homenaje

Divina Campo, una fotógrafa pionera en Huesca "en tiempos en que todo era pecado"

La Diputación Provincial publica un libro con algunas de las 17.000 imágenes tomadas por la primera mujer profesional de la fotografía.

Divina con su cámara cuando trabajaba en Huesca como fotógrafa.
Divina con su cámara cuando trabajaba en Huesca como fotógrafa.
Fondo Divina Campo/Fototeca de la Diputación

La Fototeca Provincial de Huesca custodia un amplio fondo de imágenes pero pocas han salido de la cámara de una mujer. El monopolio masculino se rompió cuando en 2016 se descubrió la existencia de una fotógrafa profesional que trabajó en Huesca en los años 50, Divina Campo, y que estuvo a la sombra de la marca comercial de su padre, M. Campo. Una pequeña parte de las 17.096 fotografías donadas por ella a este archivo aparecen ahora en el libro ‘Divina Campo. La mirada de una pionera’, escrito por el colectivo 4F (Lara Albuixech, Lorena Cosba, Tamara Marbán y Judith Prat) por encargo de la Diputación de Huesca y presentado este viernes en la sede de esta institución.

Divina Campo, ya con 89 años, ha restado importancia a su trabajo y sobre todo a su papel como primera mujer fotógrafa de Huesca. "Yo no me preocupaba de si la gente me miraba o no. Hacía fotos sencillas, que por lo visto ahora tienen mucho valor", dice con modestia. Sus imágenes son directas, porque "cuando algo me gustaba, enfocaba y disparaba, sin poses".

Divina Campo, en la presentación del libro sobre su obra en la Diputación.
Divina Campo, en la presentación del libro sobre su obra en la Diputación.
Fondo Divina Campo/Fototeca de la Diputación

El acto le permitió rememorar aquel laboratorio fotográfico llamado Fotos Campo que su padre ubicó en la casa familiar, en Coso Alto número 88 (actualmente 78) y que le hizo abandonar sus estudios a los 13 años, en segundo de Bachiller, para iniciar una carrera profesional en esta actividad. Empezó de auxiliar, revelando y haciendo copias, hasta que en 1954 cogió la cámara y salió a la calle. Una trayectoria que sería breve y acabaría en 1958, cuando se mudó a Lérida. Cuatro años le dieron para retratar una época, los usos y costumbres de una pequeña capital de provincias y sobre todo a los oscenses. Escenas cotidianas de una ciudad que empezaba a recuperarse de la postguerra.

Su primera foto fue de una boda. Este tipo de trabajos, junto a los retratos de niños, coparon en buena medida su actividad. Se acuerda sobre todo de dos. "Hice una boda en la cárcel. Fuimos el párroco de Santo Domingo y yo. Estar dentro me impresionó. También la foto de una niña que murió prematuramente. Me llamó la familia y la vistieron con una túnica". Asimismo quedaron plasmadas en su cámara sagas locales ilustres como los García-Bragado o los Lapetra.

"Todo era pecado"

Le tocó vivir "unos tiempos en los que todo era pecado", pero asegura que no se sintió víctima del machismo imperante en los años duros de la dictadura. "Quitado el párroco de San Lorenzo, que me prohibió subir al altar, y al que al final convencí". Y apostilla: "Era una parroquia a la que iban los ricos". Sin embargo, no era ajena al momento político y social y a su condición de primera fotógrafa, "porque mi hermana trabajaba de enfermera en un hospital de Lérida y cuando se casó tuvo que dejarlo".

Una de las fotografías recogidas en el libro sobre la Huesca de los años 50.
Una de las fotografías recogidas en el libro sobre la Huesca de los años 50.
Fondo Divina Campo/Fototeca de la Diputación

Su obra la descubrió por casualidad María Jesús Buil, la fallecida galerista de La Carbonería. "Mis hijos iban mucho por allí y le comentaron que yo era fotógrafa. Preguntó qué había hecho con los negativos y contactó con la Fototeca de la Diputación. Gracias a ella estoy aquí".

La edición del libro ha estado en manos del colectivo 4F, formado por fotógrafas aragonesas que buscan revalorizar el trabajo de las mujeres. Tamara Marbán, representante del mismo, destaca la obra de Divina Campo como "testimonio de Huesca, de unos años y de una manera de mirar que es inaudita en la fotografía local". "Cuántas mujeres nos hemos dejado por el camino, fotógrafas o de otras profesiones. Divina llegó a coger la cámara pero cuántas no lo hicieron porque les cortaron las alas". Su mirada, añade, "tiene una frescura difícil de encontrar en sus coetáneos, quizá porque al ser mujer entró en espacios domésticos, no solo a nivel físico sino también emocional".

Otro imagen de la vida cotidiana de Huesca en los 50.
Otro imagen de la vida cotidiana de Huesca en los 50.
Fondo Divina Campo/Fototeca de la Diputación

Fotos con vida propia

Por su parte, la diputada Sofía Avellanas califica sus fotografías como un "auténtico tesoro" porque atestiguan el devenir de una época en la ciudad de Huesca. "En sus instantáneas se siente el pulso vital de los retratados y hasta su respiración. En algunas incluso se oye la risa de una niña que chapotea en una piscina o la música en un baile de una boda, el sonido del gentío desde un velador en los porches de Galicia; el silencio en el interior de un hogar; las animadoras en un partido de fútbol juvenil o la actuación de la Agrupación de Danzantes en el año 55".

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