El balón del ascenso a la LEB Oro se echa esta noche al aire del Palacio de los Deportes (21.00). No es el partido definitivo. ¿O sí? Lo afirmó el técnico del Lobe Huesca, Ángel Navarro: la segunda victoria peñista apuntalaría el objetivo. Un 2-0 que sometería al Tíjola a la presión de imponerse en los tres últimos encuentros de la final. El Caja Rioja no la soportó. Y un triunfo sobre dos oportunidades en la cancha almeriense, el lunes o el miércoles, bastaría. No hay que acudir al tiempo condicional; el Peñas demostró que puede. Y esa es la base que alimenta un sueño cada vez menos difuso.El Lobe Huesca se presenta en la encrucijada con muchos elementos a su favor. El cansancio por una temporada extenuante y con menos efectivos de los debidos ya no debe ser un factor elemental. Con ocho hombres bastó anteayer para derrotar (93-77) a un Tíjola que utilizó once. Johnson (25), Asier (19), Aranda (12), Herrero (11) y Salsón (11) superaron los diez puntos para demostrar que son un equipo, no la individualidad del MVP americano sometiendo el rendimiento de los demás. Stevie sigue siendo el faro, claro, pero se necesitan 16 manos y piernas para acudir al sur con una comodidad siempre relativa.

En templar músculos y muñecas se empleó la jornada de ayer, en la que primaron el descanso y la recuperación amén del estudio de las estadísticas del miércoles. Estas reflejaban como factores diferenciales el mayor acierto local en los tiros de dos y que se supiera atajar el poderío exterior de los andaluces, que solo transformaron siete triples en 24 intentos.

Únicamente Maglisceau y el 'otro' Johnson superaron los diez puntos y se acercaron tímidamente a la valoración de nuestro Stevie, con 32 para un 118 global del Lobe Huesca. Extraordinario, por encima de todos los condicionantes de este cruce. Un Tíjola que disfrutó de su única renta con el 0-6 de los primeros compases y no volvería a ubicarse por encima en el marcador durante el resto de la noche soporta una losa extra de presión. Después, aun con acercamientos, se toparía con desventajas cercanas a los 20 puntos, sin encontrar vías de escape a la tiranía peñista. También lo afirmó Navarro: el estilo del Lobe se atraganta a un Tíjola que sabe que el ascenso puede escaparse si hoy no está a la altura del reto.

Quizá no se esperaban que Sergi Pérez partiese en el quinteto titular. O la aportación, breve pero efectiva, de Álvaro Izquierdo. Tampoco les salió bien la apuesta para sacar de la pista a Johnson y Andrews, con cuatro personales en el tramo decisivo del envite. Navarro sostenía que al Tíjola se le atraganta el juego verdiblanco. Para confirmar esta apreciación, el Lobe debe permanecer fiel a sí mismo, con mejores prestaciones incluso que en la serie ante el Caja Rioja, donde todos los choques se resolvieron por milímetros. La pinta que tiene este cruce final es algo distinta, y posiblemente más favorable a los oscenses a la espera de acudir al infierno tijoleño. Tiempo habrá.

El club confía en que, como sucedió en el quinto partido de la semifinal, el Palacio atruene. Se entregarán 4.000 aplaudidores y bocinas para los mil primeros asistentes. Además, se repartirán entradas en los colegios y, en el pabellón, se pondrá a la venta merchandising. Los que vayan tienen un sueño dorado, y no hay pívot que supere esa defensa. Saben que el acceso de la LEB Oro requiere de sus gargantas bien despejadas.

La plantilla peñista, que no tiene jugadores tocados tras la primera batalla, realizó ayer una doble sesión de trabajo. Eso sí, relajada y con vistas al restablecimiento físico de los guerreros. Por la mañana, vídeo y recuperación; por la tarde, entrenamiento suave en el Palacio de los Deportes, con el ensayo del tiro o la defensa en estático entre otros aspectos. El objetivo, cabezas y piernas frescas.