El traje de ansotana, con la típica vasquiña verde, es uno de los más repetidos y admirados en los desfiles de indumentaria tradicional de las fiestas patronales de Aragón. Pero para contemplarlo en todo su esplendor y poder conocer al completo el ropero de este bello municipio del Pirineo es obligado asistir al Día del Traje Ansotano, que este año alcanza su edición número 45 y vuelve a celebrarse el último domingo del mes, el 30 de agosto.

De los armarios donde se guardan durante todo el año saldrán un centenar de trajes: el de cristianar, el de periquillo o confirmación, el de fiesta de mujer (con la basquiña verde plisada con tocado de churros forrado con cinta roja, que casadas y mayores cubrían con un pañuelo), los de los novios..., distintas vestimentas en función de la edad del portador y de si están concebidas para una ceremonia o como ropa de labor.

La fiesta, declarada desde 2011 de Interés Turístico Nacional, atrae cada año a unas 3.000 personas, la mayoría procedentes de Aragón, aunque su fama se ha visto incrementada desde la inclusión de Ansó en la lista de los Pueblos más Bonitos de España.

La jornada comenzará con el almuerzo de migas de bienvenida para todo aquel que quiera degustar la comida de los pastores. Más tarde, los visitantes podrán pasear por los rincones de este pueblo con encanto, marcado por una arquitectura singular, donde se escenifican estampas típicas de la vida cotidiana del pasado. En esta ocasión, habrá una nueva dedicada al aprovechamiento de la lana de las ovejas de raza ansotana, un tejido en auge.

El desfile dará comienzo minutos antes del mediodía con el saludo de Montserrat Castán, que se estrena como alcaldesa. En esta edición, el cantador Nacho del Río será el que presente el centenar de trajes, la mayoría del ropero y algunos de particulares.

La principal novedad de la fiesta de este año es la recuperación del baile del Alacay, gracias al trabajo de investigación de los músicos de Biella Nuei, interpretado por el grupo de jota de Ansó. La danza se representaba, hasta finales del siglo pasado, en el marco de la romería a la Virgen de Puyeta como bienvenida a los nuevos cofrades.