SANGRÍA INDUSTRIAL

Huesca ha perdido en tres décadas 20 grandes industrias y más de 2.000 puestos de trabajo

Luna ha sido la última factoría en incorporarse a la lista negra de cierres, que se abrió en 1980 con la desaparición de la firma de maquinaria Lamusa Solo pequeños talleres Prácticamente ya no queda en la capital oscense ninguna empresa del sector productivo con una plantilla que esté por encima de los 50 trabajadores.

Los trabajadores de Luna, la última gran industria de Huesca, iniciaron un encierro el jueves en la segunda planta de las oficinas.
Huesca ha perdido en tres décadas 20 grandes industrias y más de 2.000 puestos de trabajo
JAVIER BLASCO

Ni un turno de noche que paralizar ni una gran fábrica a la que mandar un piquete. La huelga general del 29 de septiembre fue una prueba más del desmantelamiento de la industria oscense, reducida hoy a su más mínima expresión. En los polígonos Monzú, Sepes o en el de Martínez de Velasco casi exclusivamente quedan talleres y pequeñas empresas de menos de 50 trabajadores. Grandes factorías, sobre todo del metal, como Humsa, Oscainox y Albajar, y otras ligadas a la construcción, Alvisa, o a la agroindustria, Mildred, pasaron a la historia. Hoy Huesca se tiene que conformar con ser casi exclusivamente una ciudad de servicios.

La última en incorporarse a esta larga lista ha sido Luna Equipos Industriales, que durante décadas abanderó un sector que daba trabajo a miles de personas en la capital oscense. Un inventario elaborado recientemente por el sindicato Comisiones Obreras cifra en 21 el número de industrias de cierto peso clausuradas en las tres últimas décadas en la ciudad de Huesca y su entorno. Con ellas han desaparecido más de 2.000 puestos de trabajo. Eso sin contar aquellas que manteniendo su actividad han recortado plantilla.

Hace años que se insiste en la sangría industrial del municipio, agravada con la última crisis pero que ya empezó a gestarse en la década de los ochenta. En 1980 bajó la persiana Lamusa, una firma líder en España dedicada a la fabricación de maquinaria agrícola y que ya en los años 50 tenía 120 empleados. Con ella desaparecieron 180 puestos de trabajo. La antigua factoría sigue en pie y actualmente es sede de dos peñas de la ciudad, Os Casaus y la Zoiti.

Cierre y recalificación

Entre 1980 y 1990 se clausuraron importantes empresas del metal, pero también agroalimentarias, como la Central Lechera Osca y Granjas Porta, que empleaban a casi 200 personas. Era el preludio de la gran crisis de principios de los noventa. Un momento clave fue el cierre de Industrias Albajar, una de las más emblemáticas de la ciudad, a la que ni siquiera salvó la recalificación del suelo y la compra de los terrenos por parte de la DGA. Albajar, que como Lamusa se dedicaba a la fabricación de maquinaria agrícola, se resintió del descenso de la actividad en el campo. El Gobierno de Aragón le compró los terrenos cercanos a la factoría por más de 4 millones de euros, pero la operación no evitó que 120 trabajadores se quedaran en la calle.

La estela de Albajar la siguieran otras. Luna también se resintió con esta crisis y tuvo que reducir plantilla, 40 trabajadores, pero se mantuvo abierta. Sí quedaron borradas del mapa industrial oscense Cáncer y Cebrián (45 empleados), Sanyo-Eurotron (177), Saval-Kronenburg (53), Widia Ibérica (40), Huesca Maquinaria (103), Osca-Pablo (70) o Durometal (200); así como otras más pequeñas: Talleres Beyfe (15), Saturnino Cabrero (18) y Fundición San Lorenzo (20).

Un informe de UGT-Huesca elaborado en 1994 calculaba que el sector metalúrgico había perdido seis de cada diez puestos de trabajo en solo dos años. La industria oscense ya no se ha repuesto de ese bache.

