NECESIDAD

Casi 3.000 personas han recurrido al centro de emergencia social para pedir alimentos

Mohamed y su mujer recogen el lote de alimentos en el centro de la calle de San Lorenzo. Él está en paro y tiene 4 hijos.

Mohamed y su mujer recogen el lote de alimentos en el centro de la calle de San Lorenzo.
Casi 3.000 personas han recurrido al centro de emergencia social para pedir alimentos
RAFAEL GOBANTES

En el centro de emergencia social de la calle de San Lorenzo la actividad es constante todos los lunes, miércoles y viernes, entre las 11.00 y las 13.00. Mohamed ha acudido junto a su mujer a buscar el lote de comida (galletas, pasta, arroz, leche…) que llega del Banco de Alimentos. Él lleva dos años en el paro, después de haber trabajado en una fábrica de harina y esporádicamente de pastor. "Tengo cuatro hijos y una hipoteca de 600 euros de un piso, todo son facturas y no puedo pagar. Solo cobro la ayuda social de 400 euros", se lamenta. Su principal esperanza es encontrar pronto un empleo, porque no piensa en regresar a Marruecos. "Cómo voy a volver si aquí tengo un piso con una hipoteca", se pregunta de forma retórica. Los alimentos que acaba de recoger lo sacarán de un apuro pero no le solucionan el sustento diario de seis bocas.


Mohamed es una de las casi 3.000 personas que desde enero han sido atendidas en el servicio de distribución de comida del centro de emergencia social Ozanam, gestionado por la Sociedad de San Vicente de Paúl. De ellas, 1.829, pertenecientes a 496 familias, tienen la ayuda de forma permanente, cada tres meses. Son cinco veces más que en 2007, antes de que estallara la crisis, cuando este registro incluía a 110 familias. A esos casi 2.000 usuarios hay que sumar un millar más a los que de manera esporádica se da alimentos. La ayuda a los primeros procede de la Fundación Banco de Alimentos, que reparte a entidades benéficas los recursos que le llegan de la Unión Europea, y en este caso deben probar documentalmente estar en situación de pobreza; la de los segundos viene de donaciones particulares.


80.000 kilos se hacen cortos


En la tercera fase del programa de 2011 han llegado 80.000 kilos del Banco de Alimentos. "Pedimos para 1.200 personas, ahora ya son 1.800 y hemos tenido que repartir lo que hay", explica José Luis Mur, presidente de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Los alimentos de las otras 500 familias a las que se atiende de forma esporádica, aclara, proceden de donativos particulares y de las cadenas de alimentación, que les dan latas que no pueden poner a la venta por estar abolladas o productos cercanos a caducar.


"Estamos desbordados"


El lote para cuatro personas consiste en 7 kilos de arroz, 7 de macarrones, 4 de espaguetis, 4 de fideos, 2 de galletas, 2 de harina, 12 litros de caldo de carne, 4 litros de natillas, 12 botes de tomate, medio kilo de cacao, 16 litros de leche, 4 litros de zumo de fruta y varias raciones de queso fundido. Aceite solo hay cuando llega alguna donación privada. "Hoy nos ha traído 40 litros de aceite un particular", cuenta Mur. Además, cada dos meses, la sociedad benéfica compra un palé de leche, galletas y aceite.


"Sabemos que con lo que repartimos, que puede tener un coste en el mercado de 50 o 60 euros, no pueden salir adelante las familias, pero hay cosas que nosotros no podemos solucionar", explica el presidente de la sociedad de San Vicente de Paúl, quien reconoce que el centro está "desbordado" desde el inicio de la crisis.


La mala situación económica se cebó inicialmente con los inmigrantes, con un empleo más precario y sin respaldo familiar. "A este drama se han sumado ahora las familias españolas. A ellas les cuesta más venir a pedir, porque en una ciudad como ésta nos conocemos todos y a nadie le agrada encontrarse en esta tesitura". Atienden casos verdaderamente dramáticos, como una familia oscense con 3 hijos y los padres en paro. Ella no le puede dar de mamar al pequeño y pidió ayuda para que le pagaran la leche maternizada.


El centro de distribución de alimentos es atendido por cuatro o cinco voluntarios. "Aquí no se rechaza a nadie, no miramos si son moros o cristianos, para ayudas puntuales es suficiente con estar empadronado, y a los transeúntes no les pedimos ni eso", cuenta uno de ellos. Nadie oculta, sin embargo, la paradoja de que algunos llegan a recoger su lote de comida en coche de marca, "aunque sea de segunda mano".


2.100 entregas de ropa


A las 11.30 aún sigue llegando gente al centro. No solo van por comida. Brahim, un joven sahariano que vive en Huesca desde hace cuatro meses con su hermana, pide ropa, otro de los servicios que se ofrece en San Lorenzo, 56. Este año ha habido ya 2.100 entregas de ropa. En total más de 26.800 prendas, frente a las 23.000 de todo el año pasado.

En el ropero cada día se atiende a 12 familias y a los 30 minutos de abrir las puertas ya se ha cubierto el cupo. Aún así dejan pasar a Brahim, que apenas habla castellano pero conoce las suficientes palabras para decir que hay "mucha crisis", "no tengo trabajo, ni ayudas". El siguiente en llegar ya no pasa, le sugieren que vuelva otro día y más pronto.