Dice el refrán que 'hacia San Lorenzo, calor muy intenso' y que 'la lluvia por San Lorenzo, siempre llega a tiempo'. Y aunque sea San Isidro el patrón al que los agricultores piden la llegada de la lluvia para las cosechas, lo cierto es que San Lorenzo también trae chubascos, pero de componente mágico. Hablamos de las Perseidas o lluvia de estrellas.

Conocidas popularmente como 'Lágrimas de San Lorenzo' por su cercanía con esta festividad, este fenómeno astronómico sucede todos los años hacia el 12 de agosto. Y, este 2015 los amantes de esta ciencia están de suerte porque, según los expertos, es un buen año para observar este fenómeno. 

“Los pronósticos astronómicos son especialmente buenos. La fase lunar está en estado creciente y el máximo de las perseidas sucederá dos días antes de la luna nueva. Si no se nubla ni se desata tormenta, el cielo estará sin Luna gran parte de la noche y podremos disfrutar de un buen espectáculo”, explica Juan Castiella, físico y miembro Agrupación Astronómica de Huesca.

Ganada la batalla lunar solo queda encontrar un lugar sin contaminación lumínica. “Es recomendable alejarse de las grandes ciudades y encontrar una zona amplia donde poder tumbarse”, cuenta Castiella quien apunta que “el gran enemigo de este fenómeno es la luz”. 

Será la noche del 12 al 13 de agosto cuando la actividad de la lluvia de estrellas sea más intensa (se pueden observar más de 100 estrellas fugaces por hora). Y, aunque los expertos no se atreven a cuantificar el momento de máxima actividad se prevé que sea hacia la madrugada del día 13 cuando el fenómeno alcance mayor espectacularidad, según Castiella. “El máximo de la lluvia suele durar varias horas, pero también se podrá observar en noches anteriores y posteriores a los días clave”, dice el físico, quien apunta que tanto julio como agosto son meses importantes, sobre todo agosto, por la abundancia de estrellas fugaces.  

¿Qué son en realidad esos trazos fugaces que tiñen el cielo de luz?

“Las estrellas fugaces son restos de polvo de un cometa que brillan al entrar en contacto con la atmósfera de la Tierra por la fricción”, señala Castiella. En concreto, las Perseidas son fragmentos perdidos del cometa Swift-Tuttle que pasó cerca del Sol por última vez en 1992. 

Las Perseidas han sido observadas durante siglos, pero fueron reconocidas oficialmente a mediados del siglo XIX y es una de las lluvias mejor estudiadas.

Los meteoroides de las Perseidas golpean la atmósfera a 59 km/s (mucho más rápidas que las Gemínidas, 35 km/s), por lo que son meteoros rápidos y brillantes. Sin embargo, sus tamaños son pequeños; los meteoroides que causan las Perseidas de brillos intermedios tienen unos pocos milímetros de diámetro, y los que producen los bólidos (meteoros muy brillantes) solo centímetros de ancho.