EDITORIAL

La 'carretera maldita'

Paralizadas por Fomento, las obras de la N-232 para la conversión de la carretera nacional en autovía son una auténtica necesidad. Los fallecimientos en una vía a la que los usuarios han bautizado como 'carretera maldita' certifican que esa infraestructura no debiera ser negociable, sino cuestión, literalmente, de vida o muerte. Las autoridades aragonesas deben respaldar el clamor de alcaldes y agentes sociales por el desdoblamiento.

CUATRO víctimas mortales en menos de veinticuatro horas, antes del inicio oficial de la operación salida con motivo del puente del 15 de agosto, han teñido de luto los preparativos del gran éxodo de vacaciones. Los masivos desplazamientos de estos días y el peligro que representa la combinación de tráfico, fiesta y consumo de alcohol obligan a extremar los llamamientos a la prudencia. Es cierto que el factor humano está en el origen de muchos siniestros. Pero el estado de las vías y la señalización son considerados por los expertos como claves para la prevención de los accidentes. En el caso de la carretera N-232, las cifras son tristemente expresivas. La elevada mortalidad ha hecho que la petición para su conversión en autovía sea un clamor, desgraciadamente desoído por Fomento, que ha incluido este proyecto vital entre los damnificados por el tijeretazo ministerial. Gobernar es establecer prioridades. Gobernar con acierto es atinar con el orden de esas prioridades. En el caso de Aragón, el desdoblamiento de la N-232 es claramente objetivo principal. No se entiende que cueste tanto conseguir una obra en cuya reclamación coinciden usuarios, alcaldes y agentes sociales en una voz que no ha de callar.