20 años del atentado  del 11-M

Carta a mi hijo Óscar Abril: "20 años y sigue siendo 11M"

Tres aragoneses murieron el 11-M. El turolense Jesús Abril, padre del joven Óscar, reflexiona acerca de lo ocurrido, sobre el dolor y la vida.

El padre de Óscar Abril Alegre escribe una carta en el veinte aniversario de los atentados del 11-M que costaron la vida a su hijo
El padre de Óscar Abril Alegre escribe una carta en el veinte aniversario de los atentados del 11-M que costaron la vida a su hijo

Se cumplen 20 años del atentado del 11-M. Entre los 193 fallecidos, hubo tres aragoneses que perdieron la vida en los trenes de la muerte aquella mañana del 11 de marzo de 2004, en Madrid. Óscar Abril Alegre, de 19 años, nacido en Barcelona de padres turolenses, de Alfambra, un pueblo del que el chaval, que estudiaba en Madrid, estaba enamorado; María Luisa Polo, de 50 años, una zaragozana de Ateca que residía en Alcalá de Henares; y Federico Miguel Sierra Serón, de 37 años, zaragozano, comandante del Ejército de Tierra y también vecino de Alcalá. A estas víctimas se sumó indirectamente Elías González, un madrileño casado con la aragonesa Ana López, con quien residía en Coslada.

Jesús Abril, de 71 años, decidió escribir una carta que ha leído a HERALDO desde Valencia para resumir, "sin andarse por las ramas", lo vivido en estas dos décadas transcurridas desde que él y su mujer, Maribel, perdieron a su hijo Óscar. Le ha puesto como título: ‘20 años y sigue siendo 11-M’. Hoy comparten su vida como jubilados entre su pueblo natal, Alfambra, donde son muy queridos, y Valencia, al lado de su hija Beatriz, quien se libró del atentado por la casualidad de no subir con su hermano, como siempre, y esperar al tren que ya no llegaría a salir 20 minutos después.

"Nuestro hijo Óscar Abril Alegre, de 19 años, estudiante brillante de 2º de INEF, un atleta de decatlón que disfrutaba practicando todos los deportes, amigo de sus amigos y un hijo cariñoso, generoso, enamorado de la vida, de su carrera y de su novia, forma parte de nuestras vidas y nuestra familia a diario", empieza a leer la misiva en la que reflexiona sobre estos años tan duros tras su pérdida. Fue su padre quien lo llevó desde su casa en Coslada hasta la estación de cercanías para ir a clase, aunque había huelga de estudiantes.

"El tiempo nos enseñó a convivir con la ausencia, la pérdida, la soledad personal, pues cada uno tiene un ritmo para el duelo y un grado para el dolor, la tristeza, la incomprensión"

"El tiempo nos enseñó a convivir con la ausencia, la pérdida, la soledad personal, pues cada uno tiene un ritmo para el duelo y un grado para el dolor, la tristeza, la incomprensión", medita el padre. "El tortuoso camino, lleno de luces y sombras empezó aquella mañana, cuando dejé a Óscar en la estación, 20 minutos después, a su hermana Beatriz y enseguida llegó el caos. Infinitas llamadas, pensar que había muerto, hospitales, en Ifema esperando la sentencia de muerte por megafonía junto a sus compañeros de INEF y sus amigos... Funeral con una montaña de flores, nuestro pueblo, Alfambra, allí, el entierro y el pozo más negro e inacabable que uno puede imaginar", enumera las imágenes que se le agolpan al escribir la carta. 

"Aunamos fuerzas con otros padres, con el empeño decidido por conocer la verdad, la necesidad de alcanzar la justicia y reparación, y el firme propósito de que la victoria de nuestro dolor sea la paz"

En medio de ese "inmenso dolor" que se acumuló, también destaca que "cada día sale el sol" y eso les "empujó a aunar nuestras fuerzas con otros padres", "con el empeño decidido por conocer la verdad, la necesidad de alcanzar la justicia y reparación, y el firme propósito de que la victoria de nuestro dolor sea la paz". En esa batalla, el turolense destaca la tarea de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo y el discurso de Pilar Manjón en el Congreso de los Diputados, como los ejemplos de la solidaridad compartida vivida.

Desde el primer momento, Jesús Abril reconoce que vivieron, desde el minuto uno, "la teoría de la conspiración" auspiciada por el presidente José María Aznar y los medios de comunicación que lo defendieron, "a base de mentiras orquestadas". "Siempre creímos en la Justicia y durante aquel duro juicio, con unas garantías procesales jamás vistas, donde tuvimos que convivir con los acusados durante meses y ver a abogados defensores de algunas víctimas defender a los acusados. Nosotros recibimos el veredicto con lágrimas, ellos con risas", así describe la imagen de lo vivido al dictarse la sentencia el 31 de octubre de 2007 tras un juicio celebrado entre el 15 de febrero y el 2 de julio (57 sesiones), en un pabellón de la Audiencia Nacional en la Casa de Campo.

"La Justicia desmontó totalmente la teoría de la conspiración, aunque siguieron alimentándola mucho tiempo y nunca podrán pagar el daño innecesario que nos hicieron"

En ese sentido, recuerda que la Justicia "desmontó totalmente la teoría de la conspiración, aunque siguieron alimentándola mucho tiempo y nunca podrán pagar el daño innecesario que nos hicieron a nosotros, en particular a los suyos que no les secundaron y a toda la sociedad, creando una trinchera de duda y desconfianza en las instituciones y forjando la brecha de las dos Españas". 

Aunque las familias de las víctimas sabían desde el principio la verdad real, "han tenido que pasar 20 años para que toda España pudiera ver en TVE, ‘El País’ y otros medios (HERALDO habló de Al Qaeda la misma mañana del 11-M, tras retrasar la salida de la edición especial, y confirmó el riesgo del yihadismo con expertos de la Guardia Civil) lo que se fraguó y se escondió esos días". De hecho, él reconoce que de cada detalle que escribe en el relato podría hablar una hora. 

El padre era profesor de Educación Física y su hijo Óscar era "un atleta y deportista global" que estudiaba en el Centro de Alto Rendimiento de la Universidad Politécnica de Madrid.

A pesar de lo vivido, ‘Y la nave va’, como la película de Fellini. "La vida siguió, se casó nuestra hija, nos jubilamos, nació nuestro nietecico Óscar y nos trasladamos a Valencia para estar con ellos y, cuando podemos, a Alfambra. Después, nacería nuestra nieta Carmen y, con ellos, vivimos muchos momentos de felicidad", relata la parte agradable. "Desde aquí, mi recuerdo cariñoso y mi apoyo a las víctimas del 11-M y a todas las víctimas del terrorismo con el deseo de que nunca más se asesine a personas por cuestiones políticas o religiosas", proclama Jesús Abril. De hecho, se despide en la carta recomendando a las personas que sufran una "desgracia parecida" a la que ellos han vivido que "una buena manera de seguir adelante es vivir todos los movimientos que la vida te ofrezca, aunque no tengas ganas". "No hacer un horror de las cosas buenas que se presentan, apoyarte en los tuyos y si puedes, compartir con otros que estén en tu situación. Te sentirás comprendido y te será muy positivo", concluye.   

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