Amistad entre generaciones: "Estoy recontenta, si no fuera por mi amiga de 18 años apenas podría salir de casa"

Anahir Viglione, de 70 años, y Samantha Rivera, estudiante de 18, se conocieron hace poco más de tres meses gracias a un proyecto de la Fundación Rey Ardid. Una tarde cada semana se alían para salir juntas.

Samantha Rivera y Anahir Viglione quedaron para acudir juntas a contar su experiencia
Samantha Rivera y Anahir Viglione quedaron para acudir juntas a contar su experiencia
Francisco Jiménez

Anahir Viglione, de 70 años, tiene osteoporosis y hace un año empezó a sufrir vértigos y mareos que le provocaban caídas. Necesitaba a alguien que le acompañara cuando sale a pasear con su andador por el barrio del Picarral de Zaragoza. Estar encerrada en casa le provocó una depresión. "No me podía imaginar hasta lo bajo que podía caer mi estado de ánimo", recuerda. La trabajadora social del centro municipal de servicios sociales la derivó a la Fundación Rey Ardid, que desde 2021 cuenta con un programa de apoyo social para actuar en situaciones de soledad no deseada.

Fue así como el pasado diciembre conoció a Samantha Rivera, una estudiante de 18 años del primer curso de ciclo medio de auxiliar de enfermería. "La gente de la Fundación vino al centro a dar una charla para encontrar voluntarios y me agradó la idea porque, en cierta manera, era tener un contacto con lo que puede ser mi futuro profesional", dice.

De ser dos auténticas desconocidas han pasado en poco más de tres meses a considerarse amigas y tener "confianza" para hablar de casi todo. Algo que no suele ser frecuente, porque la tendencia es relacionarse con personas de la misma edad, estilos y creencias. "Ella es un alma muy joven, es como estar con una amiga más", asegura Samantha. "Me apasionan los temas de adolescentes y jóvenes, con mi trabajo de profesora siempre he compartido mucho tiempo con ellos", apostilla Anahir. Daba clases de Inglés y Contabilidad.

Samantha reconoce que tenía "temor" de no conectar, pero tienen algo en común que las hizo encajar enseguida: ambas son inmigrantes. Anahir se jubiló antes de tiempo en Uruguay para reunirse con sus dos hijas en Zaragoza, tiene dos nietos de 26 y 6 años que son sus "soles". Samantha llegó de Ecuador con su madre y su hermano hace siete años.

Una tarde a la semana salen juntas un par de horas a caminar, normalmente hasta el centro comercial o a tomar un café. "Estoy recontenta, si no fuera por Samantha apenas podría salir de casa, y poder hacerlo un ratito me da la vida", reconoce Anahir.

En los últimos años, diferentes programas de convivencia entre generaciones se han popularizado y distintos estudios subrayan los beneficios psicológicos y sanitarios de este tipo de relaciones.

"Ella es un alma muy joven, es como estar con una amiga más" (Samantha Rivera)

Los adultos mayores registran una menor tasa de depresión y aumentan su autoestima y la motivación al compartir experiencias con alguien que les escucha y valora. Por su parte, los más jóvenes ganan confianza en sí mismos y responsabilidad social, además de reducir los prejuicios y estereotipos existentes en relación con la edad.

Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, correspondientes a 2020, en la Comunidad hay 73.200 mayores de 65 años que viven solos, de los que 47.400 son mujeres y 25.800, hombres. Lo que se desconoce es cuántos de ellos lo hacen por voluntad propia. Este número de hogares unipersonales ha aumentado un 12,62%, ya que a principios de 2019 eran 65.000. Más actuales son las cifras de la encuesta de 2021 de características esenciales de la población y las viviendas. Arroja que 58.482 aragoneses de más de 75 años están solos en sus casas, de los que 41.608 son mujeres y 16.874 hombres.

Compartir vivienda

En la Comunidad hay más de cien iniciativas y recursos ante la soledad que impulsan administraciones y asociaciones. Están recogidas en un catálogo elaborado por el observatorio aragonés.

"Me apasionan los temas de adolescentes y jóvenes, con mi trabajo de profesora siempre he compartido mucho tiempo con ellos" (Anair Viglione)

El programa de apoyo social de la Fundación Rey Ardid es uno de ellos. Actualmente llega a 56 personas, de las que un 80% son mujeres, que residen en Zaragoza. "Abarca todo Aragón y hemos tenido usuarios en Belchite y Huesca, pero son casos contados porque lo complicado es encontrar a voluntarios en poblaciones pequeñas", apunta Laura Correas, trabajadora social que coordina este plan. Les llegan derivaciones de servicios sociales, de residencias donde algún usuario no recibe visitas y personas que han sabido de ellos y les llaman. Desde 2022 hasta la actualidad se financia con una subvención con cargo a la asignación del 0,7% del IRPF para fines sociales. Tienen activos 42 voluntarios a partir de 16 años, los menores de edad con consentimiento familiar.

Samantha Rivera y Anahir Viglione toman un café como suelen hacer algunas tardes
Samantha Rivera y Anahir Viglione toman un café como suelen hacer algunas tardes
Francisco Jiménez

Esta fundación gestiona uno de los casi 20 programas que hay activos en España para que estudiantes y ancianos compartan piso, 'Vivir y compartir'. Es ya veterano, se puso en marcha en 2012, llegó a contar con hasta 16 parejas, pero la pandemia lo paralizó y hoy solo hay una. "Cuando lleguen los meses de búsqueda de vivienda por excelencia de los estudiantes, principios de verano y final de año, queremos relanzarlo. Pero tras la covid se ha generado un sentimiento de desconfianza". Es el reto que se marca esta profesional.

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