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Mario Ollero: "Somos animales e interaccionamos con animales"

El reputado bioquímico, catedrático de la Universidad Paris Est Créteil, regresó a Zaragoza para impartir una conferencia en la Facultad de Veterinaria

Mario Ollero, en la Facultad de Veterinaria de Zaragoza.
Mario Ollero, en la Facultad de Veterinaria de Zaragoza.
Francisco Jiménez

El reputado bioquímico Mario Ollero, en Zaragoza.

Así es. He regresado a mi ciudad para impartir una conferencia en la Facultad de Veterinaria. Soy catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Paris Est Créteil, e investigador en el Instituto Mondor de Créteil, donde estudio las glomerulopatías, un grupo de enfermedades raras del riñón. He venido como profesor invitado del master en Biología Molecular y Celular de la Universidad de Zaragoza.

Antes de consagrarse en París, se formó en Boston.

Tras el doctorado, seguí formándome como investigador en Harvard. Mis seis años en Boston fueron una gran aventura profesional y personal, que emprendí junto con mi mujer, que es donostiarra. Ella hizo un máster MBA en el MIT. Después nos establecimos en París, donde nacieron nuestros tres hijos y donde llevamos ya veinte años. En EE.UU., aparte de haber más y mejores medios para investigar, me gustaba el dinamismo, la facilidad para colaborar, los proyectos avanzaban más deprisa.

¿Por qué ahora en Francia?

En Francia encontramos más estabilidad laboral y social y una cultura mucho más estimulante intelectualmente. Hoy día todo es más global y hay menos diferencias de las que creemos.

En Zaragoza se licenció en Veterinaria. ¿Qué hace un veterinario investigando enfermedades humanas?

Llevo la etiqueta de bioquímico. Muy pocos colegas saben que soy veterinario. En la investigación biomédica hay dos grupos condenados a entendernos: los médicos y los científicos. Yo pertenezco al segundo grupo.

La última zoonosis sufrida fue la covid. ¿Pudo haberse evitado?

Quizá se hubiera podido evitar la pandemia, pero no la zoonosis.

¿Cuándo cree que padeceremos la próxima zoonosis?

La próxima está ya ahí, pero no la conocemos. Las zoonosis forman parte de la historia de la humanidad. Somos animales e interaccionamos con animales, las barreras son frágiles y en muchos casos se rompen. La cuestión es estar preparados, pero tenemos una gran dificultad para aprender de nuestros errores.

¿La química debe convertirse en la astronomía del mundo molecular?

Posiblemente, no hay nada que no sea química: está en lo infinitamente grande y en lo infinitamente pequeño. Los bioquímicos nos quedamos a medias. Buscamos mecanismos moleculares para comprender cómo funciona o no una célula, un tejido, un organismo. Puede que muchas explicaciones que se nos escapan estén en el ámbito de lo cuántico, de las partículas fundamentales. Es como si tratáramos de matar moscas a cañonazos.

Dicen que la bioquímica es la ciencia de la vida. Todos nuestros procesos (caminar, hablar, alimentarnos) lo son.

Cualquier proceso que nos parece simple es el resultado de unas reacciones complejas entre moléculas que se transforman, que pierden o ganan átomos, que cambian de estructura, y todo eso está regulado estrictamente.

Además de científico, también es guionista de cine.

Así es. He colaborado a nivel muy aficionado con algunos amigos cineastas, especialmente con Enrique Novials.

¿Le gusta la película ‘Oppenheimer’?

Me encanta. Me gusta la obsesión de Christopher Nolan por el tiempo. ‘Oppenheimer’ me parece un regreso brillante a la ficción histórica, que aborda la complejidad del personaje, la pequeñez y vulnerabilidad del científico ante el universo despiadado de las intrigas políticas.

¿Algún guionista o director español le suliveya?

Me impresionan las películas de Rodrigo Sorogoyen, desde ‘Stockholm’ hasta ‘As bestas’. Una gran noticia ha sido el retorno de Víctor Erice, muy apreciado por la crítica en Francia.

¿Se atrevería con un guión del instituto Blecua que conocimos?

Gracias por la idea. El Blecua que conocí era muy cinematográfico y daría para géneros variados: desde una versión zaragozana de ‘The breakfast club’, hasta la ciencia ficción con los pinares como lugar escogido por alienígenas para una invasión.

En la imagen del wasap muestra la foto que llevaba de bachiller en su carpeta: la de Kortatu.

Seguimos siendo lo que fuimos. A lo largo de un día, a veces somos el niño, el adolescente, otras el joven adulto, la persona madura, incluso el futuro jubilado. Aceptarlo es ser un poco más honesto. Mi equipo, el Athletic; mi instituto, el Blecua; mi grupo de música, Kortatu... Hay extraños bucles en el espacio-tiempo. Como en las películas de Nolan.

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