba a morir y ella iba a seguir viviendo, y por eso la mató", ha recordado. Y entonces le advirtió de que iba a llamar a la Policía. Ha asegurado, además, que en todo momento Mamadou D. le habló "tranquilo".

Una vecina ha relatado que aquella mañana se enteró de lo ocurrido cuando la hija de la pareja llamó "llorando" a su puerta y le pidió ayuda manifestándole que su padre estaba apuñalando a su madre. Ella fue a la vivienda y vio la cabeza de la víctima en el suelo y sangre, y entonces regresó a su casa corriendo y cerró la puerta. 

La muerte de Rokhaya causó una gran conmoción en Monzón, donde vivía desde hacía años y era muy conocida. Había participado en programas de inserción laboral de Cáritas y mantenía contacto con los Servicios Sociales de la Comarca. Cuando ocurrió el suceso, trabajaba en la brigada del Ayuntamiento y estaba tramitando el divorcio con el agresor. Ambos tenían 42 años.

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