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Torres de Alcanadre: El encanto de vivir en tierra de frontera

Torres de Alcanadre y La Cuadrada forman uno de los municipios más pequeños del Somontano, y mantienen el pulso a la despoblación a través de la agricultura y unos servicios dignos.

La ubicación estratégica de Torres de Alcanadre, en la encrucijada del Somontano, La Hoya de Huesca y Los Monegros, confiere una identidad propia a este municipio. Sus paisajes recuerdan a la estepa monegrina; están atravesados por el río Alcanadre, que da apellido a uno de los municipios más pequeños del Somontano. También se encuentran llanuras propias de La Hoya y unas condiciones climáticas parecidas a las de la sierra de Guara.

Estar en esa ‘tierra de nadie’, prácticamente equidistante de las capitales de comarca (Barbastro, Huesca, Sariñena y también Monzón) supone una ventaja para el centenar de vecinos que viven entre Torres de Alcanadre y su núcleo agregado, La Cuadrada. Viven a caballo de sus pueblos –donde tienen su medio de vida en la agricultura– y las citadas cabeceras comarcales, donde se prestan más servicios y se genera la vida social.

A pesar de este panorama socioeconómico, Torres de Alcanadre ofrece calidad de vida. Dos veces a la semana hay visita del médico; todas las mañanas acude el panadero y una vez a la semana, el frutero; el colegio está en la vecina Peralta de Alcofea –hace unos años se cerró la escuela local por falta de niños-, hay bar y local social y extraordinarias vistas a un paraje moldeado por la erosión del río Alcanadre, que constituye su principal baza a la hora de atraer el turismo de naturaleza.

La ganadería y la agricultura (el cultivo de maíz, alfalfa y guisantes) son la base de la economía local, como en tantos otros municipios de la comarca; también se cuenta con una casa de turismo rural para albergar a los turistas que van buscando la calma y la paz que da el campo.

Torres de Alcanadre posee un complejo deportivo con piscinas, frontón y un local para actos sociales y parque, amén de una majestuosa iglesia dedicada a la Asunción de Nuestra Señora, templo del siglo XVI encuadrado en el estilo barroco popular. Hace escasos años, y gracias a las ayudas de fondos europeos, se rehabilitó la ermita dedicada a San Bartolomé y se acondicionó una zona de esparcimiento para recibir a los romeros que acuden cada Lunes de Pascua, además del 24 de agosto, fiesta patronal. Enclavada en una loma, es el mejor punto para divisar la grandeza del río Alcanadre y el impacto que ha tenido en este territorio como generador de bosques de ribera, que sobrevuelan águilas reales, alimoches o búhos reales.

Las dos caras de la calma

"La mayoría del pueblo nos dedicamos a la agricultura. Durmiendo cada noche debemos estar entre 50 y 60 personas, pero no hay gente joven. Es un problema que tenemos en los pueblos, la gente de mi quinta no se quiere quedar, aunque aquí vivimos muy a gusto, demasiados tranquilos", afirma Miguel Arazo, uno de los pocos jóvenes del pueblo.

Como es habitual en el medio rural, el paisaje humano se transforma en vacaciones; en Semana Santa, los descendientes de Torres de Alcanadre regresan a la casa familiar. Es el caso del taxista barcelonés Pedro Moreno, que este Jueves Santo regresó con su mujer e hijo para reencontrarse con el pueblo. "Venimos a pasar unos días en Semana Santa y verano. El pueblo se ve con melancolía desde lejos; aquí se está tranquilo, y el niño siempre quiere venir. Se junta con su prima, juegan en la calle con las bicis... no tiene nada que ver con Barcelona, pasar aquí unos días es fantástico", explica.

La Cuadrada

La mayoría de los 92 habitantes censados viven en Torres de Alcanadre; en torno a una veintena están en la vecina La Cuadrada, aldea que mantiene intactas tradiciones como la de celebrar fiestas con motivo de la advocación de cada casa, o reunirse en el local social por San Valentín o San Roque, patronos locales.

