PRIMER ANIVERSARIO DE LA CLAUSURA

El esperado tirón de la Expo queda diluido un año después de su cierre

La venta de suelo y los iconos del recinto no han dado grandes pasos desde el cierre. Belloch insta a la CAI, a Ibercaja y al Gobierno central a que aceleren sus proyectos en Ranillas.

Hace justo un año, Zaragoza se preparaba para despedir tres de los meses más intensos de su historia reciente. Durante 93 días, la Expo colmó la ciudad de una intensa actividad; antes, la había llenado de grandes inversiones económicas. Hoy, un año después, el recinto aparece vallado y los pabellones, en los huesos. En medio de la crisis, la ciudad se pregunta si realmente solo ha pasado un año, aunque disfruta del legado material que dejó la muestra, con infraestructuras y equipamientos que aún están por madurar y, en muchos casos, por descubrir.


Cuando se apagaron los fuegos artificiales de la clausura, la maquinaria de la post-Expo, que ya llevaba tiempo trabajando, entró en primer plano para iniciar la conversión del recinto en un parque empresarial. Desde entonces, los trabajos apenas han parado, con una inversión que ronda los 200 millones de euros. Los participantes desmontaron sus pabellones, se desmantelaron las pasarelas que unían los edificios, desaparecieron las plazas temáticas y, hace solo dos semanas, comenzó la construcción del primer edificio de oficinas, el Ronda 1.


Aunque la ciudad apenas lo sienta, el parque empresarial cumple plazos y objetivos. Un ritmo ligero en contraste con el que lleva la venta de suelo, estancada en ese 50% que casi ya había alcanzado antes de empezar la muestra. “No me quita el sueño, porque se ve que la cosa se está moviendo” señala Encarnación Vivanco, presidenta de Expo Zaragoza Empresarial, que recalca que están realizando “un gran esfuerzo en plena crisis”. “Nos ha ido razonablemente bien”, ha señalado esta semana al respecto el alcalde, Juan Alberto Belloch.


Como la venta de suelo, los edificios emblemáticos del recinto siguen casi como estaban hace justo un año. La CAI ha firmado un convenio para hacerse cargo de la Torre del Agua, aunque aún no ha entrado en ella. Antes, quiere ver fuera al ‘Splash’, la emblemática escultura que lo adorna. Para que esto ocurra es necesario cerrar la financiación del traslado a la estación intermodal.


El Pabellón Puente, como la Torre del Agua, sigue cerrado a cal y canto, aunque abrirá en el Pilar como lugar de paso -lo mismo que el frente fluvial-. Se lo queda Ibercaja, aunque aún no ha firmado un convenio complicado que debe repartir responsabilidades por su condición de recinto museístico y de cruce peatonal sobre el Ebro. Ambos recintos, iconos arquitectónicos de la Expo, no estarán listos para abrir al público como museos hasta 2012.


Belloch ha enviado esta semana cartas a CAI_e Ibercaja “para que aceleren los trabajos”. “Estos proyectos hay que acelerarlos, no pararlos”, dijo el alcalde sobre el papel de las administraciones. Otra ‘carta de apremio’ de Belloch ha ido a Madrid. El Ministerio de Ciencia e Innovación prometió que el Instituto de Investigación del Cambio Climático echaría a andar en el pabellón de España antes de final de año, pero aún no han empezado los trabajos.


Con el recinto y sus grandes edificios fuera del alcance ciudadano, ¿qué le ha quedado a Zaragoza de la Expo? La opinión es unánime: equipamientos e infraestructuras, con las riberas en un lugar de honor. “Los anillos verdes han vertebrado la ciudad, y el Ebro ahora es un eje de centralidad”, señala Mariano Mérida, de Ansar. Sin embargo, critica actuaciones como el azud o la destrucción de la huerta. “La Expo ha traído más errores que aspectos positivos”, sentencia.


Los nuevos cinturones, la ampliación del aeropuerto, las infraestructuras hoteleras y el Palacio de Congresos fueron otras herencias positivas de la Expo, junto con el exitoso servicio Bizi. La muestra escapó por los pelos de lo más crudo de la crisis, pero la post Expo se ha topado con ella de lleno. El auditor Javier Castillo opina que el evento “alargó en Zaragoza el proceso de bonanza de la economía española, aquí nos hemos dado cuenta más tarde de la crisis”. Encarnación Vivanco señala que la sociedad estatal intenta “ayudar a salir de la crisis”. Solo en reconvertir los tres edificios Ronda van a trabajar 1.000 personas.

Pese a ello, el efecto positivo de la Expo parece haberse diluido en el contexto de crisis general. El sociólogo Mario Gaviria opina que “parece que la ciudad esté haciendo la digestión, está desconcertada”. De puertas para fuera, el beneficio es aún menor. “Poner a Zaragoza en el mapa”, era el objetivo político. “No hemos conseguido esa presencia deseada”, reconoce Paco Pellicer, gerente del Consorcio Expo Zaragoza 2008.


El otro gran déficit, como ya reconoció el propio Roque Gistau, ex presidente de Expoagua, ha sido la escasa difusión en foros de prestigio de la Caja Azul, relegada a estancias municipales y autonómicas y sin una proyección acorde a los esfuerzos realizados.