RESCATE DE MONTAÑA EN CANDANCHÚ

La Escuela de Esquí forma a los monitores para prevenir aludes

A las clases teóricas se suman alguna práctica en las que también participan los equipos de rescate de la Guardia Civil de Montaña.

Ni el chocolate escondido bajo la nieve ni pasar entre más de cien personas pueden con el olfato de Kimon, un pastor belga entrenado para la búsqueda de víctimas de un alud y que forma parte del equipo de rescate de la Guardia Civil. Llega, olfatea la nieve, busca y rebusca. Enseguida marca el punto, escarbando y llamando la atención de su amo que le premia con un juguete. Corren un par de chicos, comprueban como la sonda se topa con algo a menos de un metro y comienzan a palear la nieve. Hay una persona.


Se trata tan solo de un simulacro, una clase práctica de las asignaturas de Seguridad y Euroseguridad en la que participan los más de cien alumnos que se forman en la Escuela Española de Esquí de Candanchú para obtener la titulación de monitor de esquí alpino, fondo o snowboard y trabajar en las pistas. Y es que ellos en el futuro serán guías por estas blancas laderas y, junto al personal de la estación -que también realiza prácticas todos los años-, los primeros en llegar si hay un alud en las proximidades, tal y como ocurrió hace quince días en Formigal o 23 años en Candanchú. Por eso estos futuros monitores deben conocer, como explica el responsable de la asignatura, Fernando Valero, cómo organizar el operativo mientras llegan los equipos de socorro, cómo evitar contaminar la zona y cómo facilitar el trabajo de los profesionales de rescate. Y a la clase también acuden miembros de los equipos de la Guardia Civil de Montaña, el helicóptero del cuerpo -la UHEL41-, y un equipo de perros adiestrado para la búsqueda de víctimas de aludes.



Con perros entrenados


Son las once en punto y la bella zona para realizar la prueba, junto a la Rinconada, no ha sido elegida al azar. Al fondo, un monumento de hormigón con seis agujeros y que reza "Les cubrió la belleza" recuerda a los cinco niños y su monitor que fallecieron en 1985 sepultados por un alud en esta zona.


Los más de cien alumnos rodean al agente José Antonio Torrijos, del equipo de socorro de Panticosa, quien da unas pequeñas explicaciones de lo que es su trabajo. Él ha venido con sus dos perros -Kimón y Curro- entrenados para la búsqueda de víctimas de avalanchas. Tras esas breves pinceladas, comienza el ejercicio práctico.


El alud tiene más de 20 metros de longitud. Las banderas rojas, que ya ha colocado el personal de la estación, delimita su extensión. Los alumnos se colocan en la parte inferior, evitando contaminar la zona y sin perder detalle de las explicaciones. Cuando los perros entran en acción se convierten en los grandes protagonistas. Kimon llega con su amo y enseguida comienza a buscar. No tarda ni dos minutos en fijarse en un pequeño montón de nieve.


Patea y patea la nieve y, su amo corre hacia a él. Comprueba que la varilla topa con algo y alza la mano. Un par de chicos corren en su ayuda y comienzan a palear. "Más atrás, por lo menos a un metro de distancia" les dicen los expertos. Y es que, según les explican más tarde, "si paleais al lado podeis tapar la vía respiratoria de la persona atrapada".


Enseguida encuentran a su compañero, que una especie de iglú se ha mantenido durante un buen rato. Dos amigos le ayudan a salir, mientras otros no pierden la oportunidad de inmortalizar el momento. El ejercicio lo repite el perro, pero con alguna que otra trampa: chocolate escondido bajo la nieve, pasar entre la multitud... pero ni con esas falla su olfato.


Y de repente, comienzan a oirse las aspas del helicóptero. Por fín la niebla ha levantado un poco y la UHEL-41 se acerca. Un agente, con el viento dándole en la espalda y los brazos en aspa, le marca el aterrizaje. Y nadie se queda atrás, todos se acercan para ver "el cuco" de cerca. Tras una breve explicación del piloto, que ha llegado acompañado de una médico especializada en montaña, comienza el turno de las preguntas ¿Y la camilla? ¿Cómo recogen a los heridos? ¿Y si no pueden aterrizar en la zona? Las preguntas también van para el agente Torrijos: ¿El goretex dificulta la labor del perro? ¿Cómo lo ha entrenado? ¿Qué razas son las mejores?


Al finalizar el ejercicio, Estibaliz Betes, de 1º de alpino, reconoce que tanto los estudios como la práctica son "interesantes, constructivos y muy prácticos para uno mismo y para el equipo". Su compañero Antonio Calvo, que además estaba trabajando en Formigal el día del trágico suceso, lo confirma. Por haber hay hasta alumnos que tienen la asignatura convalidada pero que no quieren perderse el ejercicio por saciar su curiosidad o por refrescar un poco la memoria. Y es que al fin y al cabo la montaña está viva y ellos quieren labrarse un futuro en ella.