Pablo Naval es concejal del municipio desde hace 16 años. Vive con su familia en Monzón, pero cada día acude a La Cuadrada para hacerse cargo del cultivo y las granjas de su familia. Es un auténtico enamorado de La Cuadrada y de la vida en el medio rural. "Tenemos olivo, almendro, viñas y cerdos. Todos los que vivimos aquí somos agricultores que vienen el fin de semana a cultivar, porque aquí sólo duermen a diario quince personas. Esto no es un pueblo vaciado, es un pueblo vacío. Intento inculcar a mi hijo lo que es el campo y lo bien que se puede vivir aquí, pero... no hay más niños".

La Cuadrada cuenta con local social, merendero y parque infantil. El pueblo gozó de un esplendor antaño como atesora lo que queda de su iglesia, con marcas de cantero, desplomada hace años. Ahora el culto religioso se celebra en las antiguas escuelas. El concejal anima a descubrirlo. "Tenemos de todo. Estamos a 30 kilómetros de Barbastro, Monzón y Sariñena, y a 38 de Huesca. Moverse no es un problema. No cambiaría mi infancia aquí por nada del mundo".

La Cuadrada conserva centenarios pozos con norias de piedra para regar

Los agricultores de La Cuadrada han sabido arreglárselas, a pesar de no tener una fuente de abastecimiento de agua garantizada. En los años 60 del siglo pasado, la construcción del Canal del Cinca acabó quedando lejos de la población, que no obtuvo suministro para sus campos de secano. Los vecinos tuvieron que recurrir a los pozos centenarias y las norias para extraer agua.

Con ayuda de un zahorí de Monzón, que indicó la existencia de manantiales subterráneos, la Casa Naval construyó un pozo y una su noria; así lo recuerda Pablo, descendiente de esta saga. Es uno de tantos pozos y norias que proliferan en el paisaje hortícola de La Cuadrada; llegó a haber una treintena. Muchos tienen siglos de antigüedad, y son el reflejo del ingenio del hombre por sacar el máximo partido al medio rural que habita. Antes eran los burros los que tiraban para subir el agua a la superficie; hoy en día, la extracción se realiza por motores o de forma manual. Sin pretenderlo, esta proliferación de pozos se ha convertido en un reclamo turístico para la localidad, ya que se reciben las visitas de muchos curiosos.

La apuesta de un joven matrimonio por la agricultura ecológica en Torres de Alcanadre

Enrique Javierre es hijo de Torres de Alcanadre, y ha regresado junto a su familia a la casa paterna para emprender un proyecto vital en torno a la agricultura ecológica. Cultiva árboles (manzano, olivo, almendro y nogal), y tiene una huerta con el sello que se otorga a la agricultura ecológica. Además, mantiene los cultivos tradicionales heredados de sus antepasados. Los productos de Enrique se venden al consumidor directamente en mercados como el Agroecológico, que se celebra una vez a la semana en Huesca, o el de Barbastro (cada sábado por la mañana); también distribuye a tiendas especializadas con el sello ‘Huerta Alcanadre’. Es el único cultivo ecológico que se produce en esta localidad.

Enrique vivía hasta hace dos años en Huesca con su pareja, Alicia Bergua (de Sariñena), pero decidieron apostar por el medio rural como el mejor sitio para criar a sus dos hijos, de 8 y 6 años. "Aquí tenía casa, posibilidad de negocio y trabajo... parecía fácil, aunque al final fue difícil tomar la decisión, porque nuestros niños son los únicos de Torres, pero pensamos que era la mejor opción cuando dimos el paso, y seguimos creyendo lo mismo a día de hoy", concluye Enrique.

En datos

Comarca: Somontano de Barbastro.

Población: 92.

Distancia a Huesca: 41 km.

Los imprescindibles

Observatorio estelar

La ausencia de contaminación lumínica en Torres de Alcanadre y alrededores lo convierten en punto ideal para observar el firmamento. Por ello se creó en 2011 un observatorio, que gestiona el Grupo Astronómico de Monzón.

Ruta BTT

Las caprichosas figuras naturales del Alcanadre y que ha moldeado la erosión crean un bello paisaje. Por él transcurre una ruta en BTT y una senda para observar aves con el nombre del malogrado naturalista David Gómez Samitier.

Camino de Santiago

El ramal catalán del Camino de Santiago atraviesa La Cuadrada, proveniente de Berbegal y con dirección a Pertusa, donde finaliza la etapa. Muchos ciclistas, caminantes o jinetes pasan por aquí desde primavera.

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