Baños relajantes en salinas milenarias

Naval sigue incorporando mejoras cada año a su balneario al aire libre, que este año espera cerrar la temporada con unos 27.000 visitantes, cifras similares a las de 2016.

Los bañistas flotan de forma natural por la alta concentración salina, superior a la del Mar Muerto.
Los bañistas flotan de forma natural por la alta concentración salina, superior a la del Mar Muerto.
J. L. P.

Tomarse un baño en balsas milenarias, utilizadas desde la Edad Media para la extracción de sal, es la propuesta que cada verano ofrece Naval como terapia para relajarse, curar dolencias, pero sobre todo disfrutar de una sensación poco frecuente, la de flotar de forma natural sobre un agua con alta concentración salina (superior a la del Mar Muerto).

La extracción artesanal de sal, que cayó en desuso en los últimos compases del siglo XX por la escasa rentabilidad, obligó a los vecinos de Naval a reconvertir su casi ancestral salinar (la primera referencia documental de la actividad salinera data de 1094) en un espacio para el ocio estival, un balneario al aire libre. Las balsas se habilitaron con escalares, duchas y zona para tomar el sol, y se crearon nuevas piscinas (en estos momentos hay seis pero se contempla seguir ampliando en próximos años). Además, cuenta con servicio de restaurante y merendero y rutas interpretativas.

El Salinar de Naval ya se ha convertido en uno de los destinos más frecuentados del Somontano en verano. En 2016 se llegó a 27.000 visitantes en una temporada que abarca todo el verano, una cifra histórica y que supuso un aumento de un 15%. Este año la afluencia se está manteniendo con turistas llegados de varios puntos de Aragón, España y del extranjero. Las cinco casas rurales de la población han registrado varios llenos en agosto y como explica una de las empleadas del Salinar, Marilin Echebarría, "si hubiera más establecimientos más ocupación habría, está habiendo mucho movimiento en el pueblo por las personas que acuden a bañarse".

El proyecto del Salinar de Rolda se ha convertido en un ejemplo de actividad económica sostenible que fija población, recupera patrimonio y que dinamiza la economía local. En él trabajan ocho personas durante el verano y dos de ellas tienen un contrato fijo anual para realizar labores de mantenimiento y extracción de sal, destinada al mantenimiento de carreteras en invierno pero también para usos gastronómicos y ‘gourmet’, con la Flor de Sal.  Todos son de Naval. Además el bar, que explota una empresa local  cuenta con diez trabajadores.

Como recalca el gerente de la sociedad vecinal propietaria del complejo, Saturnino Riazuelo, "el Salinar está claramente consolidado y cada vez viene gente nueva, pero todo ello a base de invertir". "Cada año invertimos 50.000 euros y las mejoras son notables. Este año hemos traído agua de un salinar que tenemos a dos kilómetros, hemos arreglado la pista de entrada, las tarimas de madera, aumentamos la zona de sombra…", explica. Como novedad, los martes y jueves se ofrecen sesiones de talasoterapia.

Entre los visitantes que acudían por primera vez, las sensaciones son muy gratificantes. "Es una experiencia muy curiosa y muy buena. Nunca nos habíamos bañado en una piscina de sal y hemos venido porque nos lo recomendó una amiga. Te sorprende lo que flotas y la sensación de relajación y de paz con la que te vas. Es muy recomendable", explicó Ana Martín que acudió desde Barcelona con su familia.

Desde Madrid también se estrenaba la familia de Sergio de la Cruz y Ana Norte. "Es muy relajante. Nunca nos habíamos bañado en unas salinas y los niños han disfrutado mucho, son muy inquietos y aquí se han relajado. Nosotros, también. Es una experiencia cien por cien recomendable", señalaba Sergio.

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