Isabel Lisa: "Nosotras hemos dado el paso para llevar una granja pero ellos no se ponen al frente de una casa"

Nacida en Salas Altas hace 37 años, trabaja en el campo, como su madre y su abuela, pero la diferencia es que ella lo ha convertido en una profesión, que compagina con el cuidado de dos hijos y la actividad sindical

Isabel Lisa en el viñedo que cuida en Salas Altas
Isabel Lisa en el viñedo que cuida en Salas Altas
Rafael Gobantes

Tiene una viña y tres granjas de cerdos, va a empezar a construir la cuarta. ¿Qué le decidió a dedicarse a la agricultura y la ganadería?

Mi padre era agricultor y viví el campo desde pequeña. Cuando me planteé qué quería hacer con mi vida, pensé que en casa teníamos una empresa que no funcionaba mal y que podía ser una salida laboral. Siempre he visto trabajar en el campo a mi madre, y a su madre. En realidad no es nada raro que una mujer realice actividades agrarias.

La diferencia es que usted hizo de ello una profesión. ¿Se sintió una pionera?

Todos los trabajos que yo hago los ha hecho antes mi madre. Sí que veo diferencia a la hora de manejar maquinaria. Una de las grandes revoluciones del campo es el cambio del papel de la mujer, que ha pasado de estar sin remunerar y a las órdenes del hombre, a ser agricultora a título principal, la que también toma decisiones y la que se sube al tractor. Es una revolución silenciosa porque somos poquitas. Hay pocos sectores donde la mujer haya dado un paso hacia adelante tan grande.

El agricultor trabaja sin horario y los animales de la granja comen cada día. ¿Cómo lo compagina con el cuidado de sus hijos?

Es una explotación familiar donde todos echamos una mano. Eso me ha permitido compaginarlo con la crianza de mis hijos (de 2 y 5 años). Es cierto que se trabaja de lunes a domingo, pero también me organizo mi horario y si uno de mis hijos está enfermo, no voy a podar.

Ser agricultora y ganadera requiere fuerza física. ¿Le ha supuesto alguna limitación?

A veces sí es duro, cuando enganchas un apero en un tractor o sacas un cerdo muerto de 110 kilos. Pero aunque no hayamos desarrollado los bíceps, sí tenemos cerebro y, si no puedes hacerlo con la fuerza, utilizas un carretilla o un polipasto. La agricultura y la ganadería de hoy están muy mecanizadas, no se necesita la fuerza bruta de antes.

¿Les costó a sus colegas asimilar su presencia?

Cuando empecé hace 15 años se sorprendía la gente, e incluso a veces me daba un poco de vergüenza decir que era agricultora. Me ayudó mucho pertenecer a un sindicato. En UAGA (es responsable comarcal en el Somontano) tenemos un área muy fuerte de jóvenes con muchas inquietudes y que están orgullosos de ser agricultores.

No solo está en un oficio de hombres sino que además es una líder agraria.

Fui la primera en entrar en la ejecutiva regional hace ocho años. Las mujeres del campo debemos seguir dando pasos para ponernos al frente de sindicatos y cooperativas, asumir puestos de responsabilidad. Es un tema pendiente, pero porque requiere un tiempo extra aparte del trabajo y la familia. Nosotras hemos dado un paso adelante al ser titulares de una explotación agrícola o al llevar una granja, pero ellos no se ponen al frente de la casa. Cuando hay una reunión de la cooperativa o de la comunidad de regantes, resulta que tienes que preparar la cena.

¿Qué medidas debería implantar el Gobierno para caminar hacia la igualdad real?

Mi sector está muy ligado al medio rural y para que haya mujeres en la agricultura necesitamos que las haya en los pueblos. Yo me fui a vivir a Barbastro porque es donde tengo más servicios. Esto tiene relación también con el 25-N y la violencia de género, porque en el medio rural hay más miedo a hablar, a que se enteren. Un porcentaje muy alto de mujeres dependen económicamente de su marido. Hay que trabajar mucho en la independencia y el empoderamiento de la mujer en los pueblos.

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