Como ocurría hace varias décadas, dos navatas volvieron a surcar este domingo las aguas del río Aragón-Subordán, en Hecho, en una jornada festiva que pretende rememorar uno de los trabajos tradicionales más espectaculares del Pirineo, el transporte de madera por el río. A pesar de que llevaba un volumen de agua bajo, el descenso se pudo realizar sin problema y tan solo hubo dos pequeños percances.

Por un lado, la caída de dos navateros, uno de cada embarcación, que fueron recogidos rápidamente por sus compañeros, y por otro la rotura de una de las remeras. "Pero no han sido problemas gordos, y estamos muy contentos de cómo ha transcurrido la mañana", valoró Gema Fondevilla, secretaria de la Asociación de Navateros de la Val d’Echo, organizadora del descenso, que volvió a contar con una gran afluencia de público.

Las embarcaciones se comienzan a preparar en febrero, cuando se recogen las vergas, unos matorrales que crecen junto al río que se cortan, se retuercen y se dejan en el agua, para que consigan una textura similar a las de las cuerdas. En cuanto a los troncos, los navateros los guardan de un año para otro y solo se reponen los necesarios. Y en los tres fines de semana previos al descenso, se construyen las navatas.

A las 12.00 partieron las dos embarcaciones para cubrir los 3 km entre lo Pozo de lo Molino y lo Puen Viello. En cada una de ellas bajaron 9 navateros. "Hemos tenido suerte, porque como el viernes hizo algo de calor, repuntó el caudal, porque esta semana con el frío que ha hecho y al no haber deshielo, el nivel había quedado un poco bajo", dijo Fondevilla. Aun así, los navateros tuvieron que poner a prueba su habilidad y equilibrio, en especial en los tramos con más corriente.