MEDIO AMBIENTE

El aumento de las temperaturas produce cambios en la distribución de las aves en Ordesa

El estudio de las paseriformes -un orden de aves generalmente de tamaño pequeño y mediano- ha mostrado cambios aparentes en la distribución de algunas especies provocadas por el aumento de las temperaturas en el medio alpino, según los estudios llevados a cabo por la Unidad de Investigación del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.


La Unidad de Investigación, puesta en marcha por el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón cuando asumió en 2006 las competencias en la gestión del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, comenzó el año pasado el estudio del efecto del cambio climático en los ecosistemas alpinos, con especial atención en las paseriformes, con censos que continúan en 2008.


Según informó el Departamento de Medio Ambiente, los censos realizados permiten conocer la composición actual de especies, su abundancia y evolución durante las dos últimas décadas mediante la comparación con los resultados que se obtuvieron a finales de los años ochenta del pasado siglo.


Estas comunidades son excelentes indicadores de las variaciones experimentadas en las condiciones ambientales por su enorme sensibilidad ante cambios en la abundancia de los recursos y por la posibilidad de obtener datos de tamaño poblacional relativamente precisos.


Los censos se desarrollaron el pasado año en un área cercana a la Brecha de Rolando, situada entre 2.650 y 3.000 metros de altitud, y de 200 hectáreas de extensión.


El método utilizado es el mapeo de los territorios de paseriformes reproductores, lo que permite conocer con precisión la densidad (aves por cada 10 hectáreas) de especies propiamente alpinas (gorrión alpino, acentor alpino y treparriscos) y de medios abiertos de menor altitud capaces de ascender al piso alpino (colirrojo tizón, collalba gris y bisbita alpino).


Los resultados preliminares muestran cómo todas las especies de paseriformes alpinos observadas en los censos realizados hace dos décadas siguen presentes en el área de estudio.


Esto significa que aparentemente no se han producido todavía cambios drásticos en su medio, sin embargo ya se han observado cambios aparentes en la distribución de algunas especies que probablemente están respondiendo a los cambios en el hábitat provocados por el aumento de las temperaturas.


Entre ellos destacan los cambios detectados en la distribución del colirrojo tizón, una especie rupícola típica de los niveles inferiores del piso alpino, que actualmente ha colonizado varios cientos de metros de altitud por encima de su límite histórico.


El efecto del cambio global sobre las plantas de alta montaña lo estudia el Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC) en algunas de las cumbres del Parque: Punta Acuta, la Sierra Custodia, el Pico Tobacor y la Punta de las Olas.


Además de censos periódicos de las comunidades vegetales, se estudia la evolución de la temperatura mediante la colocación de varios sensores térmicos a 10 centímetros de profundidad en cada una de las cimas.


Este seguimiento se integra en el proyecto internacional GLORIA (Global Observation Research Initiative in Alpine Environments), iniciativa mundial para el seguimiento a largo plazo de los efectos climáticos sobre el hábitat alpino.


La Unidad de Investigación también ha estudiado las consecuencias del cambio global en la población de rana pirenaica, ya que los anfibios se encuentran especialmente amenazados por los efectos del cambio global, experimentando un declive generalizado a escala mundial.


Este grupo faunístico es considerado un indicador idóneo de la salud ambiental de un ecosistema debido a su particular sensibilidad hacia la contaminación acuática y terrestre, su interacción con un elevado rango de especies y su presencia restringida habitualmente a microhábitats.


Por estos motivos se están monitorizando las poblaciones de rana pirenaica, especie endémica de los Pirineos, y el seguimiento de sus núcleos poblacionales ha implicado la prospección de los cursos fluviales existentes en los cuatro valles principales del Parque: Ordesa, Escuaín, Añisclo y el curso alto de Pineta.


Los muestreos permiten afirmar que 2007 fue un año excelente para esta especie en los barrancos que presentaron mayores caudales, donde se observaron tamaños poblacionales importantes, tanto de adultos como de juveniles.


Los barrancos menores presentaron poblaciones más modestas debido a la escasez de agua, en los que aparentemente los acuíferos no se han recuperado del efecto de la sequía del año anterior.


Las poblaciones más amenazadas son las del valle de Ordesa, especialmente las que ocupan tramos fluviales con presencia de trucha y con gran afluencia de público en la cabecera del valle, aunque no se han detectado indicios de la existencia de enfermedades emergentes que están causando mortalidades masivas de anfibios en otras localidades del Pirineo.