​Huesca viaja al pasado con su Feria de Antigüedades

Como si del desván de la abuela se tratara, el Palacio de Congresos de Huesca se ha llenado durante todo el fin de semana de muebles antiguos, muñecas de porcelana, o útiles de cocina de hace años. La Feria de las Antigüedades ha contado en su tercera edición con 35 expositores llegados de toda España, que han acompañado a unos 3.000 visitantes durante un “viaje al pasado”, como presentaban los organizadores del evento.

Era el caso de Antonia Cuesta, que acudía por segunda vez junto a su marido a la feria oscense desde Lérida. “La verdad es que tenemos uno de los puestos con una oferta más variada, ya que tenemos desde muebles de estilo rústico a porcelanas de 1.900 o joyas de diseño antiguo, pero elaboradas con plata nueva”, explicaba Cuesta, que aseguraba que el sector todavía acusa la crisis económica, “y a la gente le cuesta decidirse por todo aquello de más de 20 euros”.

En el otro lado del mostrado, Inma Sanz se confesaba como una amante de las antigüedades, que le llevan a acumular en su casa multitud de objetos de aire retro, “algunos de mi propia familia, otros adquiridos a lo largo de los años”, puntualizaba. En esta ocasión se decantaba por un molinillo de café, “igual que los que había en casa de mi abuela”, aseguraba, mientras intentaba explicar su funcionamiento a su hijo Edu.

Muebles de gran tamaño, como camas o alacenas, pero también abrigos de piel, juegos antiguos o ‘merchandaising’ de marcas como Coca Cola o Cola Cao. Los organizadores del evento, Cruz Madrid y Ángel Moix, destacaban que aunque el número de puestos era siempre similar por motivos de trabajo, se intentaba dar rotación a los participantes, para que fuera cambiando la oferta en cada edición.

Entre las novedades de este año se incluía el puesto de Javier Castillo, dedicado a la venta de crema para limpiar las antigüedades, para dar brillo a metales como la plata o el cobre. “Se trata de un producto muy popular en Inglaterra, pero que en España empieza a moverse ahora”, decía el vendedor, llegado desde Madrid. “Generalmente acudo a las diferentes citas que se celebran en la capital, porque son más multitudinarias, pero quiero también participar en algunas de menor tamaño, como esta, para dar a conocer la gama de tratamientos”.

Las grandes ventas se reservaron para la última hora del domingo, porque como aseguraba Ángel Moix, de la organización, “es cuando se deciden los más dubitativos y se ajustan más los precios”. Entre los compradores, gente de todas las edades, incluidos jóvenes, porque se puede decir que las antigüedades están de moda.