PESCA ILEGAL

La crisis dispara la pesca ilegal en los pantanos y suben las denuncias un 58%

La Operación Siluro desarrollada por el Seprona se saldó con un total de 440 infracciones. El responsable achaca el incremento a la necesidad porque «la gente se lo lleva para comer».

 Las denuncias por prácticas ilegales relacionadas con la pesca en los embalses altoaragoneses no dejan de crecer. Si en 2009 la operación Siluro desarrollada por los agentes del Seprona de la Guardia Civil constató un aumento en el número de infracciones de un 53% respecto al año anterior, en 2010, la cifra volvió a dispararse un 58%. Y uno de los factores principales de esta escalada parece ser la omnipresente crisis económica.

Esta es la explicación que da el teniente Arturo Notivoli, responsable de los grupos del Seprona en Huesca, quien asegura que la necesidad ha llevado a muchos a echarse a los pantanos en busca de algo que comer. Además, destaca que mientras antes eran en su inmensa mayoría ciudadanos de países del Este los responsables de estas prácticas irregulares, en los últimos meses se ha detectado un notable incremento de nacionales que también se han visto abocados a probar suerte para procurarse un sustento por la falta de recursos económicos.

En este sentido, Notivoli subraya que en sus más de 20 años de servicio «nunca hasta ahora había visto a gente que pescara carpas para comérselas. Hemos llegado ya a un punto que la gente se lleva todo lo que sale: lucios, percas, siluros...». «Rumanos y búlgaros siguen siendo mayoría, pero también hay muchísimas denuncias a españoles», añade.

Otra de las causas que han contribuido al aumento de las infracciones detectadas es que se ha realizado un mayor número de servicios y se han concentrado en momentos 'estratégicos'. Del total de actuaciones, un 80% se llevaron a cabo en el embalse de Mequinenza, aunque los agentes también vigilaron los de Santa Ana, Canelles y Barasona.

Además, ha crecido la pesca en orilla, «pero también ha aumentando en proporción la que se hace desde embarcaciones, por lo que el número de infracciones se pone por las nubes», comenta el teniente Notivoli.

Sin matrícula, título ni chalecos

A este respecto, explica que lo habitual en estos casos es que se vulneren «todas las normas de navegación». «La mayoría de las barcas no llevan matrícula, no tienen autorización de la Confederación Hidrográfica del Ebro, carecen de la titulación necesaria para gobernar la embarcación, no llevan las mínimas medidas de seguridad como chalecos salvavidas...», enumera el responsable del Seprona en la provincia.

Si a ello se le suman otras irregularidades como «la captura indiscriminada con artes y cebos prohibidos y fuera del horario permitido, además de la falta de algo tan elemental como la licencia de pesca, que supone una infracción grave», el resultado es que se han dado casos en los que una sola persona acumula hasta 15 denuncias de una tacada.

De las 440 actas levantadas, el mayor porcentaje se debió a incumplimientos de la Ley de Pesca, con 190. Además, se detectaron otras 175 infracciones por asuntos relacionados con la navegación y las embarcaciones utilizadas, así como 12 por vulnerar la Ley de Aguas y otras 63 relacionadas con otras normativas.

Entre estas últimas, el teniente Notivoli también llama la atención sobre el fenómeno creciente de los campamentos no autorizados que instalan los pescadores furtivos en el entorno de los pantanos, y en los que se pueden reunir hasta una quincena de individuos. Uno de sus efectos colaterales es la acumulación de residuos tanto en las orillas como en el agua, especialmente en Mequinenza, «que lo están dejando como un auténtico vertedero», alerta, con el consiguiente peligro de incendios.

La Operación Siluro se desarrolló entre el 20 de marzo y el 30 de noviembre pasados para «vigilar y controlar las actividades ilícitas relacionadas con la navegación y la captura de animales en masas de aguas interiores del dominio público hidráulico». En el dispositivo participaron las patrullas del Seprona con base en Huesca, Monzón, Graus y Fraga, que contaron, al igual que en ocasiones anteriores, con la colaboración del GEAS (Grupo Especial de Actividades Subacuáticas) de la Guardia Civil. «El resultado es espectacular porque hay un número de actuaciones desorbitado», valoró Notivoli.