GRAUS

Edificios más que centenarios demuestran la eficacia de las casas hechas con arcilla y paja

Las Jornadas de la Bioconstrucción de Graus finalizaron ayer con un curioso taller que certificó la viabilidad de las casas fabricadas con estos materiales.

Visitantes del taller de Paca de Paja, celebrado ayer en Graus
Edificios más que centenarios demuestran la eficacia de las casas hechas con arcilla y paja
ÁNGEL GAYúBAR

En el cuento clásico de los tres cerditos, la casita de paja volaba con el primer soplido del lobo feroz. En la vida real, una casita -o una casa de considerables dimensiones- de paja puede durar años e incluso siglos, si se construye con las adecuadas técnicas. Eso es, al menos, lo que intentó demostrar la ponente Maren Termens en el Taller de Paca de Paja con el que ayer se ponía el punto final a las actividades convocadas en Graus con motivo de la celebración de las octavas Jornadas de Arquitectura Técnica y Bioconstrucción y del quinto Salón de la Bioconstrucción que se han ido desarrollando estos días en la villa ribagorzana.

Contra lo que puede deducirse del cuento, las casas de paja funcionan aceptablemente bien y hay edificios más que centenarios que demuestran la viabilidad de este sistema constructivo que, según explicaba ayer Maren Termens ante un centenar de personas interesadas, "es uno de los más antiguos conocidos".

Combinada con la arcilla, la paja se ha utilizado durante miles de años y, como ejemplo, en Alemania hay muchas casas de paja y arcilla que superan los 500 años de antigüedad y que, hoy, siguen en uso. Pero las primeras casa de pacas de paja son relativamente recientes por el hecho de que la máquina empacadora lo es. La primera casa documentada con este tipo de material específico fue construida en las llanuras de Nebraska -donde no hay ni madera ni piedra- en 1896. En principio se trataba de edificios "temporales" pero sus constructores se dieron cuenta de que se trataba de un material aislante, muy fácil de trabajar y barato. De esta manera, entre 1915 y 1940 se construyeron en Estados Unidos bastantes viviendas con esta técnica. En Europa, la primera casa de paca de paja de la que hay constancia fue construida en 1921 en Francia.

Por diferentes motivos, esta técnica fue abandonada sobre 1940 hasta que en la década de los setenta del pasado siglo se recuperó en Estados Unidos. Desde entonces ha ido ganando adeptos por la baratura de los materiales, la facilidad en la construcción y las excelentes prestaciones de los edificios construidos

De todo esto se habló ayer en Graus. Y de la manera más adecuada de trabajar con las pacas de paja, de las condiciones de su conservación para evitar problemas de putrefacción u hongos, de las características más idóneas para utilizar este material en la construcción, de la tensión de las cuerdas que sujetan las briznas, de las formas de éstas más adecuadas o de la manera cortar las balas para adecuarlas a los espacios en que tienen que encajar.

Todo ello explicado gráficamente por Maren Termens en un taller que puso el broche de oro a unas Jornadas grausinas que se han consolidado como referente en todo lo relativo a la bioconstrucción y a un tipo de arquitectura que apuesta por recuperar técnicas tradicionales, por profundizar sobre ellas y por utilizar los materiales y elementos más cercanos en el espacio a la obra realizada.