el proyecto piragua

La amenaza del cambio climático en los ríos del Pirineo: menos caudales y deshielos anticipados

España, Francia y Andorra colaboran en el primer estudio global sobre el impacto que tendrá la reducción de recursos hídricos en los abastecimientos o el paisaje.

Crecida del Cinca en el túnel de las Devotas, en la carretera de Aínsa a Bielsa.
Crecida del Cinca en el túnel de las Devotas, en la carretera de Aínsa a Bielsa.
Mamen Pardina

El cambio climático reducirá las aportaciones de los ríos del Pirineo con efectos en un amplio territorio que va de San Sebastián a Gerona, de Burdeos a la desembocadura del Ebro, donde viven millones de personas. Su régimen estacional también se verá modificado, con caudales más elevados en invierno (llueve más y nieva menos), deshielos más tempranos y estiajes más prolongados. Son las perspectivas planteadas en el denominado proyecto Piragua, un estudio en el que colaboran España, Francia y Andorra, encargado de realizar una evaluación y diagnóstico de los recursos hídricos del Pirineo frente a las amenazas del cambio climático, y de hacer una prospección para la adaptación de diferentes sectores, desde la producción de energía hidroeléctrica al turismo. Y es que las consecuencias se notarán incluso en paisajes como las emblemáticas cascadas del Parque de Ordesa.

El proyecto Piragua arrancó en el 2018 y se prolongará tres años. Por primera vez se estudiará toda la cordillera, entre el Cantábrico al Mediterráneo. "Los Pirineos son unas montañas de agua, es uno de sus elementos definitorios: glaciares, nieve, cascadas, ríos...», señala Santiago Beguería, el investigador principal, que es científico del CSIC y vicedirector de la Estación Experimental de Aula Dei de Zaragoza. Esta ‘fábrica’ de recursos hídricos sirve a un territorio que va más allá del macizo, hasta Zaragoza, la desembocadura del Ebro, las cuencas internas catalanas, como la del río Llobregat, o el Garona. Un territorio extenso y diverso con millones de habitantes y cientos de miles de hectáreas de cultivos, de ahí la importancia del estudio.

Piragua es un proyecto Poctefa financiado con fondos europeos Interreg en el que colaboran organismos de los tres países que comparten los Pirineos, como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, las universidades del País Vasco y Barcelona, el Observatorio de Sostenibilidad de Andorra, el Instituto Geológico y Minero de España o el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) francés.

"Al ser una región tan fragmentada y compartida entre numerosas administraciones, hay estudios parciales, de la Confederación Hidrográfica del Ebro o de la Agencia Catalana del Agua, pero nunca se ha hecho una evaluación de toda la cordillera", aclara Beguería. El proyecto parte de evidencias sobre el pasado reciente: las precipitaciones en los Pirineos han disminuido un 2,5% por década en los últimos 50 años, las temperaturas han aumentado en 1,2 grados y también ha variado el régimen de innivación, según datos del informe del Observatorio Pirenaico del Cambio Climático (OPCC).

Todo esto afecta a los ríos. Los investigadores del proyecto Piragua han comprobado el descenso de caudales anuales, pero también las modificaciones en su régimen estacional. "Los estiajes son cada vez más prolongados y empiezan antes. Por contra, los caudales de invierno son más altos que hace medio siglo porque llueve más y nieva menos. Las típicas crecidas de mayo (los mayencos) cada vez se adelantan más y ahora son más características de abril", afirma Beguería, quien habla de "una cierta mediterranización, por lo menos en el lado español". Asimismo, se producen modificaciones en la torrencialidad, que va a menos, con una reducción de arrastre de sedimentos que deja huella en la morfología de los ríos.

Todas estos cambios no se deben únicamente al aumento de las temperaturas sino a la profunda transformación en los usos del suelo. El abandono de actividades como la ganadería o la agricultura y el consiguiente aumento de la masa forestal han tenido un impacto en el funcionamiento hidrológico.

Las presas atenúan los efectos

El estudio parte de todas estas evidencias para hacer proyecciones de futuro, conectando los modelos hidrológicos con las previsiones del cambio climático del proyecto Climpy, donde están los grandes organismos meteorológicos de los países pirenaicos, "para ver qué puede pasar en el futuro con los ríos".

No obstante, el ciudadano no percibe estos cambios en su verdadera dimensión, precisa Beguería, porque están siendo modulados por los embalses, encargados de la gestión de los recursos. "El sistema es resistente. La explotación de los embalses hace que si bien los cambios se observan en los caudales naturales, no se aprecien en los abastecimientos, de momento. ¿Qué pasará en el futuro cuando haya menos agua y probablemente una mayor demanda?", se pregunta.

Siete estudios sectoriales

El proyecto Piragua desarrolla siete casos de estudio sobre estrategias de adaptación de distintos sectores socioeconómicos. Uno de ellos se refiere a la producción hidroeléctrica y a cómo los cambios en los caudales afectarán a este tipo de energía, haciendo simulaciones para modificar su gestión de cara a optimizar la producción. Otro son los regadíos. Y es que Riegos del Alto Aragón, la zona irrigada más grande de la Unión Europea, depende al 100% de las aguas del Pirineo. Las explotaciones forestales o los abastecimiento urbanos también son objeto de análisis particulares. Se estudian, por ejemplo, los conflictos entre los usos en un caso concreto, el de Andorra, donde hay una competencia importante.

Otro impacto es en el turismo. En espacios protegidos como el Parque de Ordesa, con cientos de miles de visitantes, el agua es el recurso que alimenta elementos tan icónicos como la cascada de Cola de Caballo, recuerda Santiago Beguería. En Francia se analiza el efecto en una turbera. Y por último, son objeto de estudio los eventos extremos, la torrencialidad, "el agua como un riesgo". Dentro del proyecto se está realizando el primer catálogo de avenidas torrenciales del Pirineo, para ver la tendencia y qué zonas son más afectadas.

Menos agua en la mitad de las estaciones de aforo del Ebro

El informe presentado por el Observatorio Pirenaico del Cambio Climático en 2018 ya apuntaba transformaciones en las aportaciones medias de muchos ríos de los Pirineos en las últimas décadas, atribuidas tanto a causas climáticas como a cambios en los usos del suelo y de la cubierta vegetal, "resultando complicado cuantificar la influencia de cada factor por separado". En la cuenca del Ebro se detectaron descensos significativos de caudal anual en más del 50% de las estaciones de aforo estudiadas entre 1950 y 2010. 

Además, la nieve es un factor decisivo y según ese mismo informe la acumulación por debajo de los 1.500 metros podría llegar a reducirse en un 78% en el último cuarto del siglo XXI. La incidencia podría trasladarse a la calidad y cantidad de las aguas subterráneas, con una disminución en la recarga de los acuíferos de hasta un 20% en algunas zonas a mediados de este siglo, según las proyecciones de la OPCC, algo que tendría una repercusión directa en los manantiales.

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