DESHAUCIO EN EL CONVENTO

El abogado de la santera de Santa Clara pedirá al INSS una pensión de jubilación para la mujer

Una sentencia da la razón a las monjas y obliga al matrimonio octogenario a entregar la vivienda del convento.

Dos chapas metálicas encajonan la entrada a la vivienda de Dolores Labián, anexa al convento.
El abogado de la santera de Santa Clara pedirá al INSS una pensión de jubilación para la mujer
R. GOBANTES

"Todavía no sabemos si recurriremos porque mis padres no tienen ánimo para nada", afirmó ayer Agustín Garvín, hijo de la mujer que durante 56 años ha sido la santera del Convento de Santa Clara de Huesca y a la que la comunidad religiosa ha desahuciado de la casa donde ha vivido durante este tiempo, que está anexa al cenobio.

Una sentencia de la Audiencia Provincial ha revocado el fallo judicial de julio de 2009 que permitía a Dolores Labián y a su marido continuar en la vivienda. La familia no ha decidido si recurrirá el fallo, pero su abogado, Manuel Freire, tiene claro que solicitará al INSS (Instituto Nacional de la Seguridad Social) una pensión de jubilación para la mujer, que mientras trabajó para las monjas nunca percibió un sueldo y que ahora tiene más de 80 años.

Ese es el único aspecto positivo de una sentencia que estima el recurso presentado por la congregación de las franciscanas clarisas y les reconoce el derecho de "la plena posesión" de la casa. Según explicó Freire, los magistrados reconocen que existía una contraprestación por parte de Dolores Labián, que tenía la obligación de realizar servicios para la comunidad a cambio de vivir en la casa. "Esto nos abre la vía para que a la señora se le reconozca que ha desempeñado un trabajo y se le conceda una pensión de jubilación", comentó el abogado.

Durante 56 años, la mujer hizo trabajos y recados para las monjas de clausura y se encargaba de abrir y cerrar las puertas que dan acceso a recinto conventual, donde hay además una iglesia abierta al público. Pero las cosas cambiaron en 2007, cuando llegaron a Santa Clara nuevas religiosas. Pidieron a Dolores las llaves del convento y le dijeron que no barriera más, que lo harían ellas porque ya no necesitaban porteros. En septiembre de ese año la conminaron a que, junto a su marido, abandonara la vivienda.

Les ofrecieron trasladarse a una casa que las monjas iban a comprar en la travesía del Ciprés. El matrimonio rechazó la oferta porque la vivienda, con tres habitaciones en sendas plantas y sin ascensor "no tenía condiciones dignas y estaba en una de las zonas más degradas de la ciudad", según dijo Freire. Dolores aducía que había un pacto verbal con la comunidad religiosa por el que el matrimonio tenía derecho a usar la vivienda con carácter vitalicio. Al no llegar a un acuerdo, la congregación demandó por la vía civil a Dolores y a su marido. El Juzgado de Instrucción número 1 de Huesca dio la razón a la santera, pero las clarisas recurrieron el fallo ante la Audiencia.

"Lo más probable es que presentemos recurso y la ejecución de la sentencia, es decir, el desahucio, quedaría en suspenso", comentó el abogado. La decisión es de la familia, que ahora está centrada en la enfermedad del padre, en el hospital. Dolores y Antonio, octogenarios, siguen viviendo en la casa del convento, aunque las condiciones no son fáciles, según dijo Freire.

Hace casi cuatro meses que terminaron las obras de reforma del convento emprendidas por la congregación en 2009. Dos vallas de chapa encajonan la entrada de la vivienda. También se han talado los árboles que Antonio plantó hace años en los parterres.