Nuevas prospecciones científicas en Ordesa constatan el retroceso del hielo

Investigadores del IPE trabajan también para datar su antigüedad y ver la evolución del cambio climático.

Prospecciones en el glaciar de Monte Perdido los días 19 y 20 de septiembre.
Prospecciones en el glaciar de Monte Perdido los días 19 y 20 de septiembre.
Ibai Rico

Ordesa se derrite. El retroceso de las masas de hielo en las grutas y glaciares del Parque Nacional es una constatación científica. Investigadores del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), organismo dependiente del CSIC, y de varias universidades españolas acaban de realizar nuevas prospecciones para ver la evolución de estos sensores del cambio climático.


Un equipo coordinado por Juan Ignacio López Moreno, del departamento de Procesos Geoambientales y Cambio Global del IPE, trabajó los días 19 y 20 de septiembre en el glaciar de Monte Perdido con equipos de láser y georradar para estudiar la topografía y la variación del espesor, dentro de un programa financiado desde 2011 por el Organismo Autónomo Parques Nacionales. Uno de los descubrimientos tiene que ver con la profundidad del hielo. "Sabíamos que en algunas zonas había más de 30 metros. En este sondeo hemos podido abarcar más partes y hemos visto, de forma preliminar y a falta de procesar la información, que seguramente alcanza 50 y 60 metros".


En el grupo de estudio participan expertos del IPE y de las universidades de Zaragoza, el País Vasco, Extremadura y Valladolid, así como del Instituto de Geomática de Barcelona. El último trabajo de campo ha dado mejores noticias que el de 2015, ya que la reducción media observada en el conjunto del glaciar es de 0,4 metros. Aunque hubo mucha acumulación de nieve al final del invierno, las temperaturas de este verano provocaron un balance negativo.

3,8 metros menos al año

Sin embargo, con una perspectiva más a largo plazo, la que proporciona el estudio en el periodo 2011-2016, el promedio de retroceso es de 3,8 m. "Hay zonas más protegidas sin apenas variación y otras que han perdido más de 10 metros", aclara el investigador. Se estima que en 35 años la superficie se ha reducido en un 24%.


A este ritmo, amplias zonas del glaciar tienen fecha de caducidad, entre 30 y 50 años, en función de las variaciones climáticas. "Los resultados obtenidos hasta ahora indican que una parte va a desaparecer bastante rápido, en pocas décadas, pero otro sector, más protegido de las radiaciones solares, durará más", añade López Moreno.


A este proyecto se suma un estudio paleoclimático dirigido por otra investigadora del Instituto Pirenaico, Ana Moreno, que pretende reproducir aspectos del clima del pasado a través de datos como la edad del glaciar. Se trata de saber desde qué fecha hay hielo en Monte Perdido y ver la evolución climática.¿Desaparecieron los glaciares?

Es muy difícil encontrar masa helada muy antigua porque el glaciar tiene movimiento y se va renovando. Es probable que no sea de más de 50 o 100 años, comentan los especialistas, aunque en algún rincón puede quedar de épocas anteriores que permita conocer su edad. Esto serviría para corroborar o desmentir la hipótesis de que durante el Óptimo Climático Medieval, antes del siglo XVII, hubo un periodo cálido y los glaciares del Pirineo desaparecieron completamente.


El hielo también es objeto de estudio en distintas cuevas del Pirineo aragonés, sobre todo del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, como la de Casteret, descubierta en 1926 y cuya entrada está a 2.650 metros de altitud. Aquí, explica la investigadora Ana Moreno, se hace un seguimiento instrumental de temperatura, goteo, periodos del año de fusión, crecimiento …, pero también se ha trabajado con fotos antiguas para constatar el retroceso. "En Casteret es evidente que hay columnas que se formaban y ahora no", señala.


La temperatura interior permanece por encima de cero grados de mayo a octubre y las columnas, coladas y estalagmitas desaparecen a finales de verano. Pero hay una masa perenne en el fondo de la sala que igualmente está sufriendo importantes procesos de fusión. En este caso la superficie helada se ha rebajado 3 metros, lo que implica una reducción de 5,5 centímetros por año y una pérdida total de 2.310 metros cúbicos, según las conclusiones aportadas en un congreso nacional celebrado en Málaga este verano. Los estudios no acaban aquí y el hielo de Casteret seguirá siendo en los próximos años un archivo geológico de los cambios climáticos.

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