INCENDIOS

El fuego ha arrasado 23.000 hectáreas este verano en Aragón, lo mismo que en trece años

El monte aragonés está sufriendo este verano la peor oleada de incendios de los últimos años, y como muestra vale un dato: desde mediados de julio hasta ahora se han consumido ya casi 23.000 hectáreas, la misma superficie que había ardido en los últimos 13 años. De hecho, se trata de la segunda campaña más devastadora desde que se recogen datos, tras la que arrasó el Maestrazgo y las Altas Cinco Villas en 1994.


Si el principal problema hace quince años fue la mala coordinación y la deficiente preparación en la lucha contra el fuego, en este caso han influido también las altas temperaturas y la falta de lluvias. Hay que resaltar, asimismo, que la mano intencionada del hombre apenas ha estado detrás de los incendios de 2009. En su mayor parte, se han debido a causas accidentales o meteorológicas.


Hasta la primera quincena de julio, este año en Aragón solo habían ardido 265 hectáreas de terreno forestal. Desde entonces, se han quemado casi 22.000, una cuarta parte de ellas arboladas. Llama la atención que, aunque el número de siniestros no ha aumentado de forma considerable en julio y agosto, sí que lo han hecho sus efectos, ya que han sido especialmente catastróficos. Así, los 76 fuegos de marzo solo provocaron la quema de 87 hectáreas, mientras que los 90 de julio arrasaron 15.700 hectáreas.


Lo más triste es que hacía ocho campañas que en Aragón no ardían más de 2.500 hectáreas.


A romper estos registros ha contribuido especialmente la oleada de incendios que azotó a la provincia de Teruel a finales de julio, cuando la aparición de tormentas secas, el viento y el calor la convirtieron en un polvorín. Hasta 2.000 personas trataron de controlar el avance de las llamas en Aliaga, Alloza, Cedrillas, Los Olmos, Valdetormo y Mazaleón, pero no impidieron que unas 11.000 hectáreas fueron pasto del fuego.


Una situación diferente se ha vivido en el segundo mayor incendio del verano, el del campo de tiro de San Gregorio. Aquí, la aparente tardanza en desplegar un operativo de extinción en condiciones ha provocado numerosas críticas, principalmente hacia el Ministerio de Defensa. El hecho de que las llamas surgieran en suelo militar, plagado de explosivos, impidió que entraran cuadrillas terrestres y dificultó la labor de los medios aéreos, que tuvieron que descargar a una altura inusualmente alta, lo que restó eficacia.


Una polémica parecida, aunque en este caso el objeto de los ataques fue el Gobierno de Aragón, se vivió en Valmadrid, donde ardieron 1.670 hectáreas. Y en Valtorres, donde se quemaron unas 600, dos personas fueron detenidas como presuntos autores del siniestro, al trabajar con una radial en pleno mes de agosto en el campo.


1994, un año en llamas


Hasta el momento, la campaña más catastrófica fue la de 1994, cuando más de 32.000 hectáreas ardieron en un mes de julio negro. El incendio más grave tuvo lugar en el Maestrazgo turolense. Más de 18.000 hectáreas (a las que hubo que sumar otras 10.000 en Castellón) de bosque mediterráneo quedaron calcinadas por el fuego. Varios pueblos debieron ser desalojados y el Gobierno de Aragón solicitó la declaración de zona catastrófica, que al final fue desestimada. El segundo más importante se desarrolló en las Altas Cinco Villas -principalmente en Uncastillo-, donde 12.000 hectáreas de pinar, encina y matorral resultaron arrasadas. Castiliscar, Mamillas y Sofuentes fueron evacuados.