Dos colegios cierran por falta de niños y unos 20 seguirán con cinco alumnos o menos

Mezalocha en Zaragoza y Villacarli en Huesca se quedan con uno y tres estudiantes y no podrán mantener abiertas sus escuelas

El envejecimiento y la despoblación son el azote del medio rural aragonés que un año más sufrirá el cierre de escuelas por falta de niños para llenarlas. Este próximo curso serán Villacarli, en la zona oscense de las Vilas del Turbón, y Mezalocha, en Campo de Cariñena, los que pierdan sus colegios. El Departamento de Educación esperará a septiembre para confirmar si se suma alguno más, aunque de momento se sabe ya que habrá una veintena de localidades que mantendrán sus aulas abiertas por la mínima con cinco o menos alumnos matriculados.


Las características territoriales de Aragón obligan a la DGA a establecer unas normas flexibles sobre el número mínimo de estudiantes con el que se puede mantener abierto un centro. Mientras que en otras comunidades se cierran si no se llega a los 15 niños, aquí se mantienen incluso con tres. Ocurre, por ejemplo, cuando el pueblo en el que se encuentra el colegio tiene problemas de comunicación que hacen difícil el traslado de los pequeños a escuelas de otras localidades.


Antes de cerrar una escuela, la Administración tiene también en cuenta el futuro demográfico del pueblo, esto es, si en la localidad hay niños pequeños que lleguen a la edad escolar en los próximos años. Cuando no se cumplen estos requisitos, no queda otro remedio que clausurar las aulas. Así ha ocurrido en la localidad zaragozana de Mezalocha, donde el pasado curso estudiaban cuatro niños. En septiembre, tres de ellos pasarán al instituto y en primaria se quedará solo una menor. Mantener el centro con una alumna resulta inviable y la niña tendrá que recorrer a diario los cinco kilómetros que distan desde su pueblo hasta Muel, donde seguirá sus estudios.


Parecido panorama se vivirá en el colegio unitario de Villacarli. Las aulas de este centro situado en el municipio de Torre la Ribera se quedan solo con tres niños, tras la marcha de una familia de la zona que tenía tres hijos en edad escolar, según contó el alcalde de Torre de la Ribera, José Franch. Falta aún la confirmación oficial del Servicio Provincial de Educación.


Los pequeños que se quedaban, uno en 6º, otra en 4º y un último en 3º, eran de pequeñas aldeas situadas cerca del pueblo como Visalibons y Magarrofas. Podrán escolarizarse en la Puebla de Roda, un colegio que también pertenece al Colegio Rural Agrupado de la Baja Ribagorza y que está situado a tan solo 10 minutos de Villacarli.


La desaparición de un colegio supone siempre un drama para el pueblo, las familias y la Administración, por lo que la clausura se produce solo cuando es inevitable o así lo quieren los padres. En ocasiones sucede que los municipios tienen niños suficientes para mantener vivo un centro, pero las familias prefieren llevar a sus hijos a una localidad cercana. En estos casos, la DGA les proporciona los servicios de comedor y transporte de forma gratuita. Si los desplazamientos no se pueden realizar con un transporte escolar, se estudian medidas para subvencionar estos traslados.

Los que se salvan


En el lado positivo de la balanza están una veintena de escuelas que, aunque con pocos niños, consiguen sobrevivir un curso más. Es el caso de Torrijas -a unos 30 kilómetros de Sarrión, en Teruel- donde el colegio seguirá abierto con cuatro niños de edades comprendidas entre los 3 y los 8 años. En la misma provincia, Pobo mantendrá cinco alumnos y se espera recibir otros tres el año que viene, según anunció el alcalde, Álvaro Casas.


A estos se suma Camarena de la Sierra, que en 2009 reabrió su escuela tras unos seis o siete años cerrada. El primer edil, Ramón Gimeno Gil, comentó que las instalaciones del antiguo colegio se han rehabilitado y acogerán este próximo curso a 5 niños de entre 3 y 9 años.


La entrada de una niña permitirá tener sus aulas abiertas al centro zaragozano de Piedratajada, que tiene 5 pequeños y escolariza también a los niños de Valpalmas. Mejor suerte corre la escuela de Mara que, gracias a la inmigración, ha conseguido llegar hasta 11 matriculados.


El número de los centros rurales que se salvan se ha mantenido durante los últimos años y siempre rondan los 20-25, aunque cambian los colegios, porque algunos cierran definitivamente por falta de alumnado (los chavales pasan al instituto correspondiente) y aparecen otros que reabren sus puertas con la llegada de nuevos niños.