EL RIVAL

El lobo se viste con otra piel

rival El Tenerife, que deslumbraba en Segunda y que estuvo a punto de mantenerse en Primera, ha derivado en un conjunto inseguro atrás y débil arriba. Pero nadie se cree que vaya a ser el colista muchas jornadas más.

Sastre, en el duelo de hace dos campañas en El Alcoraz.
El lobo se viste con otra piel
JAVIER BLASCO

Mutación en la isla. Quién le ha visto y quién le ve. El Tenerife, que hace dos años ascendió a Primera y le faltó poco para mantenerse, se ha colgado el cartel de colista por mor de un horrible inicio de temporada, con seis puntos de 33 posibles. No deja de ser un lobo con piel de cordero, que en cualquier momento soltará la lana y empezará a dar zarpazos.


Entre papas con mojo y cervecita fresca, tertulias a veinte grados en las terrazas, los aficionados blanquiazules tratan de hallar el porqué de un arranque tan triste, que ya no es una anécdota transcurrido casi un tercio de la competición. La prensa local también hace sus teorías y una de sus principales conclusiones es que el problema no reside en no haber asumido el descenso, pues la plantilla es muy parecida a la que venía jugando en Segunda antes del alcanzar la elite.


Se apuntan cosas más concretas, como la falta de solidez en defensa. Los rivales encuentran una autopista hacia el gol en dos silbidos. El desequilibrio se aprecia en los números, con nueve goles a favor, que son más bien pocos, y veinte en contra, que son más bien muchos. La concesión de licencias a la ambición enemiga puede relacionarse con no haber encontrado una pareja estable de centrales. Melli, Prieto, Luna, Pablo? el desfile ha sido variopinto. Visto el coladero, Mandiá, sustituto de Arkonada en el banquillo, ha llegado a situar a Melli, un defensa más, por delante de una retaguardia de cuatro. Lo mismo ha hecho Onésimo pero con Sastre, que tiene un perfil de guardián mucho más creativo.


Arriba Nino revolotea en soledad. Catorce goles en Primera el año pasado y veintinueve en Segunda el anterior. El almeriense es un pedigüeño del área al que ahora no le llegan más que balones por alto que los centrales se sacuden con facilidad.


Pero el episodio más traumático fue la destitución de Gonzalo Arkonada en la cuarta jornada. Los resultados, cero puntos hasta entonces, fueron más la excusa para dar un golpe de timón que un argumento con el que justificar lo injustificable. Los métodos de Arkonada encontraron contestación. También su carácter introvertido en contraste con el perfil más abierto de su predecesor, José Luis Oltra. Este tenía mano para relacionarse con la prensa y resultar carismático entre la afición.


Arkonada no conectó con el grupo, receloso con la intensidad del trabajo de mañana y tarde (será la falta de costumbre en la isla) o con el empecinamiento del técnico en controlar hasta la dieta de sus jugadores. Tampoco le ayudó la presión que se generó desde la directiva al asegurar que el objetivo era el ascenso directo. La promoción, para los demás.


Con Mandiá habrá vuelto la sonrisa, pero los resultados...