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Una oscense en Florencia: "Al principio parecía todo de película, pero ahora ya empiezo a tener miedo"

Ana Bescós y su familia llevan ya 11 días confinados en su casa y lanzan un consejo a sus familiares y amigos españoles: "La única forma de ayudarnos es estando alejados unos de otros".

Ana Bescós junto su pareja Andrea Missud y sus hijos Francesco, de 7 años, y Anita, de solo cuatro meses.
Ana Bescós junto su pareja Andrea Missud y sus hijos Francesco, de 7 años, y Anita, de solo cuatro meses.
A. B.

"Cuando se empezó a hablar del coronavirus aquí me parecía todo una película porque nunca había vivido algo semejante, pero ahora ya empiezo a tener miedo". Es el testimonio de Ana Bescós, una oscense que ha echado raíces en Italia después de que hace 15 años fuera de Erasmus a estudiar trabajo social. Lleva ya 11 días confinada en su casa de Incisa Valdarno, a 19 kilómetros de la majestuosa ciudad de Florencia, con su pareja, Andrea Missud, y sus hijos, Francesco, de 7 años, y Anita, de solo cuatro meses. Y por su experiencia, lanza un consejo a sus familiares y amigos en España: "La única forma de ayudarnos es estando alejados unos de otros hasta que esto pase".

Ana ha asumido este 'encierro' obligatorio con resignación y por ello no hace planes a largo plazo. Echa de menos a su familia y lamenta la imposibilidad de poder viajar a España, por ejemplo, pero asegura también que ha aprendido que existe una forma de estar cerca de sus seres queridos aunque estén lejos en la distancia gracias a las redes sociales y a internet. "Es una nueva vida social", afirma. Además, están entretenidos con todas las iniciativas particulares que, al igual que en España, están surgiendo desde el mundo de la cultura para hacer esta situación menos penosa. 

En su caso, por suerte, viven en una urbanización y tiene un pequeño jardín. "Tenemos que estar separados con los vecinos y hablamos desde lejos para mantener la distancia de seguridad, pero nos sentimos también más acompañados", apunta.

Ana asegura que su principal deseo cada día es que el dramático pico de infectados y de fallecidos en Italia, donde ya han superado en muertos a China, aunque de momento lo ve muy lejano. Además, teme que aunque las cifras comiencen a descender en el norte del país, donde ahora se concentran la mayoría de víctimas, repunten los casos luego en el sur "porque cuando ordenaron el confinamiento 50.000 personas se marcharon hacia sus casas y pudieron llevar muchos contagios pese a ser asintomáticos". En caso de que sus temores se hagan realidad, cree además que la situación podría ser incluso peor que la de ahora ya que el sistema sanitario de esa parte del país no tiene tanto nivel como el del norte, donde están las zonas más ricas e industriales. 

Su pareja, Andrea, responsable de una empresa que presta servicios telefonónicos, teletrabaja desde casa -al igual que todos sus empleados- y desde el día 10 de marzo solo ha salido un par de veces a la calle para hacer compras de alimentos ya que afirma estar concienciado. "Mantener el aislamiento social es la única receta que está funcionando para no extender el contagio y evitar que se saturen los hospitales, que es el principal peligro", subraya. 

En Italia la pesadilla comenzó el 23 de febrero, cuando comenzaron a aplicarse las primeras medidas ante la aparición de dos focos en Lombardía y Veneto, el corazón económico del país. Entonces comenzaron los confinamientos que se fueron ampliando hasta que el día 10 de marzo se aplicó ya el estado de emergencia a todas las regiones. Además, comenzó una laboriosa búsqueda del 'paciente cero' que resultó ser un joven alemán de 33 años. 

"La gente no respetó al principio esta medida y se iba tan tranquila a trabajar, a hacer deporte, a comprar todos los días... Y se fue extendiendo el virus con el problema de que, como en España, aquí tenemos una población muy envejecida que está en riesgo", relata Andrea, quien está al tanto de las noticias de España y advierte de que "la curva va más rápido que en Italia". No obstante, cree que "al menos parece que allí habéis entendido pronto la importancia de seguir las medidas". Ahora en el país transalpino ya parece estar todo el mundo sensibilizado por fin y la prueba son las imágenes de las grandes ciudades totalmente vacías.

Respecto al elevadísimo número de fallecidos, recalca que la edad media está en 79 años y medio y que entre los 300 niños infectados hay muy pocos casos graves. "Toda la esperanza es que el pico del que todo el mundo habla llegue cuanto antes, sobre todo para reducir el número de enfermos en las ucis", destaca.

Ana y su familia viven en la Toscana, donde suman 1.400 infectados y 17 muertos, todos ellos mayores de 80 años salvo un carabinieri de 54. Están a 300 kilómetros de Lombardía, epicentro de la tragedia que está viviendo Italia, aunque ahora también se está agravando la situación especialmente en las provincias de Bérgamo y Brescia. Son las zonas más industriales y por ello, una teoría que ahora recorre Italia es que el coronavirus está golpeando especialmente a los lugares donde hay más contaminación medioambiental por los problemas de vías respiratorias que sufren sus habitantes. Y es que en Roma, por ejemplo, pese a su tamaño, hay apenas 800 casos en comparación con los 15.000 de Milán porque se ha reducido mucho la contaminación en los últimos años.

Con todo, Andrea Missud afirma sentirse "orgulloso" del sistema sanitario de Italia. "Está respondiendo bien, el problema es que con tantos miles de infectados quizá se necesiten 50.000 ucis y no puede haber tantas disponibles". Para reducir este colapso y las trágicas cifras con 400 muertos diarios de esta semana, cree que la solución pasa por que los más mayores se encierren en sus casas hasta el verano, por lo que no descarta que el Gobierno italiano endurezca aún más las medidas.

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