103 despidos un 23 F

En la época se vivieron importantes conflictos laborales. Uno de los más largos fue el de la fábrica Huesca Maquinaria (Humsa), cerrada en 1994. Los trabajadores, que recibieron la carta de despido un 23 de febrero, iniciaron una larga batalla en los tribunales que traspasó los límites nacionales para poder cobrar las indemnizaciones. Seis años más tarde, en 2002, una sentencia obligó al grupo francés Fayat, propietario de Humsa, al pago de las cantidades adeudadas por despidos improcedentes.

Estos últimos días, a las puertas de la planta de Luna, se rememoraba esa movilización. El sindicalista de Comisiones Obreras Fernando Buisán, que visitó a los encerrados, vivió aquel conflicto en primera persona. "Me ha recordado a Humsa -explicó-. Estuvimos un año guardando la empresa, mañana, tarde y noche; en Navidad, en vacaciones de verano, en San Lorenzo..., para que no se llevaran la maquinaria. Yo pensaba que esto nunca volvería a ocurrir, pero veo que sí".

Buisán aseguró que "pasamos unos años muy malos, cayó todo el sector del metal, la gente se tuvo que recolocar". Por fortuna, los sindicatos ganaron la batalla judicial para cobrar las indemnizaciones logrando demostrar que el grupo de empresas, donde había 20 compañías de varios países, era solvente para responder a las deudas con los trabajadores. Éstos sobraron, pero los empleos desaparecieron. "Hubo compañeros de Humsa que vinieron a Luna y, después de tantos años, les ha vuelto a tocar", comentó.

Pero las grandes empresas del metal no han sido las únicas afectadas. El empleo femenino se quedó muy resentido con el cierre de la textil Meyba, uno de los primeros casos de deslocalización (la producción se trasladó a Marruecos).

400 empleos de un plumazo

También eran mayoritariamente mujeres los 400 empleados de la pastelera Mildred. Esta factoría se pudo vender a la multinacional griega Vivartia, manteniendo la esperanza de que retome la actividad algún día, pero los planes de la nueva propietaria están de momento paralizados.

El varapalo de Mildred llegó antes de la crisis, en 2007, lo mismo que el de Alvisa, en 2004. El cierre de su planta de prefabricados de hormigón supuso restar otros cien empleos a la ya debilitada estructura laboral oscense.

Y ya en plena recesión la que se unió a la larga nómina de expedientes de extinción de empleo fue Oscainox, con 64 trabajadores. Operaba en la capital oscense desde 1993 y estaba especializada en mobiliario de acero para la hostelería.

Tras Oscainox, Luna Equipos Industriales era la única importante que quedaba abierta. Las últimas décadas han sido difíciles (reducciones de plantilla, suspensiones de pagos y el levantamiento 'in extremis' de un embargo de la Seguridad Social) y el último año y medio, agónico. La puntilla se la dará el Juzgado de lo Mercantil cuando esta semana decrete la extinción de los contratos solicitada por la dirección. Con ella caerá el último gran pilar de la industria oscense.

"Huesca, centro logístico"

Pese a este panorama, los responsables municipales siguen confiando en que "la ciudad tiene una buena posición de futuro", decía el pasado fin de semana el alcalde, Luis Felipe, que visitó a los trabajadores de Luna a pie de fábrica. Sus esperanzas se cimientan en varios pilares: infraestructuras como la autovía Pamplona-Huesca-Lérida, que sitúan a la ciudad "como centro logístico"; Walqa y Plhus; y la existencia de "muchos oscenses que, pese a las dificultades, siguen manteniendo sus negocios y el empleo".

Fernando Lafuente, su concejal de Desarrollo, reconoce que Luna es la última gran empresa, pero que hay otras pequeñas que dan empleo. Cita como ejemplo Walqa: desde 2002 han surgido 60 compañías en las que hoy trabajan 850 personas. Reconoce que es difícil conseguir otra gran industria como Luna, "y más en este momento", pero en su opinión de lo que se trata es de recuperar empleo, "y si no puede ser con una gran empresa, que sea con muchas pequeñas".