Patrimonio

La torre de Abenilla y la iglesia de Sercué entran en la lista roja de patrimonio en peligro

La provincia suma ya 23 monumentos en la clasificación que elabora Hispania Nostra, solo por detrás de Palencia y Zaragoza.

La torre de la iglesia, inicialmente construida para la defensa, ha visto cómo se derrumbaba parte de dos de sus muros laterales.
La torre de Abenilla y la iglesia de Sercué entran en la lista roja de patrimonio en peligro
DESPOBLADOSENHUESCA.COM

La lista roja de patrimonio de la asociación Hispania Nostra sigue creciendo en la provincia de Huesca, y suma ya 23 monumentos amenazados en la actualidad, con lo que se convierte en la tercera provincia española de este triste ranquin, solo por detrás de Palencia (que en la actualidad acumula 26 inmuebles históricos en peligro) y Zaragoza (con un total de 24). Las últimas incorporaciones altoaragonesas son la ermita de San Miguel de Sercué (en el término municipal de Fanlo) y la torre defensiva del núcleo despoblado de Abenilla, en Sabiñánigo.


En Sercué las cubiertas de la torre requieren atención urgente. Hace unos años los vecinos de este pequeño pueblo, al que se accede por una pista de uso restringido, taparon con lonas la cubierta para evitar que el agua se siguiera filtrando y causara daños, pero la idea no funcionó porque el viento las levantó. Y en el interior, la bóveda se ha apuntalado con maderos y calces, así como la portada y la clave del arco triunfal. Por todo ello, el templo románico, que data del siglo XIII, corre peligro de que tanto su cubierta como sus bóvedas se hundan si no se actúa rápidamente.


Más grave es el caso de la torre de Abenilla, en La Guarguera. Se trata de una torre de cuatro plantas, con una altura de 17 metros, que fue levantada en el siglo XVI. Las aspilleras existentes ponen de manifiesto que en su origen la construcción tuvo vocación de fortaleza defensiva, aunque dos siglos después, al edificarse la iglesia parroquial justo al lado, la torre defensiva se reutilizó como campanario. De hecho, en la parte inferior los muros sobrepasan los 90 centímetros de espesor, pero ni siquiera su gran robustez le ha librado de la ruina en los últimos años.


Su imparable deterioro ha hecho que buena parte de su estructura se haya derrumbado y una de sus esquinas presente un impresionante agujero que afecta a toda la altura de la torre y deja al descubierto su interior, lo que amenaza con desestabilizar el resto de la construcción y provocar su hundimiento total. La situación de los otros dos muros que no se han desprendido no es mucho mejor, ya que actualmente están surcados por grietas de gran tamaño.


No obstante, la torre no es el único inmueble de esta aldea deshabitada que acusa el abandono, puesto que tanto la propia iglesia como varias de las casas y la ermita de San Julián, en el entorno del caserío, también están arruinadas.


Los de Sercué y Abenilla son solo dos casos más de las muchas construcciones históricas en peligro que se pueden encontrar a lo largo y ancho de la provincia, y de los que más de una veintena ya están registrados en la lista de la asociación Hispania Nostra, que recoge aquellos elementos sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alternación esencial de sus valores.


La mayoría, en el Pirineo

La mayoría son iglesias y ermitas, en muchos casos ubicadas en pueblos del Pirineo que quedaron deshabitados, aunque no todas tienen la misma relevancia. Según el experto en románico aragonés Antonio García Omedes, una de las situaciones más preocupantes es la de la ermita de Santa María de Belsué, en el municipio de Nueno. Declarada Monumento Histórico Artístico y originaria del siglo XI, este estudioso tiene claro que de llegar a derrumbarse, esta sería «la mayor pérdida», puesto que se trata, junto con la iglesia parroquial de este núcleo, del «eslabón perdido entre el estilo hispanovisigodo y el lombardo». «Está abandonada a su suerte», afirma el experto, al tiempo que augura que, si nadie lo remedia, «se acabará cayendo».


Pero en la relación de Hispania Nostra también figuran vestigios tan dispares como la necrópolis medieval de San Grimen, en Hecho, o el palacio fortificado de los Altarriba en Permisán, que su dueño, el obispado de Barbastro-Monzón, puso a la venta ante la falta de fondos para restaurarlo.


Ante este panorama, Antonio García Omedes hace una crítica llena de ironía al llegar a afirmar que la de Huesca es «una provincia tan saturada de arte que se puede permitir el lujo de perderlo porque se caiga o porque nos lo guarden fuera».