SD HUESCA

Onésimo, año segundo

El técnico repasó en su presentación las claves de un regreso para el que "hubo poco que hablar". Apuesta por un Huesca que mande y considera que la mala experiencia en el Valladolid le ha hecho curtirse.

Onésimo Sánchez, nuevo entrenador de la Sociedad Deportiva Huesca, durante su presentación, ayer en El Alcoraz.
Onésimo, año segundo
JAVIER BLASCO

De la foto de Onésimo en un callado segundo plano durante la celebración del ascenso a Segunda a la de Onésimo bien respaldado por la junta directiva como cabeza de un nuevo proyecto han mediado poco más de dos años. Antonio Calderón fue el técnico de la permanencia en estas dos temporadas y, ahora, el vallisoletano aparece en el centro de los focos, una manera de recuperar el tiempo perdido, o mejor, nunca disfrutado. Como se dijo ayer, en realidad, Onésimo nunca se ha ido. De momento, firma por una campaña un contrato que es una oportunidad. Nunca ha dirigido en la categoría de plata. Tampoco ha comenzado en un equipo desde el primer día si se obvia al filial del Real Valladolid.


Un poco más allá de las doce del mediodía de ayer irrumpió en la sala de prensa, repleta de periodistas. Camisa negra, pelo corto pero ensortijado y el afilado sentido del humor que se le recordaba. Junto a Onésimo, el presidente, Fernando Losfablos, y el gerente, Raúl Ojeda, en la mesa. Como espectadores, algunos otros directivos. Como mandan los cánones, Losfablos abrió la rueda de prensa con unas palabras de calor y candor. No queda lejos del rol que representaba su antecesor Borraz: "Un amigo que conoce perfectamente el club, su funcionamiento, dirigentes, afición e incluso su ciudad. Estamos seguros de que su valía, capacidad de trabajo y quehacer llevará al equipo a cotas mayores. Recordamos que fue el entrenador que tras 58 años llevó al equipo a Segunda".


Fue un saludo que anticipaba algunas claves del regreso de Onésimo al Huesca, y una parte de su discurso giró sobre ese retorno al punto de partida. Viaje de ida y vuelta que se fundamenta en que "estuve muy bien aquí en la etapa en que conseguimos el objetivo. Por unas razones u otras no seguí, pero hemos mantenido una muy buena relación. Conozco perfectamente a los dirigentes y como se ha forjado el Huesca, como quiere seguir creciendo hasta donde se pueda. En cuanto me llamaron hubo poco que hablar". Se trasluce de sus primeras afirmaciones que tiene muy clara la naturaleza de terreno que vuelve a pisar y que no mira por encima de una montaña alta, pero asequible. Y lejos de hablar de deudas pendientes y cobradas, prefiere entender su vuelta en términos de "reciprocidad". "El Huesca me dio una oportunidad y la aprovechamos. No me debe nada. Conocen mi forma de trabajar y entender el fútbol y las dos partes creímos que era la hora de afrontar un reto ilusionante", señalaba Onésimo como su Everest.


Condenados a entenderse

En una carrera técnica todavía breve, el pucelano se ha movido por extremos. Obviando al filial, se trata del primer lienzo en

blanco que tiene que pintar con sus propios pinceles, y "qué mejor sitio que donde uno fue una pequeña parte del éxito. Estábamos condenados al entendimiento". Ese carácter interino que adoptó, sin ir más lejos, con Huesca y Real Valladolid, le impidió tal vez trabajar un sello propio. La libreta de Onésimo se abrirá con el inicio de la pretemporada, alrededor del 20 de julio, pero ya anticipa que "tenemos claro dónde estamos y lo que somos. Quiero un equipo que con la pelota sea importante y sin ella, agresivo. Cada partido es una oportunidad y no debemos pasar ni una. No quiero miedo, no me gusta, y se lo intentaré transmitir a sus futbolistas. Me gusta manejar la pelota el mayor tiempo posible".


No será un soliloquio, puesto que como ha venido pasando en las últimas temporadas el Huesca es un proyecto global, en el que todas las partes aportan. Y Onésimo se ceñirá al modelo. Es tiempo de crear el nuevo plantel y de ilusionar a los aficionados, que se mantienen a la expectativa, sobre todo, de los nombres que se vayan confirmando con el paso de los días. Esa masa social causó un fuerte impacto en Onésimo, que rememoraba aquel debut en Tafalla, cuando "es el único equipo en el que he estado en el que fuera había más nuestros que del equipo. Es fundamental. Sabemos que nuestro objetivo está en El Alcoraz, tiene que ser un fortín con nuestra gente. Eso no quiere decir que desperdiciemos los encuentros de fuera de casa". De la Segunda se queda, además de con sus 42 larguísimas jornadas, con que "es muy competitiva, se hace larga. Los pequeños detalles cobran mucha relevancia. Si estamos a un nivel alto lograremos seguir en la categoría".


"Todo el mundo es entrenador"

Del banquillo del Valladolid, Onésimo salió con un saco de disgustos, pero también de experiencias de esas que curten. Y su talante animado y socarrón hace el resto. "En el fútbol tienes que estar a todo lo que te pueda pasar, si no, no puedes ser entrenador. Manejamos críticas por todos lados porque todo el mundo es entrenador. Si ganas eres muy bueno, si empatas es que te has equivocado con los cambios y si pierdes es que te has equivocado hasta en ir al campo. Hay que manejarlo. Valladolid fue una oportunidad, lo intentamos y estuvimos cerca. Me permitió conocer la elite y adquirir más experiencia, fue duro pero te forja como persona y entrenador", recordaba. Por algo le decían sus amigos que demasiada buena andadura estaba llevando. Su máxima está clara: "Uno es mejor o más entrenador cuando las cosas van mal. Entonces es cuando tienes que demostrar por qué te han firmado".


Onésimo conoce el lado bueno del club oscense y también sus problemas. Entre ellos, el sempiterno de las instalaciones. El vallisoletano se movía entre la satisfacción y la denuncia. Satisfecho, puesto que "hemos mejorado muchísimo, de vagabundear casi? Yo me perdía y tenía que ir con Agustín (Lasaosa). El campo está muy bien. El club va creciendo como puede y me parece que con lo que se está haciendo en la elite, no es normal que no haya una instalación. Me parece que las personas que pueden solucionarlo de verdad deben pensarlo. No soy quién, es una reflexión, no una crítica. Solo un campo, no pedimos una ciudad deportiva".


Más allá, bromeó con que había pedido al club, "a Robben y Kaká". Más en serio, "si hay algo bueno es que lo que pidas, lo intentan conseguir. Saben que yo me adapto y que nada va a servir de excusa. Tenemos lo mínimo para trabajar y a partir de ahí solicitaré alguna cosa más". Al margen de anhelos, fichajes, reuniones, sueños y expectativas, Onésimo pronunció como últimas palabras que "hay personas que están cualificadas y nos llevarán por buen camino". Todos lo esperamos.