El turismo no salva al Pirineo de ser el mayor desierto demográfico de Aragón

Ribagorza, Sobrarbe y Jacetania son las comarcas más despobladas, con entre 3 y 5 habitantes por kilómetro cuadrado 

Turistas en el Pirineo
Un grupo de esquiadores, en la estación de Astún.
Laura Zamboraín

Ni las estaciones de esquí ni los parques naturales. El turismo no ha conseguido frenar la sangría demográfica que sufre el Pirineo y, en general, toda la provincia de Huesca desde los años 20 y 30 del pasado siglo. Mientras España duplicaba su población en los últimos 90 años, el Alto Aragón perdía más de un 10%. De haber seguido la evolución nacional, en la actualidad, en lugar de 219.345 habitantes tendría medio millón.

La pérdida fue imparable desde 1920, cuando había casi 50.000 censados más. Tocó fondo en 2001 y se recuperó con la inmigración en la época de la bonanza económica, pero a partir de 2010 volvió a caer, con un goteo continuo que ha restado más de 9.000 personas. Hoy, 20 de sus 202 municipios tienen menos de 100 habitantes y el 71% no superan los 500.

En la última década, todas las comarcas, salvo la de la capital, han retrocedido, especialmente Monegros, con un 12% y menos de 7 habitantes por kilómetro cuadrado. Pero en el ranquin de densidad de población aún están peor tres de las cuatro comarcas del Pirineo, donde ni siquiera el turismo ha impedido que se fueran vaciando los pueblos de montaña. La situación más desesperada la viven Sobrarbe, con 3,37 hab/km2, Ribagorza (4,92) y Jacetania (5,16). Si quitamos la cabecera comarcal, las cifras todavía se reducen más, hasta 2,7.

De hecho, el Pirineo aragonés, con 115 municipios y una densidad media de 5,67 hab/km2, se considera el mayor desierto demográfico de Aragón, por delante de la Serranía Celtibérica (8,21) y el Eje del Ebro (10,72). Son las 3 Sespas (acrónimo en inglés de Áreas del Sur de Europa Escasamente Pobladas) que aparecen en el estudio realizado por el Instituto de Investigación y Desarrollo Rural, Serranía Celtibérica. Tiene en cuenta a los municipios con densidades inferiores a 12,4 hab/km2, una situación en la que están el 90% de los de la provincia de Huesca y que se agrava en el caso del Pirineo, donde hay amplias zonas, entre ellas los espacios protegidos, sin ningún núcleo poblado.

Adelpa, la asociación que agrupa a los municipios pirenaicos, habla de «desierto demográfico silencioso». Y es que si se restan las dos ciudades importantes, Jaca y Sabiñánigo, que concentran el 37% de sus casi 59.000 habitantes, la densidad cae a menos de 4 habitantes por kilómetro cuadrado. Son las dos únicas localidades de más de 5.000 residentes, que además ganan población a costa del vaciado demográfico de sus respectivas comarcas por la falta de servicios en los núcleos más pequeños, advierte Adelpa. "La tendencia solo puede ser revertida si aparte de mantener los servicios, se incentiva la residencia efectiva, con medidas de discriminación positiva que compensen las desventajas y los mayores costes (desplazamiento) que implica el acceso a los servicios o al mercado laboral", añade Adelpa en un informe. A su juicio, las imágenes del Pirineo como un lugar turístico han eclipsado esta otra realidad.

La altitud juega en contra

Y es que, pese a que el turismo ha permitido el crecimiento de algunas localidades, las mayores altitudes y el clima más extremo suponen una desventaja para fijar población. Trescientos núcleos se encuentran entre los 500 y los 1.700 metros de altitud y 70 están a más de 1.000 metros.

Las zonas rurales de montaña tienen un agravante, afirma el profesor de Geografía de la Escuela Politécnica Superior de Huesca Raúl Lardíes, aunque es innegable que el turismo ha revertido la situación en algunos municipios, como Benasque o Sallent de Gállego, que casi han duplicado su población. El primero ha pasado de 1.219 habitantes en 1996 a 2.157 y el segundo, de 983 a 1.463. "Nos gustará más o menos ese modelo de desarrollo, pero la actividad económica ha favorecido la población". La cruz la encontramos, por ejemplo, en el Sobrepuerto, entre las comarcas del Alto Gállego y el Sobrarbe, mucho más inaccesible y prácticamente deshabitado.

"Es imposible volver a la situación del pasado, cuando todo el mundo vivía del campo. La despoblación del mundo rural y el crecimiento de las ciudades es un fenómeno global, pero sí hay áreas de montaña que han recuperado habitantes", afirma Lardíes. Él es optimista y cree que ciertos lugares de montaña pueden mantenerse con un mínimo de habitantes, pero habrá que asumir, aclara, que hay "perdedores y ganadores". "Tenemos que encontrar lógicas territoriales, y entender que algunas zonas, por sus recursos, estarán menos pobladas".

Destaca que Aragón es una Comunidad Autónoma con grandes contrastes, al concentrarse el 70% de la población en Zaragoza y su área metropolitana, pero la provincia de Huesca juega la baza de ser un territorio al que el turismo le brinda grandes oportunidades, y con una red de ciudades de tamaño medio en áreas industriales que han conseguido atraer población (Monzón, Barbastro, Sabiñánigo, Fraga o Binéfar). De hecho, cuatro municipios están entre 10.000 y 20.000 habitantes y otros dos, entre 5.000 y 10.000.

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