Los vecinos de Pano reclaman agua para el pueblo, en proceso de recuperación

Rechazan la solución propuesta por la concesionaria del suministro de Graus.

Kurt Fridez en la explanada ante su casa en el núcleo de Pano, en proceso de recuperación.
Kurt Fridez en la explanada ante su casa en el núcleo de Pano, en proceso de recuperación.
Ángel Gayúbar

El proyecto de restauración de Pano es uno de los más singulares de cuantos se están llevando a cabo en Aragón en el campo de la recuperación de pueblos abandonados. Hace ya más de 30 años, un suizo llamado Kurt Fridez llegó por casualidad a este despoblado perteneciente al municipio de Graus, se enamoró del lugar y se prometió a sí mismo el rehabitarlo y devolverle la vida.


En ello sigue tres décadas después, ahora con el apoyo de sus hijos, sin que el desánimo haga mella en su objetivo. En estos momentos se enfrenta a un nuevo problema: el abastecimiento de agua, ya que no está de acuerdo con la solución propuesta por Aquara, empresa encargada del suministro del municipio de Graus, para la traída de este servicio a la localidad.


Su hijo Simon, secretario de la Fundación Pano y habitante también del pueblo, presentó el verano pasado una solicitud de acceso al servicio de abastecimiento. Tras varias gestiones, la concesionaria respondió con un presupuesto pre-instalación de la colocación del contador.


Los residentes en la población consideran "aceptable" esta propuesta siempre y cuando el punto de colocación del contador fuera la arqueta existente a la entrada del núcleo, que se instaló en 2003 según un proyecto financiado por la Unión Europea. Esta tiene ya colocada la llave de paso y sitio suficiente para montar el contador. Además está a una distancia de un metro después de la boca de incendios.


Aquara propone instalar el contador en una arqueta adyacente al depósito de La Collada, en un paraje situado a más de un kilómetro del pueblo lo que haría que, por ejemplo, el gasto de agua utilizada en caso de incendio corriese a cargo de los vecinos. Kurt Fridez recuerda que el agua para apagar incendios "es siempre un gasto público y no privado como se nos quiere proponer". Y apunta, desde su experiencia como bombero voluntario durante más de 25 años en Suiza, que, además, el contador se estropearía "al momento" si pasase por él el agua de la boca de incendios dada su presión.


La familia Fridez señala otras razones para defender la necesidad de instalar la arqueta junto al pueblo. Una de ellas es su compromiso con el consumo sostenible, para lo cual necesitan controlar el caudal en el pueblo y no a más de un kilómetro y, de paso, garantizarse no sufrir pérdidas de agua desde la red. Hasta ahora, los residentes y sus visitantes han funcionado con el autoabastecimiento desde los manantiales próximos y el almacenamiento de las aguas en varios depósitos y balsas, pero la sequía de los últimos meses ha dejado muy tocados los acuíferos.


"Por otra parte, tenemos interés en que se desarrolle el núcleo con varios proyectos empresariales y para ello necesitamos un suministro mínimo pero estable de agua", comenta. Asimismo, recuerda que otra de las deficiencias del servicio es que desde 2011 la boca de incendios carece de suministro de agua lo que "es un hecho muy grave dado que en una emergencia estaríamos totalmente desprotegidos hasta que llegase el camión de bomberos".


A pesar de las dificultades, la determinación de Kurt Fridez sigue incólume. Y eso que en estos años haya tenido que superar malos malos momentos, soledades, estancias periódicas en Suiza para vigilar sus empresas y recoger fondos con los que seguir financiando sus obras en España. También se ha sobrepuesto a accidentes como el que estuvo a punto de costarle la vida.

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