NATURALEZA

Romería de Santa Orosia en la montaña del Sobrepuerto

Como cada 25 de junio, el próximo sábado se celebrará en las montañas del Sobrepuerto la romería de Santa Orosia, donde los danzantes y la peana con la cabeza de la santa subirán hasta lo alto del monte desde Yebra de Basa.

Muchos lectores se preguntarán que ¿qué tiene que ver este encuentro con la temática de esta página de HERALDO DE HUESCA? Pues mucho, ya que son varios los aspectos que entroncan esta tradición altoaragonesa con la naturaleza y el medio ambiente porque, como muchos otros ritos, romerías y celebraciones populares, hay una vinculación con la climatología y los ciclos naturales. No es casual que la romería más importante del Pirineo de Huesca se realice tras la noche mágica de San Juan del solsticio de verano -el día más largo del año por la posición del sol-, y porque la montaña, la senda y el santuario de Santa Orosia conforman el corazón neurálgico del futuro Paisaje Protegido de Santa Orosia-Sobrepuerto, espacio natural para la conservación de la fauna, la flora y el paisaje.


Para el periodista jacetano José Ramón Marcuello «no hay comarca de Aragón donde no exista una ermita o santuario a los que se solía o aún se suele acudir en rogativa de agua cuando las lluvias no aparecen». «Famosas, entre otras muchas, son las romerías y rogativas ad petendam pluvial -'para pedir la lluvia'- a San Indalecio en San Juan de la Peña, a Santa Orosia en Yebra de Basa, a Nuestra Señora de los Bañales en Uncastillo», según expone Marcuello en el libro recién editado, 'El viento en Aragón', y del que es coautor junto a Carmen Ibáñez y Sergio Breto.


Santa Orosia se celebra coincidiendo en el calendario pirenaico con la noche mágica de San Juan, la más corta del año, cuando en muchos lugares del Hemisferio Norte se encienden hogueras para dar más calor al sol, cuando los campos alcanzan su máximo de fertilidad, y cuando las plantas guardan su mayor potencial mágico y medicinal para la realización de distintos sortilegios... Mientras, muy cerca de Yebra de Basa, en Osán, se mantiene el convencimiento de que las aguas de San Juan curan el mal de riñón.


Y es que la trascendencia de la romería de Santa Orosia va más allá de lo folclórico, de la simple procesión de danzantes, pendones, cruces parroquiales y cientos de romeros que en este día acompañan al busto de plata que guarda el cráneo sagrado, todos ellos avanzando senda arriba por un precioso paraje de bosques de pinos y quejigos -con abundantes bojes y erizones-, de precipicios de roca conglomerada... y de aguas limpias que se desploman barranco abajo en una espectacular cascada a modo de cortina líquida. Quien más sabe de esta celebración, el maestro y etnólogo Enrique Satué, partidario de la citada protección dada la riqueza natural de estas montañas, soñaba en un artículo escrito que la decisión final para proteger este espacio donde tan armónicamente se estrechan lo físico y lo humano quizás podría ser en el puerto de Santa Orosia, un 25 de junio...


De momento, tal vez este sábado, este año, sea un buen día para conocer los encantos de la senda que desde Yebra y siguiendo diversos eremitorios, un espacio sagrado que pronto verá la protección tras décadas de amenazas medioambientales -la construcción de un parque eólico a los pies del monte Oturia, la de la carretera a Fiscal por relícticos hayedos, la apertura de pistas forestales o los tendidos eléctricos que podrían ser una trampa mortal para los quebrantahuesos que vuelan y anidan en estas peñas-. El Sobrepuerto y el macizo de Canciás son, como decía el agente forestal Carlos Tarazona, «un paisaje prepirenaico humanizado donde la mano del hombre se ha dejado notar mediante la explotación forestal, agrícola, ganadera... e incluso cultural y tradicional, un sitio donde hay una auténtica comunión entre el hombre y la tierra».


Es más, la guía 'Aragón' de la colección Red Natural de Aragón -que edita el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón-, ha reservado un espacio a esta fiesta para explicar que en el marco del futuro Paisaje Protegido es donde se celebra la misa y el dance en honor a la santa, al son del chiflo y el chicotén, en un día de encuentro, charla, devoción y tradición donde se conjugan remotos cultos paganos a la montaña, al agua, la roca y la vegetación, con la devoción a una mítica princesa que murió en estas montañas del Pirineo de Huesca en los oscuros tiempos medievales.