ACCIDENTE DE TRÁFICO

"Un coche que debía estar inmovilizado invadió nuestro carril"

Los tres heridos en el accidente causado en Villarquemado por un conductor que acababa de ser denunciado por embriaguez evolucionan bien.

"Vimos al coche venir de frente por nuestro carril y, aunque pude esquivarlo un poco, no conseguí evitar el choque. Lo hemos podido contar por suerte", explicó ayer Concha Sánchez, la conductora del turismo que, el pasado domingo de madrugada, colisionó en la N-234 a la altura de Villarquemado con el vehículo conducido por un vecino de Santa Eulalia, J. L. C. S., que, solo dos horas antes, había sido denunciado en Cella por la Guardia Civil por conducir bajo los efectos del alcohol. El conductor ebrio pereció en el siniestro.


Concha que, afortunadamente, salió ilesa aunque magullada del accidente, rememoraba lo ocurrido a las puertas de la habitación del hospital Obispo Polanco donde su hijo J. S. S. se recupera de las heridas leves sufridas. En la cama de al lado se encuentra otro de los tres heridos en el choque, T. O. P.. Ambos evolucionan favorablemente, aunque se quejan de dolor en las caderas. El tercer accidentado, J. C. G., recibió ya el alta.


Los tres heridos, residentes en Villarquemado, viajaban en el automóvil pilotado por Concha, que relató como, a las 3.30 del domingo, el coche que conducía J. L. C. S. "invadió" el carril destinado al sentido contrario en un cambio de rasante y provocó la colisión. El conductor, dos horas antes, arrojó una tasa de 0,62 milígramos de alcohol por litro de aire espirado cuando el máximo permitido es de 0,25%. La mujer lamentó que un coche "conducido por un hombre que estaba en malas condiciones y que debía estar inmovilizado circulara por la carretera. Las consecuencias las hemos pagado nosotros".


La madre de T. O. P., Miguela, aunque criticó la presencia en la carretera de un coche que debía estar detenido, se felicitó de que ninguno de los ocupantes del vehículo en el que viajaba su hijo hubiera sufrido heridas graves.


Desde la Delegación del Gobierno defendieron la actuación de los agentes de la Guardia Civil que interceptaron a J. L. C. S. en Cella y que le ordenaron inmovilizar su vehículo por encontrarse bajo los efectos del alcohol. Los agentes no aplicaron al vehículo un cepo para impedir físicamente que rodara, aunque prohibieron al conductor reanudar la marcha hasta que no se hubieran desvanecido los efectos del consumo de alcohol. Inicialmente, el denunciado se quedó en un restaurante cercano aceptando -aparentemente- las órdenes de los agentes, pero, a las dos horas, volvió a ponerse al volante con trágicas consecuencias.


Una portavoz de la Delegación del Gobierno recalcó que los guardias civiles "actuaron correctamente". La misma fuente explicó que la utilización del cepo es "discrecional" y depende del estado del conductor infractor. No se aplica si, aparentemente, el denunciado no presenta riesgo de incumplir la orden de inmovilización. En este caso, la actitud del conductor "fue totalmente sumisa y respetuosa. De ningún modo era previsible su actuación posterior".