RAMADÁN

"El ayuno nos hace conscientes de lo que otros pasan durante toda la vida"

El presidente de la asociación de inmigrantes senegaleses en Aragón, Moussa Fall, ha comenzado su ayuno con los primeros rayos de sol.

Mousa Fall y el más pequeño de sus cuatro hijos, ayer en el parque Primo de Rivera de Zaragoza.
"El ayuno nos hace conscientes de lo que otros pasan durante toda la vida"
OLIVER DUCH

"El Ramadán es un mes de satisfacción, no solo por los sentimientos que provocan la abstinencia y la privación", afirma Moussa Fall, presidente de la Asociación de Inmigrantes Senegaleses de Aragón (AISA). Durante este periodo, todas las cualidades que el mundo musulmán debe cultivar, como el perdón, la caridad o la fraternidad, han de reforzarse. "Es un mes de ejemplo en el que tenemos que aplicar con más rigor nuestros deberes morales", asegura Fall, que cada vez que se acerca esta fecha nota que estos días "nos traeán algo especial".


Aunque nadie puede decir que dejar de comer y beber es fácil, "se compensa con la alegría que sentimos al cumplir un deber de nuestra religión", confiesa este senegalés. Según cuenta Fall, gracias a este mes de sacrificio, los musulmanes son conscientes de lo que otros pasan durante años, décadas o durante toda su vida.


"Cuanto mayor sea la privación, mayor es el mérito que tiene haberla realizado", explica. Este año, el Ramadán -varía en función del calendario lunar- ha coincidido con el verano, la época del año con los días más largos y calurosos. "Los que peor lo pasan los que realizan trabajos físicos expuestos al calor", dice Moussa Fall.


Sin embargo, no todos están obligados a seguir con severidad las normas del Ramadán, uno de los cinco deberes del islam junto a la profesión de la fe, la oración -todo musulmán, una vez alcanzada la pubertad, está obligado a repetirla cinco veces al día-, la peregrinación a los lugares sagrados y la limosna legal. "Pueden abstenerse las personas mayores que estén débiles, los enfermos y los niños", continúa Fall. También están exentas las mujeres durante los periodos de embarazo, lactancia y menstruación, así como los viajeros, aunque deben recuperar los días de ayuno que han perdido -siempre que sea posible-.


Los más jóvenes dejan de comer y beber durante el día de forma gradual. "Una de mis hijas, que ahora tiene 13 años, el pasado Ramadán solo ayunó la mitad de los días", explica el presidente de la AISA. Sin embargo, aquellos que por cualquier causa no pueden ayudar, deben compensarlo dando de comer a los más necesitados.


Más sed que hambre

Después de un largo día de ayuno, no conviene ingerir grandes cantidades de comida. "Aunque hay gente que celebra grandes festines, eso va en contra del verdadero espíritu del ayuno, cuyo fin es la abstinencia", asegura Fall, quien, durante las noches de Ramadán bebe más de lo que come. A este espíritu de privación apela otro musulmán, el marroquí Mohamed Adali, que afirma que durante este mes todos son iguales: "Tanto los ricos como los pobres pasan sed y hambre".