¿Cómo se lleva ser leyenda del vino?Muy bien. Siempre una noticia bien recibida que te da moral y ganas de seguir, reconoce lo que has hecho, de alguna manera, porque yo llevo aquí 31 años, en el mismo sitio, eso es intachable. La fidelidad a la marca y el tatuaje de los colores. Y luego, pues, muy contento, porque vas por la calle y mucha gente te saluda y te felicita. Es síntoma también de que te aprecian y de que creen que haces algo por este territorio y por esta gran marca. Al final te ayuda a recordar cómo era esto cuando vine. Estábamos empezando, Somontano empezaba y hoy ya es un fenómeno imparable. Es reconocido, sobre todo, a nivel nacional, en cualquier sitio saben dónde está el Somontano, dónde está Barbastro, y que hace vinos. Esto viene a sumar y es bonito, la verdad.

¿Qué se necesita para ser leyenda del vino?No sé, (risas). Al final esto es un reconocimiento que me ha dado Tim Atkin MWk, uno de los prescriptores más importantes de Europa. Yo creo que lo que hace falta es tener constancia, creer en lo que estás haciendo, por supuesto, comulgar muy mucho con lo que es el proyecto donde trabajas, además de vivir el vino de una forma intensa pero también vivir tu vino de una forma más intensa todavía o sea, creo que lo importante es tener intensidad, motivación y sobre todo constancia y tesón.

Realmente es historia de Viñas del Vero y de la Denominación de Origen SomontanoSí, yo llevo 31 años aquí, pero empecé en otra bodega, en la cual estuve dos años. Esa bodega, estaba en Cariñena, pero no hacía vino de esa denominación de origen, hacía vino de mesa de toda España. Era Bodegas Monteviejo. Yo era uno de los que iba a buscar las posibles partidas para comprar vino en toda España. El mundo del vino en aquel entonces era muy diferente a lo que es ahora, y eso me dio la oportunidad de conocer todas las regiones vinícolas que hay en el país, por lo menos las tradicionales. Después me vine a Barbastro, porque era apasionante el proyecto de la D. O. Somontano, donde qué duda cabe el proyecto de Viñas del Vero era la locomotora que habían creado para estirar la comercialización de los vinos de aquí. Yo soy nacido en el valle oscense de Benasque y quería estar más cerca de mi tierra y trabajar más cerca de mi origen. Aquí estoy a gusto y supongo que estaría hasta el final. Ese arraigo a la tierra es lo que te da también la forma de interpretar el terroir para luego plasmarlo en los vinos, y lo que te hace vivir más el vino, que tenga más alma, que esté hecho con una vinculación mayor a la tierra, a las condiciones y también a las personas.

¿Cómo ve la evolución de Viñas del Vero? ¿Cuál es su radiografía?Al principio se creó la compañía vitivinícola aragonesa Viñas del Vero para dinamizar la comercialización, producción y comercialización de vino del Somontano y también para apoyar la venta de los vinos de Aragón en el mercado internacional. Por eso el Gobierno de Aragón, junto con un grupo privado y banca se montan en este buque y crean el proyecto en 1986. Empezamos plantando viñedo, cosa que otros no hacían, por tanto, éramos un modelo súper diferente. Fueron tiempos difíciles, pero después empezamos a comercializar fuerte y fuimos rentables cuando lo teníamos que ser. Una vez que teníamos cierta rentabilidad, el Gobierno de Aragón tenía que salir. Entonces González Byass buscaba una bodega en el norte de España, una bodega de vinos frescos, directos, honestos, que tuviera marca. Nosotros la teníamos y le vino bien. En 2008, empezamos una nueva etapa y ahora la radiografía es que el mundo del vino ha cambiado mucho, está más globalizado y nosotros con González Byass tenemos la oportunidad de exportar a países más lejanos, a mercados que antes eran inaccesibles para nosotros. Nos ayuda a comercializar, no nos ayuda a producir porque nuestra producción sigue siendo esencialmente esa identidad que tiene la bodega.

Una de las señas de identidad más diferenciadas de Viñas del Vero es la apuesta por la sostenibilidad con el hidrógeno, energía solar... ¿El futuro de las bodegas pasa por ahí ante este cambio climático?El cambio climático es evidente y quizás en Somontano lo sufrimos menos que en el sur de España. Irá incrementándose si no cambiamos todos y nos concienciamos de que hay que respetar más el planeta. Hay varias medidas para intentar luchar contra el cambio climático: una de ellas es plantar viñedo en más altitud. Eso nosotros lo podemos hacer porque Somontano tiene mucha tierra pero viña tiene poca. Podemos ir hacia la montaña o buscar orientaciones norte. Después también tenemos la reserva de agua natural en el Pirineo que nos ayuda a mantener la planta activa hasta el óptimo punto de madurez. Luchamos en el viñedo de esta manera y manejando también la parte foliar de formas que nos ayuden a sombrear racimos, etc. Y en la bodega procuramos reducir la huella de carbono.
El 35% de la energía eléctrica que consumimos la producimos nosotros con fotovoltaica, producimos hidrógeno que es otra forma de reservar energía para utilizarla en movilidad. Tenemos un proyecto para esta vendimia: capturar carbónico de la propia fermentación del vino, lo comprimiremos y procesaremos junto con el hidrógeno que producimos para obtener metano y alguien podrá mover motores.
Estamos siempre intentando reducir la huella de carbono en base a muchas tecnologías sostenibles para ser una bodega más verde, más sostenible y por eso fuimos la primera bodega aragonesa en tener la certificación Wineries for Climate Protection de la Federación Española del Vino.