BALONMANO

Ancizu, el revulsivo astur

La radiografía descarta una lesión en el codo derecho del portero Julio Rodríguez.

Javier Ancizu,  ayer, posa en la portería donde se fraguó la victoria del Obearagón contra el Torrelavega.
Ancizu, el revulsivo astur
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Francisco Nolasco, como casi todos los lunes de la temporada, mostró a sus chicos en vídeo el partido de la jornada anterior. Allí, en una sala del Palacio de los Deportes, analiza los encuentros disputados al detalle, aplaude los aciertos y pule los fallos. Tras la agónica victoria contra el Torrelavega (28-27), la sesión de ayer fue más extensa de lo habitual. "No hubo bronca", indicó el técnico al término del entrenamiento con cierta sonrisa acompañando a sus palabras. Y es que el camino lo tenía allanado de antemano. Los jugadores ya sabían que no habían jugado bien, eran conscientes de que les iba a caer un buen repaso de los técnicos y de que si quieren seguir en esa zona de privilegio que se traduce en el coliderato de la División de Plata hay que volver a ser más intensos en defensa y certeros de cara al marco contrario. Acostumbrados a verlos ganar, por la primera parte que firmaron la afición veía incrédula el juego del Obearagón.


Correcciones aparte, la actualidad del BM Huesca pasa por su enfermería. La máxima preocupación estaba en Julio Rodríguez. El portero se lesionó en su codo derecho y una radiografía quitó gravedad al percance. Los resultados muestran una pequeña fisura en la cabeza del radio que tendrá que proteger, pero que en principio no le impedirá jugar el próximo partido, contra Bidasoa. El guardameta catalán no entrenó ayer y tampoco lo hizo Raúl Bartolomé, que se recupera de un fuerte golpe que sufrió en una de sus rodillas a los diez minutos de comenzar el partido contra el Torrelavega. Los dos podrán estar en la convocatoria de Nolasco para el partido del próximo sábado en Irún.


El encuentro contra el conjunto cántabro 'descubrió' el potencial de Javier Ancizu. El asturiano firmó una segunda parte para cincelar, tanto en ataque como en defensa. El partido cayó del lado del Obearagón por la calidad de un bloque donde brillaron con luz propia Ancizu, Cano, Sladic y Julio Rodríguez.


Javier Ancizu analizaba ayer así su partido contra el Torrelavega: "La verdad es que sí que me salió un buen partido y hacerlo en casa aumenta mucho la moral". La intensidad defensiva del bravo extremo asturiano le costó una exclusión, cuando paró al central rival de una forma que el árbitro entendió merecedora de dos minutos de descanso. También protagonizó un siete metros con intercambió 'sonrisas' con el portero rival Adolfo Gómez. Nada grave. Los dos son asturianos, han compartido equipo y son viejos amigos. Se conocen a la perfección, y cuando se dispuso a lanzar el siete metros, Gómez advirtió a su compañero Jorge Pérez de que se quedara bajo palos para presionar a Ancizu. "Metí el gol y por eso le sonreí a Gómez. Estuvimos cuatro años en el Antequera y creía que iba a fallar si Pérez se quedaba bajo palos. Con Adolfo tenía un pique en el Torrevieja cuando quedábamos para lanzar penaltis, pero todo bien. Somos muy amigos", señaló. Sobre su exclusión, la vio demasiada rigurosa. "Estábamos defendiendo duro, y yo creía que no era, pero bueno", explicó Ancizu.Cuando queda un partido tan solo para terminar la primera vuelta, todo apunta a que la segunda va a estar lejos de ser un camino alfombrado que desemboque en la Asobal. Nolasco ya advirtió que cada partido va a ser una final, y el grupo ha captado el mensaje. "Va a ser muy complicada, porque los rivales directos los vamos a tener fuera de casa", señala Ancizu. Su receta es clara: "En casa hay que ganarlo todo e ir a Pontevedra y Vigo con el objetivo de sacar el mayor número posible de puntos". La filosofía de juego ha calado en el bloque. A juicio de Ancizu, algo tan sencillo como ir partido a partido está dando un resultado más que óptimo.


El jugador astur reconoce que la actual situación en la tabla del equipo se edificaba más sobre la ilusión que sobre la realidad cuando empezó la pretemporada, porque era un equipo seminuevo necesitado de una buena argamasa para conjuntarlo y darle carácter. "Creo que nadie pensaba que fuéramos colíderes en enero, y ahora, lo que queda es creérselo, pero con los pies en la tierra", dice.