Las fallas meten a Aragón en la lista de la Unesco

?Los pueblos del Pirineo celebran con hogueras la inclusión de las fiestas del fuego del solsticio de verano en el catálogo de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Los alcaldes viajaron a Huesca con las fallas. En primer plano, muestras en miniatura.
Los alcaldes viajaron a Huesca con las fallas. En primer plano, muestras en miniatura.
rafael gobantes

Mientras la fiesta de las Fallas de Valencia espera su inclusión en el catálogo de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Unesco, las fallas del Pirineo han conseguido ya entrar por la puerta grande. Y lo han hecho empujadas por cinco municipios aragoneses que suman solo 1.076 habitantes (curiosamente, su candidatura era la número 1.073), donde todavía se mantiene la tradición de las fiestas del solsticio de verano, cuando los vecinos suben a la cima de la montaña con antorchas para encenderlas en una hoguera y bajan al pueblo dibujando una serpiente de fuego.


"Estamos muy orgullosos, porque es algo muy grande nacido de pueblos muy pequeños", comentó ayer Marcel Iglesias, alcalde de Bonansa, quien viajó a Huesca junto a los de Sahún, Laspaúles, San Juan de Plan y Montanuy para valorar la decisión de la Unesco. Estos municipios, a los que pertenecen las nueve localidades donde se celebran las fiestas del fuego en el Pirineo aragonés, han conseguido que por primera vez una manifestación cultural de la Comunidad entre en la lista de la Unesco (en España solo hay 13). Junto a ella, la Unesco acaba de incluir el vallenato de Colombia; un ritual para amansar a las camellas en Mongolia; la fabricación tradicional de cencerros en Portugal; o el glasoechko, un canto de Macedonia.


Los alcaldes comparecieron en la Diputación de Huesca, institución que ha respaldado económicamente la candidatura promovida por los gobiernos de Andorra, Francia y España e impulsada por 63 pueblos (34 franceses, 17 catalanes, 9 aragoneses y 3 andorranos). Acudieron con muestras de algunas fallas (antorchas fabricadas artesanalmente que en cada pueblo reciben un nombre), como la de corteza de abedul que portaba la de Sahún, Lourdes Ascaso. Otras se pudieron ver en el cuadro con 19 miniaturas que luce en el despacho del presidente de la corporación provincial.


Hogueras en los 63 pueblos

Para celebrar el reconocimiento internacional, ayer al ponerse el sol, se encendieron hogueras en todos los pueblos de la candidatura, sonaron las campanas de las iglesias y se leyó un manifiesto. Hoy en Andorra se firmará un documento para crear una asociación internacional de fallaires. El compromiso adquirido con la Unesco los obliga a investigar la fiesta, difundirla, proteger los espacios y recorridos y apoyar a las asociaciones. La DPH ya trabaja en una exposición que quiere llevar a Fitur en enero. "Nos ayudará a promocionar nuestros pueblos", valoró Marcel Iglesias.


Pese a su antigüedad, las fallas son poco conocidas fuera de las localidades donde se celebran. "La gente se pregunta en qué consisten. Son rituales precristianos que se pierden en la noche de los tiempos en una fecha clave como la del 23 de junio", señaló el concejal de San Juan de Plan Roberto Serrano, quien valoró sobre todo que haya subsistido en una sociedad modernizada y sometida a tantos cambios. A la candidatura se aportaron testimonios como el de Tomás Latorre, nacido en Sahún en 1928.


"Primero vi como los mayores, mis abuelos, unos días antes de la noche de San Juan, preparaban las cortezas del abedul para luego doblarlas y unirlas a una vara de avellano. Aprendí de ellos y cada año, para que el ritual se repita, sigo haciendo el mismo proceso, preparo falles (en cada pueblo tienen una denominación) para mis nietos, sobrinos, amigos, que con tanta alegría esperan la noche mágica para quemarlas".


La antorcha, de hasta 2,5 metros de altura, sale del bosque, lo que entronca la fiesta con el conocimiento de la naturaleza, la montaña y el bosque. Representa también el paso de la niñez a la juventud, "cuando pasan de portar un faro pequeño a uno grande", precisó la alcaldesa de Montanuy, Esther Cereza.


La Unesco destaca, además de los valores familiares, la cooperación y la solidaridad simbolizadas en estas fiestas, así como su pervivencia en el tiempo, transmitidas de una generación a otra. Con la despoblación de los años 60, muchas se perdieron, pero poco a poco se volvieron a instaurar. Solo en Sahún, Montanuy y Laspaúles se han mantenido sin interrupción.


Fue a principios de noviembre cuando el Comité Intergubernamental de Salvaguardia del Patrimonio de la Unesco comunicó el informe favorable a la candidatura, aprobada definitivamente en la reunión que estos días celebra en Namibia.


En un comunicado que les hizo llegar los felicita por la elaboración de "un expediente multinacional ejemplar" y por la "alta participación demostrada", destacando que las fiestas del fuego del Pirineo reflejan la regeneración cíclica de los lazos familiares y sociales y promueven la cultura del voluntariado, la solidaridad y la hospitalidad, así como el sentimiento de pertenecer a una comunidad.

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